Soberanía alimentaria

El año de los agricultores familiares

Tienen un rol clave en el desarrollo del territorio: generan empleo, son fuente de diversos alimentos y frenan la migración a la ciudad. Por sus condiciones de producción, son priorizados en la agenda del INTA

INTA
21 de Marzo de 2014

Representan al 65% de los productores argentinos, generan empleo genuino y son actores estratégicos en la producción de alimentos para el mercado interno. En el Año Internacional de la Agricultura Familiar, declarado por la ONU, es uno de los sectores priorizados en la política institucional del INTA. Con una mirada territorial y participativa, el instituto impulsa el desarrollo de tecnologías apropiadas para este segmento, caracterizado por un escenario complejo donde conviven realidades tan diversas como sus intereses. 

Las demandas asociadas con la tierra, el agua y la comercialización ocupan un lugar destacado en la agenda, pero no se agotan ahí. Acceso al agua y a la tierra El principal desafío para mejorar sus condiciones de vida es el agua. Más del 80% de las demandas de las comunidades rurales se refiere a su disponibilidad. Según Lucas Bilbao, del Instituto de Investigación y Desarrollo Tecnológico para la Pequeña Agricultura Familiar (IPAF) NOA, los agricultores familiares “son mayoritarios en lugares marginales en cuanto a calidad de tierra, a infraestructura, a servicios y fundamentalmente a lo que es el acceso al agua”. A la necesidad en cantidad se suma la condición de la calidad para el consumo humano y doméstico. 

Por eso, el INTA genera y valida sistemas para el manejo integral de los recursos hídricos en cuanto a cantidad, calidad, acceso, distribución y sistemas adecuados para la AF, como las que exhibe en el parque hídrico de Hornillos, Jujuy. En cuanto a la tierra, Gastón Godoy Garraza, del IPAF NOA, explicó que en las últimas décadas del siglo XX “se cimentaron las tendencias que elevaron las barreras económicas y sociales en el acceso de la AF a la tierra, incrementaron la competencia por su uso y sumaron dificultades para la permanencia y arraigo en sus lugares”. Con el conocimiento de la situación actual y el agravante que representan las urbanizaciones y las fronteras agrícolas, el INTA contribuye con el diseño de políticas públicas para un desarrollo territorial sustentable. Por esta razón el 40% de los investigadores de los IPAF proviene de las ciencias sociales, incluido el derecho, entre otras ramas. 

Enfoque agroecológico Mediante el Centro de Investigación y Desarrollo Tecnológico para la Pequeña Agricultura Familiar (Cipaf), el INTA ofrece soluciones amigables que se adaptan a cada lugar. La agroecología acerca al sector herramientas tecnológicas a su medida para manejar el sistema productivo con insumos propios. De acuerdo con Gustavo Tito, director del INTA Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA), se trata de “técnicas amigables con el ambiente que minimizan el uso de agroquímicos y en algunos casos ni los utilizan”. El técnico explicó que “la agroecología reconoce la experiencia del productor en el manejo del ambiente y de la producción misma y propone que el conocimiento popular se hibride con el conocimiento científico”. El NEA y el AMBA son regiones pioneras en la materia y en todo el país hay un marcado incremento de estas experiencias.

Ferias

Del productor al consumidor Aunque su impacto en la alimentación de los argentinos es evidente, “la AF tiene graves problemas de comercialización”, advirtió Sergio Dumrauf, del IPAF Región Pampeana. En general, los mercados convencionales están concentrados en pocas manos. Dispersos y sin capacidad de negociación, los agricultores familiares enfrentan condiciones desventajosas en concepto de precios, tiempos y financiación, que pueden solventarse con empoderamiento y formalización de sus incipientes organizaciones. Cuando se creó la Federación de Organizaciones Nucleadas de la Agricultura Familiar (Fonaf), una de las principales necesidades era mejorar las condiciones de venta. En una época de crisis económica, alrededor de 1995, surgieron las ferias francas y se mantuvieron como una característica propia del sector. Allí, productores y consumidores se encuentran en forma directa y evitan la mayor parte de las etapas de intermediación, donde es retenida una parte importante de la renta. Con el apoyo de organismos del Estado, hoy hay más de 300 ferias permanentes en todo el país.

Innovación para todos 

En las últimas décadas, gran parte de los desarrollos públicos y privados apuntaron a la agricultura empresarial y poco se conocía del sector de la AF. Sin embargo, un desarrollo económico sustentable requiere democratizar el acceso a los avances científicos y tecnológicos, en especial cuando resuelve problemas prioritarios para uno de los segmentos que genera más empleos genuinos. 

Actualmente se trata de adecuar herramientas y diseñar innovaciones o tecnologías apropiadas, en respuesta a problemas productivos y sociales característicos de una región. Junto a organismos públicos y privados, centros de investigación, asociaciones e instituciones, el INTA acerca soluciones que dignifican la vida y el trabajo de los agricultores familiares y mejoran sus niveles de productividad. En el último encuentro de máquinas y herramientas para la AF, a fines del 2012 con apoyo de los ministerios de Agricultura, Ganadería y Pesca de la Nación y de Desarrollo Social, se exhibieron en Buenos Aires más de 70 pymes metalmecánicas de todo el país con tecnologías apropiadas y 40 prototipos diseñados a partir de vinculaciones institucionales con universidades. 

Además hace dos años, una veintena de pymes metalmecánicas conformaron la Cámara Argentina de Fabricantes de Maquinarias para la Agricultura Familiar (Camaf), que hoy reúne el doble de pequeñas y medianas empresas que desarrollan tecnologías para este sector. Energías alternativas y sustentables Según Sergio Justianovich, del IPAF Región Pampeana, “más allá del sector de la AF, hay un contexto mundial de escasez de recursos”. Para el técnico, “la matriz sobre la cual está montado todo el sistema social y productivo depende de los recursos fósiles”. En particular, los agricultores familiares viven y trabajan en lugares sin acceso a los tendidos eléctricos o de gas, con alta dependencia de los combustibles. “En ese contexto, desde el INTA se piensa y se trabaja sobre el tema de las energías renovables ya que, además de reemplazar la matriz energética y ser más sustentables, se convierten en una oportunidad para proveer de energía a las familias que están en estos contextos más aislados”, dijo Justianovich. 

En la Argentina hay reconocidas experiencias vinculadas al desarrollo de tecnologías para generar energía eólica, hidráulica, solar fotovoltaica, solar térmica y eléctrica, cuya aplicabilidad para la AF es promovida por el INTA. Más información INTA Informa versión impresa El año de los agricultores familiares.



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