Gerenciamiento ganadero

Con el pasto está todo bien

En el planteo que aquí se describe pasturas y verdeos son la piedra liminar del negocio. Y el círculo virtuoso se completa mediante un vínculo aceitado con un minorista zonal. Desde ya es imprescindible elegir un animal que pueda ir tanto a consumo como a exportación.

Claudio Gianni
19 de Febrero de 2018

En Adelia María, sur de Córdoba, productores vinculados con un grupo CREA zonal llevan adelante un engorde intensivo a partir de invernada de compra sobre pastoreos de alfalfa y verdeos de invierno en suelos agrícolas, y buena parte de los animales terminados va del lote al supermercado. El planteo está en manos de Guillermo Vitelli, médico veterinario, responsable de ganadería en Opimus Agro y Merlo y Manavella. "En algún momento tuvimos un esquema de cría pero decidimos cambiar el perfil de la producción. Mucho tuvo que ver la venta de un campo orientado a esa actividad para comprar un establecimiento agrícola que nos interesaba; obligadamente debimos desarmar el rodeo de madres. Hoy por hoy toda la ternerada que vamos a invernar se compra en la provincia de Buenos, en general el 85% son machos y el 15% son hembras", introduce Vitelli.

La idea es apuntar a un animal que pueda ir tanto para consumo como a exportación. La empresa se halla inscripta para la venderle a la Unión Europea y considera vital mantener abierta esa ventana. Para eso necesitan estar permanentemente cerca de los pesos requeridos, de modo que con poco tiempo más de retención se llegue a la venta. Tampoco conviene transitar kilajes exageradamente elevados, para poder obtener buenos precios con el consumo. Es un delicado equilibrio que debe cultivarse día tras día.

"Como están dadas las cosas es muy difícil que el sistema ganadero argentino se modifique radicalmente -razona Gustavo-. Me parece que el cambio en la producción va a venir por el aumento en el peso medio de faena. Durante mucho tiempo tuvimos autoridades que incentivaron el consumo interno; la exportación estaba poco favorecida y el productor obviamente se mueve hacia donde está el negocio. Y claramente era más atractivo vender hacienda liviana". Vitelli cree hoy que el ganadero está viendo un horizonte de venta de animales de mayor peso. De todas maneras no es solo una cuestión de kilos, es menester además lograr una buena calidad de carne.

Nada fuera de la zafra

Hace años que nuestro entrevistado maneja este sistema pastoril, y hacerlo en estos ambientes agrícolas le ha permitido mejorar los perfiles. Por otro lado es una forma de distribuir riesgos. "Elegimos el pasto; si alguna vez armamos un corral será un negocio distinto y en modo alguno implicará abandonar el novillo pastoril", subraya Gustavo, que advierte que si bien la invernada

resulta onerosa respecto del gordo, jamás compran terneros fuera de la época de zafra. "El precio del ternero de junio en adelante es un número que no miramos. Entre marzo y junio la relación entre el gordo y el ternero varió entre 8 y 15%; puede decirse que 2017 fue un año en que la reposición se mostró relativamente accesible. Eso sí, le damos mucha importancia a la calidad y al peso del ternero que compramos; nos fijamos como objetivo animales de entre 190 y 200 kilos. Para congeniar ambas cuestiones hay que comprar la invernada en la época donde sale la cabeza y el cuerpo de parición; es el momento en que la oferta es mayor y en el cual los feedlots aún no se han descargado y evitan salir a presionar para hacerse de terneros. Es una combinación de acontecimientos que hay que aprovechar".

Estos animales se negocian finalmente en torno de los 425-435 kilos, con una ganancia de peso tal que hace posible amortiguar la diferencia de precio entre el ternero y el gordo. Por otro lado es un ternero que viene con cierto envión, de modo que se hace más sencillo continuar ese proceso de crecimiento, ya que no ha sufrido restricciones. ¿Qué determina cerrar el ciclo en un kilaje u otro? Por un lado el precio del maíz, ya que ésta es una invernada pastoril con suplementación. También influye el mercado de exportación; cuando el precio lo justifica destinan un mayor volumen de hacienda a esa plaza.

Bien repartido

El 60% de los novillos de Vitelli se vende entre marzo y junio. Parte del resto se negocia antes, de noviembre a febrero, y queda la cola para septiembre-octubre. En promedio en 11 o 12 meses el ternero está listo. A su vez, la venta de manera desestacionalizada les permite promediar mejores precios para el gordo. Pero además buena parte de ellos va directo a un supermercado regional ubicado en la provincia de San Luis, a unos 80 km del campo. "Tenemos una relación comercial de mucha confianza, un trato muy personal que en la ganadería siempre es un aspecto relevante. Este supermercado demanda un 60% de la hacienda que vendemos y desde ya nos exigen cierta continuidad en el abasto, lo cual también define cómo debemos engordar la hacienda", explica nuestro entrevistado.

Gustavo es un entusiasta de las relaciones ganar-ganar en el negocio del campo. La idea es buscar este tipo de vínculos, hacia adelante y también hacia atrás. "Valoramos mucho a quien ofrece un buen ternero, invirtiendo en genética y sanidad. Tratamos de proteger esa relación y si hay que ceder algo para sostenerla, lo hacemos".

