Editorial

La política le da la espalda al campo

El oficialismo mantiene una visión primitiva del agro y una actitud extractiva hacia los recursos del sector. La oposición no atina a generar un mensaje concreto sobre qué piensa hacer si gana en octubre.

Claudio Gianni
26 de Abril de 2023

El agro enfrenta un cóctel difícil de empardar. Acaba de perder gran parte de la inversión realizada el año pasado a manos de una seca infernal, tiene deudas que afrontar y debe seguir operando en un escenario conformado por una macro desquiciada y un gobierno desesperado que no da pie con bola.

Con semejante cuadro, es comprensible que la compulsa periódica efectuada por la Universidad Austral se convierta en una acumulación de quejas, que de todos modos no debe confundirse con la actitud de un conglomerado de actores que pide tal o cual ventaja y protesta porque no las consigue. El campo solo quiere que le saquen los pies del Estado de encima de su cabeza. Poder producir y vender normalmente, sin quitas abusivas ni trabas de todo tipo y color, como se hace en el resto de los países de la región.

Son previsibles algunas cuestiones que indefectiblemente iban a surgir en la encuesta realizada por la alta casa de estudios. No debería sorprender que el

83% de los productores manifieste que su situación financiera es peor que la de un año atrás. Tampoco que un 76% indique que este no es un buen momento para invertir. Con casi 40 millones de toneladas perdidas a manos de la seca y lotes que se han cosechado a duras penas pero con serios problemas de calidad, la respuesta era casi cantada. Así, el Índice de la Situación Financiera de los productores alcanzó los valores mínimos para toda la serie, con una gran caída interanual.

Tampoco sorprende que un 95% haya dejado entrever su marcado pesimismo fundamentado en el total descontrol de las variables macroeconómicas. El país se ha convertido en un barco a la deriva. Reservas, inflación, paridades cambiarias, deuda interna y otros parámetros igualmente importantes alarmarían al más pintado. Es la razón por la cual los niveles de comercialización son históricamente muy bajos.

Lo que probablemente era menos esperado pasa por las expectativas del hombre de campo. Un 30% de los encuestados piensa que su situación futura será mejor que la actual porque estiman que el clima dejará de castigarlos, pero se quejan de la ausencia de propuestas concretas hacia el sector de parte de todos los actores políticos.

Se sabe, el oficialismo vive detenido en consignas propias de comienzos del siglo XX, con críticas permanentes a una situación en el campo que desapareció hace casi 100 años. La fantasía de la oligarquía ganadera los sumerge una y otra vez en el atraso y la decadencia de reclamos perimidos, transmitiendo ese atraso y esa decadencia al país todo.

Imposibilitados de generar desarrollo en la Argentina por sus propias limitaciones, se contentan con quitarle al sector ingresos que son vitales para su evolución, y que luego se dilapidan en aras de un clientelismo patológico. El retroceso de todas las variables exime de mayores comentarios.

En la otra vereda tampoco hay por ahora mucho para festejar. La parte de la oposición que teóricamente tiene las chances más importantes en octubre, no termina de definir un candidato, apuesta a las PASO a pesar de las urgencias de la hora. Pero mientras uno de los postulantes a esa batalla envía señales poco tranquilizadoras, su oponente tampoco acierta a dar un salto liberador para la actividad agropecuaria. Y el hombre de campo lo ha detectado.

Se comprende su disgusto. Son muchos años limitando inversiones porque el Estado se queda con la parte del león. Incluso se lleva unos buenos dólares cuando los rendimientos se han deprimido y ese dinero haría falta para evitar el quebranto. El campo merece tiempos mejores, ha hecho méritos para ello. Esperemos que los políticos lo comprendan de una vez por todas.

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