Harina de Algarroba

Sabores bien autóctonos

El algarrobo es generoso por naturaleza: su follaje procura sombra; su fruto permite hacer comidas, dulces y bebidas; con su madera se consigue calor y abrigo y su corteza brinda colorantes para los tejidos.

Verónica Salamanco
14 de Enero de 2014

El nombre “Algarrobo” deriva del árabe “al carob” que significa “el árbol” por antonomasia. Un dato curioso: en el noroeste argentino, los indígenas lo bautizaron Takku, voz quechua que lleva la misma connotación de respeto y agradecimiento. Este árbol, cuyas raíces pueden buscar agua en el suelo hasta 30 metros de profundidad, se adapta a las zonas áridas y puede encontrarse en el Chaco y en Santiago del Estero, mayoritariamente. Es perenne de gran longevidad. Florece entre septiembre y noviembre, según la región y sus frutos se pueden consechar a partir de diciembre y hasta marzo.

El árbol de algarrobo, ya sea en su variedad de algarrobo negro como en el algarrobo blanco, produce entre 50 y 100 kilos de chauchas. El destino de los frutos es variado, según su proceso de elaboración. Pisadas con agua en un mortero se obtiene una bebida llamada añapa. Con el mismo procedimiento, si se la deja fermentar, se consigue el aloja, una bebida fermentada muy popular en el norte. Para preparar el arrope, que es una especie de miel, hay que cocinar las chauchas. Y por último, a través de un proceso de pisado y de tamizaje, se puede obtener harina de algarroba, que es el producto que más aplicaciones tiene.

Propiedades nutricionales

La harina de algarroba se presenta como una alternativa interesante al cacao, sobre todo para su uso en postres y repostería. ¿Sabía usted, por ejemplo, que esta harina, una vez tostada, sirve para preparar bebidas con leche similares a las chocolatadas? El tostado de algarroba tiene un rico sabor a coco o a vainilla, no tiene cafeína y es de fácil disolución en cualquier líquido, frío o caliente.

En la composición de la harina de algarroba se destaca la presencia de entre un 40 y un 50% de azúcares naturales (fructuosa, glucosa y sacarosa) que hacen innecesaria la adición de azúcar refinado que requiere el cacao. Tiene un 5% de proteínas y muchos minerales: hierro, calcio, magnesio, zinc, silicio y fósforo, destacándose su gran contenido de potasio y bajo contenido de sodio (7 veces menos que el cacao). También tiene una gran presencia de vitaminas A, B1, B2 y D. Además no posee gluten, por lo cual es apta para celíacos.

Un aspecto importante de la composición de la algarroba es su riqueza cualitativa en fibras,  que aporta benéficos efectos a la flora intestinal, disminuyendo las bacterias e incrementando la flora de lactobacilos. Recientes estudios demuestran la gran efectividad de la harina de algarroba contra úlceras, diarreas infantiles e infecciones intestinales. Otro componente importante de la algarroba es el tanino, un antioxidante natural que también es antiinflamatorio, antirreumático y benéfico para el corazón y los riñones.

Por todas estas cualidades, se recomienda la utilización de esta harina para la elaboración de postres y confituras que pueden incluirse en las dietas de aquellos que eligen una alimentación natural. A continuación le damos algunas recetas para que este verano no se prive de tener algo rico para el té:

Bocaditos de avena y algarroba

Para estas galletitas necesita 300 gramos de avena arrollada gruesa, 5 cucharadas de azúcar rubia, 5 cucharadas de pasas, y 4 cucharadas de algarroba. Coloque todos los ingredientes en 450 cc de agua y deje hervir por 5 minutos, revolviendo con cuchara de madera. Luego ponga la masa con cuchara en una bandeja aceitada y lléve las galletitas al horno hasta que se doren.

Budín de algarroba

La elaboración requiere un poco más de tiempo, pero vale la pena. Prepare 2 tazas de harina de trigo superfina, 1 taza de harina de algarroba, pasas de uva sin semillas, nueces molidas a gusto, 1 cucharada de ralladura de limón, 1 cucharada colmada de levadura de cerveza fresca, 400cc de agua de compota, 5 cucharadas de miel, 5 cucharadas de aceite y vainilla natural. En primer lugar, coloque las harinas en un bol, junto con las nueces molidas, las pasas y la ralladura de limón. En un recipiente aparte, disuelva la levadura en ½ taza del jugo de compota entibiado, con la miel, el aceite y la vainilla. Mezcle ambas preparaciones, agregando el líquido tibio necesario para obtener una pasta tipo bizcochuelo. Luego deje descansar por 30 minutos en sitio templado. Vierta la masa en un molde grande, aceitado y enharinado, dejando leudar en horno precalentado por 30’. Hornee a temperatura suave alrededor de 60’. Retire, deje entibiar y desmolde sobre una rejilla, para que enfríe. Cortar en rodajas y servir.

Y si lo que quiere es preparar un postre, le damos dos ideas:

Trufas de algarroba

Para éstas necesita: ¾ taza de avena arrollada, ½  taza de azúcar rubia, 6 cucharadas de aceite, 3 cucharadas de leche de soja y 2 cucharadas de algarroba.  Mezcle todos los ingredientes y deje cocinar por 5 minutos. Una vez tibio puede formar las trufas.

Arroz con leche con algarroba

Hierva por 10 minutos un litro de leche de soja, con dos tazas de arroz integral cocido y 3 cucharadas de algarroba.  Agregue una cucharada de fécula de maíz disuelta en ½ taza de agua. Hierva 5 minutos más. Apague el fuego y endulce con 3 cucharadas de miel.

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