Valor agregado en origen

Alcaparra: una chiquita con futuro grande

Tiene todo a su favor: un demanda creciente, un alto valor comercial, y es un cultivo rústico que se adapta a muchas zonas del país.

Verónica Salamanco - Redacción Chacra
21 de Julio de 2015

 ¿Qué se puede cultivar en una hectárea que permita un retorno razonable en el corto plazo? Esta es la pregunta que se presenta a todos los que tienen un espacio de esta magnitud como único terreno, o como anexo a otros lotes en producción. Y es el mismo cuestionamiento que se hizo Paula Tomalino, del establecimiento La Lucha en Coronel Dorrego, quien después de mucho investigar, decidió probar con el cultivo de alcaparra. “Nuestro proyecto comenzó pensando en desarrollar un plantación con características intensivas, con un producto de alto valor comercial, y que fuera a cielo abierto”, nos cuenta la emprendedora, “Al mismo tiempo, queríamos algún producto que no necesitara cadena de frío ya que eso implica una inversión que no podíamos afrontar”.

Iniciaron este cultivo hace cinco años y sembraron los alcaparros a una distancia de 2m x 2m, y hoy tienen 2.500 plantas. Cada año deben reponer algunas porque siempre hay un margen de reposición para hacer. Es un cultivo que durante los primeros ciclos tiene pocos frutos, pero a partir del cuarto año ya da producción comercial. Con un buen manejo, el lote sembrado puede producir por 60 años más..

El alcaparro es un arbusto rastrero, perenne, de ciclo estival, que tiene una altura de unos 30 a 40 cm y es una planta muy resistente a la sequía y altas temperaturas. Prefiere suelos sueltos y bien drenados, a los que hay que limpiar de malezas con herbicidas específicos para su eliminación. Posteriormente se buscan las curvas del nivel para dar una pendiente del dos por mil, y se procede a realizar una arada profunda, marcar, subsolar cruzado y zanjear en el sentido de la hilera de plantación. Al plantarlo se puede realizar una fertilización orgánica, y un riego de asentamiento. Luego se recomienda aplicar un herbicida de pre-emergencia para eliminar malezas anuales que puedan competir inicialmente con la planta. El mejor método de riego en este caso es por goteo.

La mayor amenaza son las hormigas, que no llegan a matar a la planta, pero la atacan y hacen disminuir su producción”, advierte Paula. Fuera de eso, es un cultivo de fácil manejo. La alcaparra que se cosecha es un capullo floral, su recolección se hace en forma manual y se hace de noviembre a marzo, ya que con los primeros fríos detiene su producción. Cuando la planta queda en forma vegetativa se deben hacer las labores de poda. En octubre comienza el rebrote y el ciclo vuelve a realizarse.

“Las plantas del norte dan una producción de 10 kilos por planta porque tienen muchas horas luz”, señala Tomalino, “En nuestra producción calculamos unos 8 kilos por planta”. La labor poscosecha de los frutos en este establecimiento es en origen y luego comercializan bajo la marca Don Gregor. Las alcaparras se lavan, se clasifican y se envasan en salmuera. “Las dejamos un tiempo hasta que se elabore bien el producto. Luego las enjuagamos y producimos las distintas líneas: tenemos alcaparras enteras, y otra línea de alcaparras molidas para hacer condimentos con tomate y ajo; y con tomate y orégano. Se usan para las pastas, el pescado, para las carnes o para untar una tostada”. Las alcaparras en salmuera son la clave del vitel toné, y también acompañan ciertos pescados y pastas.

“También tenemos como novedad una variante para los platos gourmet: el alcaparrón, fruto de la planta, que convertimos en un pickle encurtido, ideal para acompañar carnes y ensaladas, dándole un valor más en origen a nuestra producción”, señala la emprendedora, “Estamos vendiendo en nuestra zona y queremos expandirnos. Estamos desarrollando diferentes caminos para crecer, como la participación en ferias y exposiciones”.

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