Criterios en pugna

Crece la discusión sobre alimentos y agroquímicos

Unos dicen que sin usarlos podría caer 40% la producción. Otros convocan hoy a la población a llevar frutas y verduras a la Facultad de Medicina de la UBA para detectar si tienen agroquímicos...

28 de Septiembre de 2015

El uso de fitosanitarios -también llamados agroquímicos, plaguicidas o agrotóxicos, según la carga simbólica que el eventual emisor lingüístico le quiera dar al mismo objeto en cuestión- está protagonizando una creciente polémica en torno a su pertinencia para la producción de alimentos, no sólo circunscripta a la soja y su injusta fama de "yuyo maldito", sino también en relación a "las frutas y verduras que comemos todos los días".

De un lado de la biblioteca, se asegura que "los plaguicidas son imprescindibles para la seguridad alimentaria, porque sin estos productos la producción frutihortícola mundial caería hasta 40%", a partir de un estudio elaborado por empresas semilleras y sanidad vegetal en el país.

Por otro lado, otros aseguran que están afectando la inocuidad de los alimentos e invitan a la población a llevar muestras de lo disponible en el mercado "para detectar si tienen agrotóxicos". En ese marco, La Cátedra Libre de Soberanía Alimentaria (CaLiSA) de la carrera de Nutrición de la Facultad de Medicina de la UBA recibirá hoy (a las 18 en Paraguay 2155, Primer Piso, Salón de Consejo, CABA) frutas y verduras que acerque la población para analizar si contienen agrotóxicos. 

Dos visiones "sin laudo científico"

El gran problema es que de ambos lados se aduce respaldo científico para sostener las respectivas posiciones. Y como bien advierte Raúl Bottesi, ingeniero agrónomo y docente en la carrera de Nutrición, "hay una cantidad máxima de residuo de determinados plaguicidas permitidos por ley, pero no es claro en base a qué se establece este criterio". Al menos no está saldada la discusión en la opinión pública, y en vez de solucionarse, la polémica crece.

El mencionado estudio de semilleras y laboratorios argumenta que "el incremento de la población a nivel mundial requiere de más cantidad y calidad de alimentos, pero los recursos naturales que se disponen en cuanto a superficie y agua son limitados". Y sostiene que "para potenciar e incrementar la cantidad de alimentos para el consumo humano, la tecnología juega un rol clave en el mejoramiento vegetal (cultivos resistentes a plagas), en la fertilización y en la protección de la producción de los cultivos".

Según la Asociacion de Semilleros Argentinos (ASA), el Consejo Argentino para la Información y el Desarrollo de la Biotecnología (ArgenBio) y la Cámara de Sanidad Agropecuaria y Fertilizantes (Casafe), se estima que sin la aplicación de fitosanitarios la producción mundial de frutas y hortalizas, forrajes y fibras caería entre 30 y 40 por ciento por acción de las plagas.

En el caso de los cultivos extensivos, el impacto en la producción es mayor. Se calcula que sin la aplicación de plaguicidas, los rendimientos en trigo caerían 40 por ciento y en arroz hasta 170 por ciento.

Por otro lado, se tensa la cuerda. "Hace tiempo que transmitimos a la población la importancia de consumir alimentos lo menos procesados posible. Decimos que hay que comer frutas y verduras, pero lo que observamos a través de estudios es que éstas contienen cada vez más agrotóxicos", asegura Miryam Gorban, Licenciada en Nutrición y coordinadora de la Cátedra de Soberanía Alimentaria.

Y continúa: "Existe un modo de producción de las materias primas, de las verduras y frutas que al principio nosotros asociábamos sólo a la soja pero que se ha extendido a todos los cultivos, que utiliza agroquímicos y que encima lo hace de forma irresponsable".

La especialista sostuvo que "estudios recientes demuestran que las personas contienen en su sangre y en su orina gran parte de estos agroquímicos, y no nos referimos a quienes viven o trabajan en el campo, sino a hombres y mujeres que viven en plena ciudad".

En este contexto, CaLiSA se propuso realizar un relevamiento directamente de lo que la población consume: "La idea es que la persona traiga medio kilo de las especies que pedimos, comprada en su verdulería habitual y pueda saber si tiene o no agrotóxicos", detalla por su parte Botessi. Y explica que "según las propias indicaciones de los productores de los agroquímicos, hay sustancias que no deberían detectarse en los alimentos a menos que el agricultor se haya excedido con la dosis, o no haya respetado el tiempo de carencia antes de cosechar, es decir, que haya fumigado muy cerca de la cosecha".

"Estudios recientes demuestran que las personas contienen en su sangre y en su orina gran parte de estos agroquímicos, y no nos referimos a quienes viven o trabajan en el campo, sino a hombres y mujeres que viven en plena ciudad" Miryam Gorban, coordinadora de CaLiSA "Sin embargo -agrega- tampoco existe un ciento por ciento de seguridad de que aún con un buen uso, el alimento no contenga estas sustancias. Y por otra parte, lo que se ha detectado en estudios anteriores es el uso de agroquímicos que se encuentran prohibidos como los organoclorados". El ingeniero sostiene que "hay una cantidad máxima de residuo de determinados plaguicidas permitidos por ley, pero no es claro en base a qué se establece este criterio". 

Las especies que se recibirán para el muestreo son lechuga, zanahoria, tomate, morrón y naranja; luego de entregar medio kilo de cualquiera de ellas o de varias se completa un formulario y en unos quince días se estima que estará el resultado. 

Las muestras serán analizadas por el Espacio Multidisciplinario de Interacción Socio Ambiental (EMISA), un equipo conformado por profesionales y estudiantes de la Universidad de La Plata que, entre otros trabajos, realizó un relevamiento de características similares cuyos resultados fueron publicados recientemente bajo el título: "Plaguicidas, los condimentos no declarados". 

En este estudio, en el que se analizaron 60 muestras entre noviembre de 2014 y abril de 2015, se buscó la presencia de insecticidas, fungicidas y herbicidas y se detectó que el 76,6 por ciento de los alimentos tenía al menos uno de estos compuestos, mientras que el 27,7 por ciento dio positivo a tres compuestos o más.

Además, entre los agroquímicos que más se detectaron estaba el insecticida endosulfan, prohibido en Argentina desde 2013; había un alto porcentaje de alimentos en los que se detectó un mayor nivel residual del permitido y otro tanto en los que se encontraron agroquímicos cuyos residuos no deben hallarse. 

"Si no se conoce el origen del cultivo lo que se recomienda es lavar varias veces y con mucha agua frutas y verduras. Algunas verduras como la zanahoria, la papa o el nabo conviene siempre pelarlas, al igual que las frutas", recomienda Bottesi. Según el especialista, "existe una conciencia cada vez mayor entre los productores pero sobre todo en los consumidores sobre la necesidad de cambiar la forma de producir". 

"La producción agroecológica no es más cara, por eso también hay que comenzar a desmitificar esto de que comer más sano es sólo para una elite", asegura. Y añade: "también como consumidores tenemos que cambiar la cabeza porque una acelga orgánica seguramente tendrá hojas de distinto tamaño, alguna quizás picada por un bichito, o los tomates tendrán diferente forma a la tradicional, ésta es la variabilidad genética que impone la naturaleza y es lo más saludable".


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