El microbiólogo argentino que está revolucionando el vino
Germán González Riachi impulsa un cambio clave en la vitivinicultura argentina al integrar la microbiología como herramienta de calidad y sustentabilidad.
En una industria que genera más de 113.000 empleos directos y posiciona a la Argentina como quinto productor mundial de vino, un nuevo protagonista empieza a ocupar un rol decisivo: el microbiólogo.
Hasta ahora, las bodegas habían delegado el control microbiológico en la experiencia de los enólogos, pero el avance científico y la búsqueda de máxima precisión abren una nueva etapa. Las levaduras, las bacterias y otros microorganismos invisibles son, en definitiva, los arquitectos del aroma, la textura y la estabilidad del vino.
Del laboratorio a la bodega
Desde Córdoba, Germán González Riachi, egresado de la Universidad Nacional de Río Cuarto, decidió ocupar ese espacio vacío. Fundó Ciencia del Vino, el primer laboratorio móvil de microbiología enológica de Argentina y Latinoamérica.
Su propuesta es simple pero disruptiva: llevar la ciencia directamente a la bodega. Con equipamiento de última generación, su laboratorio móvil permite realizar análisis microbiológicos in situ y entregar resultados en tiempo real, evitando que las bodegas deban enviar muestras a laboratorios externos y esperar varios días por resultados que, muchas veces, llegan demasiado tarde.
"El enólogo es el responsable de definir y conducir el estilo y calidad del vino que se quiere lograr; nuestro trabajo es ser su soporte científico preciso . La microbiología no es solo un complemento: es el corazón del proceso" explica González Riachi.
Ciencia que protege valor y calidad
Una sola fermentación fallida puede hacer perder hasta el 70% del valor de un tanque, es decir, cientos de miles de dólares en pocas horas.
Un control microbiológico oportuno evita esas pérdidas y, además, potencia el carácter único de cada terroir, al permitir aislar y reproducir levaduras nativas propias de cada viñedo.
"Cada viñedo tiene su propia comunidad microbiana, moldeada por el clima, el suelo, las prácticas agrícolas y la historia del lugar. Esas levaduras nativas son el ADN microbiológico del terroir ", sostiene.
Hacia una nueva cultura enológica
La visión de González Riachi va más allá del control de calidad: busca crear una red de microbiólogos especializados que trabajen junto a enólogos y bodegueros, impulsando una nueva cultura científica dentro del sector.
"La microbiología es la próxima frontera de la calidad en la vitivinicultura argentina", afirma. " Hemos avanzado enormemente en viticultura, en enología, en marketing. Pero el universo microbiológico sigue siendo en gran medida inexplorado ".