Mucho pasto

Prácticamente toda la alimentación del ternero durante su estancia en este campo pasa por el pasto, ya sea en alfalfa o en verdeos, con suplementación de silo y fardo de alfalfa en la etapa de recría. En la terminación se suma el maíz, que se da con mixers y en comederos transportables que se ponen en cada parcela, donde además tienen acceso al agua.

Los objetivos en alimentación reconocen dos vertientes: en un momento determinado la idea es aceptar ganancias diarias por debajo de los 800 g, que tienen que ver más que nada con el crecimiento del animal. Cuando el novillo llega a un tamaño importante (350-370 kilos) se adiciona el maíz como dieta de terminación para lograr incrementos de peso por encima del indicado. A medida que se requiere más materia seca se suman los fardos; es cuando los terneros empiezan comer los verdeos de invierno.

La primavera es una época en que las alfalfas permiten un aprovechamiento mayor del pasto; cuando la temperatura y la humedad son más elevadas el desarrollo de la planta hace que se produzca un mayor desperdicio. En general utilizan un rotativo con parcelas fijas de alrededor de 6 hectáreas con acceso al agua y la comida, y se pastorean con altas cargas, unos 470 novillos por parcela. Quedan allí entre 3 y 4 días según el estado de rebrote de la alfalfa (cuanto más rápido se produce con mayor urgencia hay que salir del potrero para evitar problemas de empaste).

"Sabemos que lo único que no podemos manejar es el clima, que determina vaivenes en la oferta forrajera. Son los huecos que cubrimos con el silo, el fardo y el maíz. Desde luego conocemos cuál puede ser la disponibilidad de pasto en invierno y eso permite calcular la tasa de inclusión de los otros ingredientes a los efectos de poder sostener con éxito un sistema intensivo como éste".

Vitelli y su gente emplean alfalfas de los grupos 8 y 10, éstas últimas para los lotes con presencia de napa, lo que permite pastorearlas todo el año. "Tenemos altas cargas y necesitamos que las alfalfas no detengan su crecimiento aun en condiciones de clima muy adverso -subraya Vitelli-. Un material del grupo 10 nos va a dar cierto de volumen de pasto también en invierno, y entonces la comemos". Al cuarto o quinto año la reina de las forrajeras cede su sitial y esos lotes pasan a la rotación agrícola. La leguminosa se fertiliza a la siembra y se maneja con el mismo esmero que un cultivo comercial, ya que la alfalfa tiene que ser además una herramienta mejoradora del suelo.

Paralelamente pican cada caño unas 700 hectáreas de maíz, alrededor de 25.000 tn de material verde. Es conveniente tener un volumen de silo asegurado para amortizar los riesgos de un fracaso de cosecha que pueda generarse en una campaña determinada. "Los maíces que elegimos para ensilar son los mismos que se desempeñan bien en la producción de granos; consideramos a este forraje conservado más que nada como un complemento fibroso-energético. Tiene que ser de buena calidad, y eso viene atado al contenido de grano. No apuntamos tanto a grandes volúmenes de materia verde sino a silos muy ricos en términos nutricionales, de modo que potencien la producción pastoril".

Como toda la empresa, la ganadería está muy integrada con el amplio arsenal de maquinaria propia que caracteriza a este grupo de productores, salvo el picado, que consideran debe ser hecho por especialistas en la materia. "Si no logramos un buen silo podemos arruinar todo un año de trabajo, por eso lo dejamos en manos de profesionales. Entonces, la relación con el contratista es clave, en esto no se puede fallar".

Eficiencia ante todo

Vitelli tiene la percepción de que ha aumentado la demanda de los frigoríficos exportadores y eso ha hecho que el precio de la exportación se ubique mucho más cerca del valor del animal de consumo. Unos y otros están en el mismo potrero y reciben la misma alimentación, pero son biotipos distintos que llegan a su gordura ideal con otro peso.

¿Cómo saber si el planteo es eficiente? "Este esquema orilla los 800-900 kg/ha de producción de carne, con un costo operativo importante, pero a estos suelos agrícolas tenemos que sacarles buenos números, el máximo posible. En la evaluación del planteo siempre incluimos el costo de oportunidad de la tierra (alquiler)", avisa Gustavo.

Así como en los primeros diez años del 2000 no había con qué darle a la soja y los Vitelli jamás dejaron de hacer ganadería, ahora que por momentos la actividad pecuaria se pone más interesante que la agricultura no por eso está en los planes disminuir el espectro de los cultivos comerciales. "Nuestro sistema productivo trasciende los vaivenes coyunturales", define nuestro entrevistado, que considera que en el mundo hay una demanda creciente por carne vacuna y una capacidad de producción relativamente limitada. "El futuro de la ganadera debe ser necesariamente bueno, más allá de los vaivenes coyunturales. Los diez años entre 2005 y 2015 fueron de terror, desarmaron una producción que nos llevaba a tener la mejor carne pastoril del planeta. Hoy no se ve hacienda a campo casi en ningún lado. El productor sólo pide que le saquen los pies de encima. Necesitamos libertad para trabajar, bien entendida, claro. El Estado debe ser un catalizador de oportunidades". 

(Más información en revista Chacra impresa de Febrero 2018)

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