Trigo

Crece la molienda de trigo, pero faltan nuevos mercados

El mercado interno no crece desde hace varios años. Brasil y Bolivia compran el 96% de la harina argentina, pero la industria local no logra hacer pie en otros destinos por la acotada rentabilidad.

Ambito financiero
22 de Agosto de 2017

 22-08-17 Según las estadísticas del Ministerio de Agroindustria de la Nación entre enero y junio de este año la molienda de trigo alcanzó poco más de 2,83 millones de toneladas, mostrando un incremento del 6% respecto del mismo período del año anterior. Por supuesto que el crecimiento de la industrialización del cereal es una buena noticia, pero a la par el sector hoy afronta una compleja situación: el mercado interno está estancado desde hace varios años mientras que la falta de competitividad complica la posibilidad de ganar nuevos compradores en el exterior.

Durante el año pasado los molinos locales exportaron en total poco más de 600.000 toneladas de harina de trigo; Brasil y Bolivia se quedaron con el 96% de los envíos y muy lejos pueden mencionarse como compradores a Chile, República Democrática del Congo o Uruguay.

En este contexto los molinos locales trabajan con una capacidad ociosa de alrededor del 40% mientras que durante el año pasado se exportaron 9,9 millones de toneladas de trigo sin procesar.

Así es que hoy la industria molinera argentina es cautiva de dos compradores del exterior y no consigue cerrar negocios importantes con otros destinos. El porqué es un calco de lo que le sucede a otros sectores relacionados con el valor agregado: los altos costos internos, el tipo de cambio deprimido y la alta informalidad le quitan competitividad.

La Federación de la Industria Molinera (FAIM) defiende la importancia del sector en la economía real al señalar que por cada peso que crece la actividad se generan tres pesos nuevos en toda la economía y que además posee un multiplicador del empleo de 2,5. Esto significa que por cada puesto de trabajo creado en la molinería, se crean 2,5 puestos en toda la economía.

Al mismo tiempo, una tonelada de harina convertida en productos panificados hace que su valor se multiplique por 7,5. En pastas alimenticias por 8 y en galletitas el valor se multiplica por 10.

Con estos números queda más que clara la importancia de fomentar el agregado de valor del trigo argentino y quizás un punto clave que reclama desde hace varios años un sector de la industria y que hoy se está encarando con responsabilidad es la lucha contra la informalidad. Incluso, semanas atrás la Subsecretaría de Control Comercial Agropecuario (Succa) dispuso la suspensión por 180 días la habilitación de nuevos establecimientos.

Durante estos seis meses también se realizará un control exhaustivo en todas las plantas que ya están operativas para conocer "su capacidad operativa real y su capacidad ociosa", según detalla la resolución.

Lo cierto que la competencia desleal es moneda corriente en la industria molinera argentina y hoy el sector está experimentando un re ordenamiento fundamental.

Finalmente, la industria detalla que están en condiciones de producir y exportar 2 millones de toneladas de harina pero que antes hay que trabajar en el famoso "costo argentino" y una reforma impositiva es la respuesta porque más allá de las ganas del sector empresarial, faltan estímulos al agregado de valor.

Agregado de valor. Una tonelada de harina convertida en productos panificados hace que su valor se multiplique por 7,5. En el caso de las pastas es de 8 y en las galletitas el valor se multiplica por 10. agregado de valor. Una tonelada de harina convertida en productos panificados hace que su valor se multiplique por 7,5. En el caso de las pastas es de 8 y en las galletitas el valor se multiplica por 10. 

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