Estudian microorganismos nativos para frenar el avance de una especie invasora
Investigadores del INTA y del CADIC-Conicet analizan el potencial de microorganismos nativos del suelo para controlar la pilosela, una especie invasora que amenaza los pastizales naturales.
En Tierra del Fuego, una especie invasora avanza sobre los pastizales naturales y pone en riesgo tanto la productividad ganadera como la biodiversidad. Frente a este escenario, un equipo de especialistas del INTA y del CADIC-Conicet, en coordinación con el Gobierno provincial, desarrolla una línea experimental que busca aprovechar microorganismos nativos del suelo como herramienta de control biológico de Hieracium pilosella, conocida como pilosela.
El proyecto, financiado por el Consejo Federal de Inversiones (CFI) y presentado por la Secretaría de Desarrollo Productivo y PyME, se encuentra en etapas iniciales. La investigación apunta a reducir el uso de herbicidas, promover la recuperación de los pastizales naturales y aportar alternativas sustentables para la ganadería fueguina.
Noelia Paredes, investigadora de la Agencia de Extensión Rural Ushuaia del INTA, detalló que se trata de "un estudio exploratorio orientado a generar conocimiento científico y evaluar si estos microorganismos o sus extractos pueden ser útiles en un futuro como parte de un manejo integrado". Para ello, el equipo recolectó muestras de suelo, aisló bacterias, hongos y cianobacterias, y analizó su capacidad para inhibir la germinación o el crecimiento de la especie invasora.
La pilosela compite con gramíneas nativas y forrajeras, reduciendo la calidad y cantidad de alimento disponible para el ganado doméstico y la fauna silvestre. Además, forma rodales monoespecíficos que disminuyen la diversidad vegetal y dificultan la recuperación natural del pastizal. "Para una provincia cuya producción ganadera depende en gran medida de la salud de los pastizales naturales, Hieracium pilosella representa una amenaza significativa", señaló Macarena Cardozo, becaria de la Agencia de Extensión Rural Río Grande del INTA.
De origen euroasiático, la pilosela es una hierba perenne altamente invasora que se propaga por estolones y por semillas capaces de dispersarse largas distancias con el viento. En algunos potreros, su cobertura ya alcanza entre el 10 % y el 70 %, con mayor presencia en la estepa magallánica y, en menor medida, en zonas de ecotono.
Estrategias de manejo y desafíos
Los establecimientos agropecuarios han recurrido principalmente al control químico mediante pulverizaciones terrestres en áreas muy afectadas. Si bien los herbicidas permiten reducir la cobertura de la especie e impulsar una recuperación parcial del pastizal, su aplicación presenta numerosas limitaciones: requiere maquinaria específica, depende de ventanas climáticas breves y necesita personal capacitado, escaso en la región.
A estas dificultades se suma la velocidad de expansión de la especie. "La tasa de crecimiento anual de la pilosela ronda entre el 15 % y el 20 %, lo que implica que la superficie tratada cada año es reducida en comparación con la superficie ya invadida o en proceso de expansión", explicó Cardozo. Además, las intervenciones suelen realizarse de manera aislada, sin un plan provincial o regional de manejo integral.
En paralelo, se aplican estrategias complementarias como resiembras, fertilización y ajustes en el manejo del pastoreo, con el objetivo de fortalecer la competencia de las gramíneas deseadas y evitar la degradación del suelo.
En este contexto, el estudio sobre microorganismos nativos surge como una posible herramienta adicional, pensada no como una solución inmediata, sino como parte de un enfoque integrado que combine distintas prácticas para enfrentar la expansión de la pilosela de forma sostenible.
El proyecto cuenta con el apoyo de Estancia Cullen, que facilita el acceso a los sitios de muestreo y brinda soporte logístico para el trabajo de campo. El establecimiento, pionero en promover alternativas biológicas de control, tuvo un rol clave en la gestación de esta iniciativa científica.

