Editorial

 El duro oficio de maquillar este dólar

A los integrantes de Economía les toca una tarea pesada, y probablemente estéril. El ala extrema del Gobierno no quiere una devaluación que se note. Malabares, contorsiones y saltos de rana para evitar que la paridad se siga deteriorando

Claudio Gianni
5 de Octubre de 2022

A los integrantes de Economía les toca una tarea pesada, y probablemente estéril. El ala extrema del Gobierno no quiere una devaluación que se note. Malabares, contorsiones y saltos de rana para evitar que la paridad se siga deteriorando.

Todo el mundo tiene la sensación de que algo va a pasar con el dólar. Más de uno sospecha que Massa y Rubinstein están buscándole la vuelta para dar un paso en este sentido sin despertar la ira del Instituto Patria. La desesperada búsqueda de dólares sectoriales desnuda la imposibilidad de aggiornar abiertamente la paridad oficial, que hoy por hoy es totalmente ficticia -ajustada por tipo de cambio real multilateral es un 30% menos competitiva que en diciembre 2019- y es en gran medida responsable de muchos de los males actuales. Los analistas se han cansado de indicarlo: al precio que realmente vale lo que sobra en la Argentina son dólares.

Todavía está fresca la experiencia con el dólar soja, sobre todo en la memoria de los responsables del Ministerio de Economía, que recuperaron el aliento después de que más de u$s 8000 millones surgidos del campo rescataran al Banco Central de un colapso de proporciones. Saben que hay más soja para vender y también que irá al freezer dados los valores que se están ofreciendo en este comienzo de octubre. Porque la cuenta no es mínimamente rentable y porque todos sospechan que puede haber una remake del proceso que acaban de vivir. Hay además una larga lista de exportadores de distintos rubros aguardando su dólar específico. Por lo pronto se acaba de anunciar el dólar Tech y es muy probable que pronto tengamos otras variantes, ninguna con el poder de salvataje de lo que viene del campo.

El punto es que sin un plan, es únicamente eso, salvataje, porque no hay cambios de fondo en curso. Solo fue dólar soja, de modo que inexorablemente el saldo del Central volverá a adelgazarse a partir de esta misma semana y lo que se acumuló en septiembre, que no parece ser nada del otro mundo en términos netos, se irá perdiendo en octubre.

Al otro lado del mostrador los números del dólar tarjeta y el nivel de importaciones revelan lo mismo: el valor oficial del dólar no resiste mayor análisis. Por supuesto que la depreciación de la moneda es una mala noticia, nadie la quiere, pero ocultar la realidad tiene patas cortas. Nunca es triste la verdad, lo que no tiene es remedio. Si uno ha fumado cuatro paquetes de cigarrillos diarios no puede quejarse cuando le avisen que deberá ser operado de urgencia.

Para entender cuan delicado es el momento, la devaluación a la que tuvo que echar mano Kicillof siendo ministro de Economía llegó tras una brecha cambiaria del 40% y reservas liquidas por u$s 13 mil millones. El escenario actual es sensiblemente peor, porque además la inflación corre muy por arriba de la vigente aquel año, y es otro proceso clave que esteriliza las minidevaluaciones diarias que realiza el gobierno.

Hasta no hace mucho algunos se animaban a arriesgar un dólar oficial de $180 a fin de año, ahora las apuestas van hasta los $230, y es probable que tampoco sirva si no se logra contener la inflación. Nada se ha hecho al respecto; octubre viene para otro demoledor 7%. Así, el dólar mayorista acumula un alza del 39,7%, frente a una inflación de al menos el 60% en el mismo periodo.

El cepo sobre los dólares financieros ha alcanzado ribetes inauditos, y hay un riesgo concreto sobre el blue, que por ahora está contenido por la suba de tasas. Se van agotando las chances de nuevas prohibiciones., en tanto con el dólar soja se ganó tiempo, pero no mucho El mercado hoy es una taba en el aire y nadie sabe de qué lado caerá.

Los analistas se preguntan cómo hará Massa para llegar a las elecciones sin devaluar en serio, con reservas en el límite de lo tolerable y con las exigencias de un nuevo Plan Platita, que ya empieza a desplegar sus alas. ¿Hasta dónde puede aguantar un dólar retrasado en un contexto donde se siguen emitiendo pesos que nadie quiere? ¿Qué ocurrirá si el mercado detecta que se están acabando los malabares para no devaluar? Es probable que ni siquiera el propio Gobierno esté en condiciones de responder a estos interrogantes.

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