Trabajo en familia

Fincas familiares: más producción, menos tierra y mejor cuidado ambiental

Un estudio de la FAUBA y el INIA reveló que las fincas familiares en Uruguay conservan mejor los suelos, la biodiversidad y los servicios ecosistémicos. En la Argentina, la falta de datos y de políticas públicas impide replicar el análisis

15 de Diciembre de 2025

La sostenibilidad ambiental en el agro ocupa cada día mayor lugar en el debate. En este escenario, un reciente estudio académico desarrollado por investigadores de la Facultad de Agronomía de la Universidad de Buenos Aires (FAUBA), el Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria (INIA) de Uruguay comparó el desempeño ambiental de establecimientos familiares y no familiares en Uruguay. Y obtuvo como resultado que, en la mayoría de los casos, las fincas familiares generan impactos ambientales menores que los sistemas productivos no familiares. 

De acuerdo con Hernán Dieguez, docente de Métodos Cuantitativos y Sistemas de Información de la FAUBA: "La producción familiar es clave a escala global, pero paradójicamente sabemos muy poco sobre su huella ambiental". Cerca del 80% de la producción mundial de alimentos -medida en valor- proviene de la agricultura familiar, donde la familia aporta la mano de obra y la finca es el principal sustento del hogar. 

Las cifras revelan que el 98% de los establecimientos agrícolas del planeta son fincas familiares y ocupan entre el 53% y el 75% de las tierras agrícolas. Sin embargo, esa realidad presenta fuertes contrastes regionales. "En Sudamérica, los predios familiares representan el 82% de los establecimientos, pero solo cubren el 18% de la tierra agrícola. En Uruguay, son el 36% y apenas ocupan el 7%", señaló Dieguez. 

Y agregó: "A pesar de la importancia de la producción agropecuaria familiar, es sorprendente que sus impactos ambientales estén tan poco documentados. Se desconoce cómo afecta a los suelos, al agua, al aire y a los servicios ecosistémicos, y los pocos estudios que hay no permiten extraer conclusiones generales". 

¿Cómo se llevó a cabo el estudio? 

Para responder a la pregunta sobre cuán sostenible es la producción familiar, el equipo comparó, mediante información satelital, el desempeño ambiental de predios familiares y no familiares en el 70% de la superficie agropecuaria uruguaya. El análisis evaluó variables clave vinculadas a la conservación de hábitats, biodiversidad, suelos y provisión de servicios ecosistémicos. 

Fincas familiares: más producción, menos tierra y mejor cuidado ambiental

Los resultados fueron contundentes, de acuerdo con Dieguez: "En el 96,8% de las comparaciones, el desempeño ambiental de las unidades familiares fue superior. Las fincas familiares conservaron mayor superficie de bosques y pastizales, presentaron mayor biodiversidad, protegieron mejor los suelos y ofrecieron más servicios ecosistémicos, independientemente de la región o del sistema productivo analizado". 

"Otra cosa interesante que observamos es que los predios familiares son más resilientes: ante el avance de la agricultura, en ellos resultó menos afectada la provisión de servicios ecosistémicos que en los no-familiares" explicó Dieguez, quién también forma parte del Laboratorio de Análisis Regional y Teledetección de la FAUBA. 

El gran aporte al cuidado medioambiental se debe al fuerte arraigo y la visión largoplacista de los agricultores familiares, ya que esperan transferir la tierra a la siguiente generación. De esta manera, se ven incentivados a adoptar prácticas más sostenibles con respecto al ambiente, asegurando la calidad del principal recurso que le provee trabajo y alimento al sistema familiar. 

Y agrega: "Las fincas familiares fomentan paisajes multifuncionales que proveen bienes muy variados, y eso trae beneficios ambientales, sociales y económicos. O sea: producen alimentos y productos básicos, y también contribuyen a brindar otros servicios ecosistémicos -como control de erosión o inundaciones, o formación de suelo-, aun más que las fincas no-familiares". 

Sin embargo, Dieguez aclara que los resultados no implican una superioridad automática de todos los sistemas familiares. Y sostiene: "Hay productores no familiares que hacen las cosas muy bien. Deberíamos estudiar esas explotaciones, analizar sus manejos y el uso de recursos para entender cómo alcanzan buenos resultados ambientales". 

¿Cuál es la situación en la Argentina? 

Según Dieguez, varias regiones del país son comparables con Uruguay en términos físicos, productivos y sociales, por lo que el estudio podría replicarse. Sin embargo, en el caso de la Argentina el principal obstáculo es la falta de información pública que identifique el tipo de productor que trabaja en cada parcela. 

"En este punto debo referirme al contexto político actual de nuestro país, ya que se desarticularon casi todas las políticas públicas de apoyo a la producción agropecuaria familiar. Por ejemplo, el Instituto Nacional de la Agricultura Familiar, Campesina e Indígena, el programa ProHuerta o la Dirección Nacional de Agroecología", señaló. Además, a este contexto político adverso se suma el desfinanciamiento del INTA, que limita la extensión rural y la asistencia técnica a pequeños productores. 

En este sentido, el representante de la FAUBA concluyó que el estudio pone en evidencia la necesidad de invertir en políticas públicas que fortalezcan a la producción agropecuaria familiar. Ya que este tipo de sistemas productivos genera beneficios colectivos que exceden ampliamente la renta individual del productor, por lo que resulta clave revalorizar a la producción familiar no solo como proveedora de alimentos, sino también como un actor estratégico en la conservación ambiental y en la resiliencia de los agroecosistemas. 

La producción familiar no solo alimenta, sino que también conserva y aporta resiliencia a los agroecosistemas. En un contexto de cambio climático, presión sobre los recursos naturales y debates crecientes sobre sostenibilidad, los datos sugieren que invertir en políticas públicas para fortalecer a la agricultura familiar no es solo una cuestión social, sino una decisión ambiental y productiva de largo plazo. 

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