Pilar de la economía

El 2025 se despide con el agro como el motor de la economía argentina

Los datos oficiales confirman que en 2025 la producción agropecuaria volvió a concentrar más del 60% del valor agregado del sector primario y sostuvo empleo, actividad y territorio en un contexto económico complejo

31 de Diciembre de 2025

El cierre de 2025 encuentra al sector agropecuario argentino reafirmando su rol estructural dentro de la economía nacional. En un año atravesado por ajustes macroeconómicos, cambios de precios relativos y menor dinamismo del consumo interno, el agro volvió a mostrarse como uno de los sectores más estables y con mayor capacidad de sostén productivo. 

Uno de los datos más relevantes del balance anual es el peso del agro en la generación de valor. Los cultivos agrícolas son los responsables de más del 61% del valor agregado bruto del sector agropecuario, mientras que la cría de animales aporta cerca del 23%. En conjunto, estas dos actividades concentran más de cuatro quintas partes del valor generado por el sector primario, confirmando la centralidad del complejo agrícola-ganadero en la estructura productiva argentina. 

El cierre de 2025 también deja una lectura territorial contundente. En varias provincias de la región pampeana, la agricultura y la ganadería representan más del 20% del valor agregado total de la economía provincial. Este peso explica por qué, aun en un contexto adverso, muchas de estas localidades lograron sostener niveles de actividad superiores al promedio nacional. 

En paralelo, el agro volvió a ser determinante en las economías regionales, principalmente en provincias del norte y del NEA, donde la producción primaria continúa siendo la principal fuente de empleo e ingresos, con un impacto directo en el comercio local y en el arraigo productivo. El balance de 2025 muestra que, sin el aporte del sector agropecuario, la contracción económica habría sido significativamente mayor en amplias zonas del interior. 

El agro como gran fuente de empleo 

La agricultura, la ganadería, la silvicultura y la pesca concentran alrededor del 7% de los puestos de trabajo del país y una proporción similar de las horas trabajadas totales. Estos números reflejan no solo el volumen de empleo que el sector genera de forma directa, sino también la fuerte estacionalidad y la capilaridad territorial del mismo. 

Durante 2025, esta capacidad de generar y sostener empleo resultó clave para amortiguar el impacto de la desaceleración en otros sectores. En muchos distritos del interior, el agro funcionó como sostén a partir de los ingresos generados y de la actividad en momentos de menor dinamismo industrial y comercial. 

Los insumos que ponen en marcha al motor 

Otro aspecto que deja el balance anual es la magnitud del sistema productivo en términos de uso del suelo e insumos. En este sentido, más del 53% de la superficie tratada con fitosanitarios corresponde a herbicidas, mientras que los insecticidas representan cerca del 28% y los fungicidas alrededor del 18%. 

En materia de fertilización, el cierre de 2025 muestra una fuerte predominancia de los fertilizantes inorgánicos, que representan cerca del 97% de la superficie tratada, frente a apenas un 3% correspondiente a fertilizantes orgánicos. Este dato vuelve a poner en agenda los debates sobre eficiencia, costos y sostenibilidad, que deberán ganar centralidad en la agenda del sector durante 2026. 

Desde una mirada macroeconómica más amplia, el desempeño del agro volvió a tener un efecto arrastre sobre otros rubros clave. Ya que la actividad agropecuaria sostuvo a la industria de alimentos y bebidas, uno de los segmentos más dinámicos dentro del entramado industrial, y contribuyó a mantener niveles mínimos de actividad en el comercio vinculado al consumo básico. 

El agro también aparece como uno de los principales generadores de divisas del país. A lo largo de 2025, los complejos agroindustriales fueron los responsables, aproximadamente, del 65% de las exportaciones totales, consolidándose como la principal fuente de ingreso de dólares de la economía. El sector volvió a destacarse por su capacidad de generar volumen exportable y sostener los flujos comerciales, aún en un escenario de precios internacionales más ajustados y costos internos elevados. 

El balance de este año muestra así a un sector que, aún con desafíos estructurales pendientes, logró reafirmar su centralidad económica y social. El peso del agro en el valor agregado, el empleo y el territorio volvió a quedar en evidencia, consolidándose como uno de los pilares más firmes del sistema productivo argentino. 

En 2025 el agro volvió a ser uno de los grandes sostenes de la economía real. Sin embargo, el desafío hacia 2026 será transformar esa fortaleza en crecimiento sostenido, con mayor agregado de valor, eficiencia productiva y previsibilidad, en un escenario que exigirá decisiones de largo plazo para consolidar todo el potencial del sector. 

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