Arquitectura

Material noble por naturaleza

Gracias a su disponibilidad, fortaleza y versatilidad, la madera sirve para todo tipo de construcciones, desde las tranqueras, los corrales y los postes de alambrados, hasta casas y quinchos de todo tamaño.

Verónica Salamanco
6 de Marzo de 2014

El arq. Jorge Barroso, director del Departamento de Arquitectura en Madera de CADAMDA (Cámara de la Madera), afirma que “fomentar el uso intensivo de la madera es un medio de contribuir al mejoramiento de la calidad ambiental”. En este sentido, la utilización de este material para la construcción de viviendas impulsaría la implantación de bosques de donde obtener la materia prima. De esta manera se brindaría un gran aporte a la reducción del cambio climático. “El efecto invernadero está producido en gran parte por el incremento del dióxido de carbono en la atmósfera superior, que actúa como retención de calor y que refleja la radiación de la tierra”, explica el arquitecto, “y uno de los elementos fundamentales para la reducción del dióxido de carbono es el árbol, porque los árboles toman el carbono a través del proceso de fotosíntesis y liberan oxígeno. Esto implica que por cada tonelada de madera hay dos toneladas menos de dióxido de carbono en la atmósfera”. 

En este punto, Barroso aclara que desde la Cámara se considera que las únicas maderas que deben ser utilizadas en forma intensiva son las de los bosques implantados, que no se presentan como reemplazo a los bosques nativos, sino como alternativa económica a cualquier actividad agrícolo- ganadera. Las especies más comunes implantadas en Argentina son los pinos resinosos y eucaliptus, en muchas de sus variedades. Pero mientras que en la mayoría de los países europeos la superficie boscosa supera el 30%, en Argentina hay sólo un 12% con bosques, y esta diferencia se debe a las políticas forestales que toma cada región. Las condiciones de clima y suelo de nuestro país son excelentes y no se están siendo aprovechadas debidamente. La producción y la reproducción del sector forestal, desde el punto de vista de la mano de obra, es de una alta demanda, ya que está formado por una cadena donde interviene desde el que produce los plantines, hasta el que tiene a cargo el cuidado del bosque, el aserradero, y el que termina el mueble de madera.

Apta todo terreno

A la hora de iniciar una construcción en madera, lo primero que hay que tener en cuenta es que es un material que se adapta a cualquier condición climática. “Lo que se modifica es el diseño de la caja arquitectónica: ventanas más grandes o más chicas, el tipo de orientación, etc, pero es la misma madera en Africa que en Noruega”, indica el arq. Barroso, “No hay ningún clima que sea contradictorio con el uso de la madera. Aunque siempre se trata de que el lugar tenga capacidad de producción del recurso, como por ejemplo, el ciprés o el coihue en la zona del bosque andino patagónico”.

“Una vivienda de campo tiene que tener mejores condiciones, en algunos aspectos, que una vivienda urbana, porque la primera está aislada, mientras que la segunda tiene toda una ciudad alrededor que funciona como una macrovivienda”, continúa el arquitecto, “y la madera es un material muy eficaz a la hora de brindar, por ejemplo, un buen funcionamiento de carácter térmico”. Otra ventaja es que tiene la posibilidad de ser preelaborada como ningún otro material, es enormemente liviana, y tiene mayor resistencia que el hormigón.

A la hora de elegir el tipo de madera, hay que tener en cuenta que en una casa de campo, el clima puede ser hostil, y puede haber insectos que la ataquen o humedad en el ambiente que la puede afectar, pero que hay algunos tratamientos que previenen todos estos contratiempos. En general, las maderas de bosques implantados, como los eucaliptus, tienen una resistencia natural bastante elevada. En el caso de los pinos, requieren tratamiento en la masa, y uno de los componentes que se le suele agregar es el llamado CCA (cobre cromo arsénico), ya que el arsénico es insecticida, el cobre es fungicida, y el cromo los fija. Esto permite asegurar que pasen generaciones y la madera siga bien. Este agregado forma un compuesto muy estable, llamado quelato en la madera, que es muy difícil que pueda contaminar. Otra madera que recomiendan los especialistas es la proveniente del eucaliptus, del que hay muchas variedades y que se adapta fácilmente a todo tipo de terreno, incluso los salitrosos.

Para muchos, la mayor preocupación radica en el mantenimiento de las construcciones hechas en madera. El arquitecto Barroso aclara que el principal enemigo de este material al exterior son los rayos ultravioletas del sol, y que la manera de protegerlo es utilizando los llamados “lasures” o tintes que no forman películas como los barnices, los que hay que evitar porque no siguen los movimientos de las maderas y está demostrado que al poco tiempo se resquebrajan, dejan pasar el ultravioleta solar, y terminan degradándose. De todas maneras, aclara, se trata sólo de una cuestión de gustos. “El ultravioleta reduce la lignina, que es lo que le da el color amarronado, pero a nivel funcionamiento no hay modificaciones”, afirma, “Al color que toma la madera a la intemperie yo le llamo gris muelle. Si se aplican estos productos, más que un tema de protección o de mantenimiento se está tratando un tema de carácter estético. Eso es afuera, porque adentro no hace falta nada. La madera al interior no hay que volver a tocarla”.

En materia de pisos, hoy las opciones son casi infinitas. Ya muy pocos recomiendan la instalación de madera maciza, en parte por una cuestión de costos, y en parte porque la industria ha puesto en el mercado productos que tienen mayor resistencia y más fácil mantenimiento. “Están los pisos ingenieriles, que utilizan una base de láminas de madera mucho más pobres y la buena madera en los últimos 4 mm. de superficie. Tienen una laca muy resistente a la erosión, ya que se busca que tengan buena dureza”, comenta el arquitecto, “Tienen la ventaja de que son más estables que las maderas macizas. Hay maderas que son de excelente comportamiento para los pisos, como el algarrobo, el caldén, el lapacho, o el incienso. Con ellas se hacen estos pisos también conocidos como “finish” que tienen enorme resistencia al desgaste por erosión”. 

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