Editorial

¿Otro año con poco trigo?

Las diferencias de humedad para la zona núcleo entre 2022, a la derecha, y el presente son alarmantes, en tanto los pronósticos no entusiasman. El tiempo corre y la disponibilidad de agua útil juega en contra de una siembra en condiciones.

Claudio Gianni
26 de Abril de 2023

Mientras el país vive en vilo detrás de la corrida cambiaria, las severas dificultades para llegar a fin de mes con dinero en los bolsillos y un futuro político absolutamente incierto, en el campo, la fuente de recursos más formidable que tiene la Argentina, las turbulencias no han terminado.

Estamos en recta final hacia el comienzo de la siembra de fina, que se cosechará concomitantemente con la asunción de un nuevo gobierno en la Argentina. Seguramente recibirá una de las herencias más pesadas que se tenga recuerdo, con un Banco Central en donde las reservas brillarán por su ausencia. Pues bien, por ahora el trigo no puede ofrecer señales tranquilizadoras a quienes asuman en diciembre.

La voz de alerta la dio la Guía Estratégica para el Agro (GEA), y quizás no tuvo la atención que merecía, todo un síntoma del estado de descomposición del país. Es que los ingresos que pueda ofrecer el trigo son vitales para iniciar la reconstrucción de lo que quede de la Argentina tras el actual proceso, y hoy por hoy aparecen otra vez complicados.

El 80% de los suelos de la región núcleo están en sequía/escasez hídrica: se necesitan al menos 80 a 120 mm. Para los especialistas rosarinos, a un mes de la siembra hay una señal clara de recortar área de trigo a pesar de la necesidad financiera que obliga a muchos a sembrarlo como sea.

Ya en el último tramo de abril, las lluvias en gran parte de la Región Pampeana han alcanzado solo del 10 al 30% de los acumulados promedios históricos mensuales. La intención de siembra de trigo podría caer sensiblemente aunque, como se indicó muchos se la van a jugar incluso sin el agua útil necesaria para encarar la siembra, apostando a la promesa de un Niño en camino.

En GEA simularon que pasaría si las lluvias cumpliesen a rajatabla con las estadísticas hasta fines de mayo. Pues bien, en el mejor de los casos la capacidad de campo (para una pradera permanente y dentro del primer metro) llegaría al 60%.

Los pronósticos de corto plazo no muestran sistemas precipitantes que puedan rescatar a abril de los pobres valores estadísticos de los primeros veinte días. El cambio de tendencia estaría en marcha pero las soluciones pluviales llegan con cuentagotas en comparación con las necesidades de los perfiles. En cuanto al mediano plazo, las lluvias serían normales o inferiores a lo normal en este segundo trimestre del año. Siempre puede haber procesos disruptivos, pero estos datos no generan muchas ilusiones.

Hasta acá, solo el sur de la provincia de Buenos Aires cuenta con humedad suficiente para activar el análisis de números referidos a la temporada de fina 2023/24. La suma del sudoeste y el sudeste explica aproximadamente la mitad de la producción de trigo argentino en condiciones normales. Quiere decir que hay otro 50% que no tiene visos de arrancar y que evita hacer números en el aire.

En su historia el hombre ha sido manejado por las fuerzas de la naturaleza, y no al revés. Habrá que mirar al Cielo y pedir ayuda urgente. Para muchos el trigo es la revancha que necesitan para salir del pozo donde lo enterraron tres Niñas consecutivas. Que se haga.

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