Más de 120 productores, técnicos y dirigentes agropecuarios se reunieron en la Sociedad Rural de Saladillo para analizar los desafíos y oportunidades de la Cuenca del Salado. Infraestructura hídrica, variabilidad climática, competitividad ganadera y previsibilidad institucional fueron los ejes de una jornada que dejó un mensaje inequívoco: el crecimiento del sector dependerá de la capacidad de transformar limitantes estructurales en productividad sostenible.

El encuentro contó con la presencia del intendente de Saladillo, José Luis Salomón; el presidente de la Sociedad Rural local, Ignacio Bustingorri; el vicepresidente de la Sociedad Rural Argentina (SRA), Marcos Pereda; y Larrañaga, presidente del Consejo Asesor del Plan Maestro del Río Salado de CARBAP. La organización estuvo a cargo de los propios productores de la Cuenca, encabezados por Gladis Yanzi de Estancias Caraytá, junto a la Sociedad Rural de Saladillo.

Infraestructura: los números del Plan Maestro del Río Salado

El ingeniero Guillermo Jelinski expuso un diagnóstico detallado del comportamiento hidrológico de la Cuenca y del avance del Plan Maestro del Río Salado. Subrayó que, pese a que los fondos están disponibles, no se están ejecutando: la cuenta asociada al programa tiene alrededor de 190.000 millones de pesos, mientras que la finalización de las obras demandaría unos 30.000 millones. Esta falta de avance, afirmó, mantiene a la región en un estado de vulnerabilidad ante excesos hídricos y limita su potencial productivo.

Tanto Jelinski como el especialista en climatología Eduardo Sierra coincidieron en la necesidad de crear una autoridad específica para administrar el Río Salado, con capacidad para ejecutar obras de forma continua y asegurar previsibilidad a largo plazo.

El clima y el desafío de sistemas más flexibles

Sierra analizó la creciente frecuencia e intensidad de eventos climáticos extremos y advirtió que el principal desafío no es la cantidad total de lluvias, sino su concentración en períodos cortos. Esto obliga -dijo- a diseñar sistemas ganaderos más flexibles, resilientes y adaptados al ambiente.

La mirada productiva: más volumen, más valor

El ingeniero Rodrigo Troncoso sostuvo que el crecimiento exportador de la carne argentina es el resultado de un proceso que comenzó entre 2016 y 2018 y que se consolidó con los avances económicos recientes. El próximo paso, señaló, es producir carne de mayor valor: aumentar stock y kilos por animal, pero también mejorar el posicionamiento comercial para capturar mejores precios internacionales.

En la misma línea, los productores Ricardo Orazi (Cabaña La Pastoriza) y Alejandro Aznar (Cabaña La Esencia) remarcaron que el modelo productivo de la Cuenca debe basarse en animales rústicos, fértiles y adaptados, pero orientados a los mercados premium. Destacaron que crece de manera sostenida la demanda de certificaciones como estrategia para ordenarse, diferenciarse y capturar mayor valor agregado.

El rol de las instituciones: una agenda unificada

En el cierre gremial, Marcos Pereda (SRA) enfatizó que no existe crecimiento ganadero sin reglas claras, estabilidad y un plan concreto. "El rol de las entidades no es dar discursos, sino construir condiciones reales para que el productor invierta y produzca más y mejor", afirmó. Planteó además la necesidad de una voz unificada del campo que permita sostener una agenda de largo plazo.

La jornada dejó una síntesis contundente: la Cuenca del Salado tiene el potencial para convertirse en uno de los motores de la ganadería argentina. Pero ese camino exige articular infraestructura hídrica, adaptación climática, eficiencia productiva y un marco institucional sólido, acompañado por una agenda gremial clara y orientada a resultados. La oportunidad está a la vista; ahora, advierten los protagonistas, hace falta decisión para convertirla en crecimiento sostenible.