La reforma del INV abre polémica por la trazabilidad del vino
FOEVA advierte que la nueva normativa elimina controles clave y podría abrir la puerta a mayor informalidad y pérdida de calidad en el vino argentino.
La reciente Resolución 37/2025, que reforma de manera profunda la estructura y los procedimientos del Instituto Nacional de Vitivinicultura (INV), generó inquietud en distintos actores de la cadena vitivinícola. FOEVA (Federación de Obreros y Empleados Vitivinícolas y Afines) fue una de las primeras entidades en manifestar su preocupación, señalando que la medida "fue redactada sin comprender las tareas culturales del sector ni el impacto real en la cadena productiva".
Fin de las inspecciones presenciales y mayor flexibilidad
El cambio central de la normativa establece que el INV solo fiscalizará el producto final embotellado, dejando atrás las inspecciones presenciales en viñedos, cosecha, elaboración y fraccionamiento. Para la Federación, este giro implica un retroceso sustancial, ya que se pierde la trazabilidad que permite conocer cuánta uva se cosechó, dónde, cómo y bajo qué condiciones laborales. "Si el INV solo controla el vino embotellado, desaparece la trazabilidad", advirtieron desde la entidad.
La reforma vuelve además optativa la certificación de origen, añada y varietal. También elimina la obligación de aprobar etiquetas y deja sin referencia el grado alcohólico mínimo anual, parámetros que históricamente ordenaron el mercado. Otro punto observado por FOEVA es el traslado de relevamientos productivos a Senasa, lo que consideran un quiebre en un sistema que hasta ahora era integral.
Riesgos para la formalidad y la calidad del vino argentino
Desde FOEVA sostienen que el nuevo esquema abre la puerta a mayores niveles de informalidad y evasión, especialmente al no existir mecanismos para controlar el volumen de uva cosechada ni las condiciones de trabajo en viñedos y bodegas. También alertan por la posible caída en estándares de calidad y seguridad alimentaria, recordando que durante la pandemia el vino fue considerado alimento para ser declarado actividad esencial. "Hoy, con esta reforma, se elimina justamente la lógica que protege a un alimento", remarcaron.
Un impacto que puede trascender fronteras
Las críticas también apuntan a la imagen del vino argentino en los mercados internacionales, donde la trazabilidad es un requisito fundamental. Para FOEVA y otros referentes del sector, la eliminación de controles presenciales y la flexibilización de parámetros históricos puede comprometer la competitividad y la confianza del consumidor en un mercado que demanda cada vez mayores garantías.

