Sustentabilidad

Agricultura y ganadería, dos amenazas a los bosques

Según la FAO, en Argentina la expansión de los pastos provocó la pérdida de aproximadamente el 45 % de los bosquesentre 1990 y 2005, y la expansión de las tierras de cultivo comerciales, más del 43 %

Chacra
8 de Noviembre de 2016

En "El estado de los bosques del mundo 2016" la FAO explora los desafíos y las oportunidades que representa la compleja interrelación de los bosques, la agricultura y el desarrollo sostenible. 

Los bosques y los árboles favorecen la agricultura sostenible porque, entre otras cosas, estabilizan los suelos y el clima, regulan los flujos de agua, ofrecen sombra y refugio y proporcionan un hábitat a los polinizadores y a los depredadores naturales de plagas agrícolas.

Cuando se integran con sensatez en los territorios agrícolas, los bosques y los árboles permiten, por tanto, aumentar la productividad de la agricultura. Los bosques y los árboles también ayudan a garantizar la seguridad alimentaria de cientos de millones de personas, para quienes constituyen importantes fuentes de alimentos, energía e ingresos, sobre todo en momentos difíciles.

A pesar de todo, la agricultura sigue siendo el principal factor de la deforestación a nivel mundial y, a menudo, las políticas agrícolas, forestales y de tierras no están armonizadas.

En la región tropical, la pérdida anual neta de superficie forestal entre 2000 y 2010 fue de aproximadamente 7 millones de hectáreas, y el incremento anual neto de la superficie agrícola fue de más de 6 millones de hectáreas. Sin embargo, existen variaciones significativas según la región: en América Central y del Sur, el África subsahariana y Asia meridional y sudoriental se registraron pérdidas netas de bosques y aumentos netos de los terrenos agrícolas.   

En Europa, América del Norte y Asia Nororiental se produjeron aumentos netos de las tierras forestales y pérdidas netas de terrenos agrícolas. Los factores que contribuyeron a los aumentos netos de la superficie forestal fueron la reducción de la presión sobre los bosques como resultado del crecimiento económico, el descenso de las poblaciones rurales o la mejora de la productividad agrícola, y la ejecución de políticas eficaces destinadas a ampliar la superficie forestal. 

La mayor pérdida neta de superficie forestal y el mayor aumento neto de la superficie agrícola en el período 2000-2010 se registró en el grupo de países de ingresos bajos, donde la pérdida neta de bosques se asocia al incremento de las poblaciones rurales.

En un estudio reciente sobre las causas de la deforestación en siete países de América del Sur se señaló la relación entre la deforestación y la expansión de los pastos destinados al pastoreo extensivo. El 71 % de la deforestación en estos países de América del Sur en el período 1990-2005 se debió a un aumento de la demanda de pastos; el 14 %, al aumento de la demanda de tierras de cultivo comerciales; y menos del 2 %, a la infraestructura y la expansión urbana. La expansión de los pastos causó la pérdida de al menos un tercio de los bosques en todos los países excepto en Perú, donde la expansión de las tierras de cultivo en pequeña escala (situada en un 41 %) constituyó un factor más dominante. En Argentina, la expansión de los pastos provocó la pérdida de aproximadamente el 45 % de los bosques a lo largo del período en cuestión y la expansión de las tierras de cultivo comerciales, más del 43 %. Más del 80 % de la deforestación en Brasil durante el mismo período se asoció a la conversión en tierra de pastoreo.

En los países tropicales y subtropicales, la agricultura comercial a gran escala y la agricultura de subsistencia originaron el 73 % de la deforestación, con variaciones significativas según la región. Por ejemplo, la agricultura comercial originó casi el 70 % de la deforestación en América Latina, pero solo un tercio en África, donde la agricultura a pequeña escala constituye un factor más significativo. 

La demanda mundial de producción agrícola seguirá aumentando. Las mejoras tecnológicas pueden permitir incrementar la oferta mundial mediante el aumento de la productividad, pero existe una necesidad clara de un enfoque estratégico integrado en las políticas sobre agricultura, actividad forestal y otros recursos naturales.


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