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Aceite de oliva virgen extra de San Juan obtiene sello de Identificación Geográfica y refuerza su prestigio internacional

Con un perfil sensorial distintivo y un fuerte arraigo territorial, el aceite de oliva virgen extra sanjuanino fue reconocido con el sello de Identificación Geográfica (IG), lo que le otorga protección, valor agregado y proyección comercial.

31 de Julio de 2025

 La provincia de San Juan dio un paso significativo para consolidar su perfil agroindustrial al obtener, para su aceite de oliva virgen extra, el sello de Identificación Geográfica (IG). Se trata de un reconocimiento oficial que distingue productos de calidad vinculados a un origen específico, en este caso caracterizado por las condiciones climáticas, el tipo de suelo y los saberes locales que le confieren al aceite sanjuanino características fisicoquímicas y organolépticas singulares.

Gracias a esta distinción, las marcas locales que cumplan con los estándares establecidos podrán etiquetar su producción 2024 con el sello IG, lo que garantiza autenticidad, trazabilidad y calidad certificada. El proceso de certificación requiere verificar que los olivares estén compuestos por variedades autorizadas y que las plantas industriales reúnan las condiciones exigidas, además de controles y auditorías durante la cosecha y elaboración.

Pierluigi Pierantozzi, investigador del INTA San Juan y coordinador del Banco de Germoplasma de Olivos, destacó que la IG "es un sello que reconoce la identidad de un producto, con cualidades físicas, sensoriales y biológicas propias del territorio donde se origina". A diferencia de la Denominación de Origen (DO), que exige que todas las fases de producción y elaboración ocurran dentro de una región, la IG permite que al menos una de ellas tenga lugar en el territorio definido.

El INTA tuvo un rol central en la obtención de esta certificación. Proveyó el respaldo científico necesario sobre las variedades implantadas, sus características morfológicas y químicas, mientras que la Universidad Católica de Cuyo aportó el análisis organoléptico. El proyecto fue impulsado por la Cámara Olivícola de San Juan y articuló esfuerzos de entidades públicas, privadas, provinciales y nacionales, además de la participación activa de productores.

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Parte clave de este logro fue el trabajo del Banco de Germoplasma de Olivos del INTA, reconocido por el Consejo Oleícola Internacional (COI), que alberga más de 100 variedades y cerca de 1.000 plantas. Esta colección, declarada Patrimonio Cultural y Natural de San Juan en 2019, no solo resguarda biodiversidad, sino también saberes y prácticas ancestrales de valor histórico.

Entre las variedades destacadas figura la Arauco, autóctona de la Argentina, con potencial para integrarse plenamente a la certificación IG. "Contar con esta identificación no solo protege nuestro producto de imitaciones, sino que también abre nuevas oportunidades comerciales y posiciona a San Juan como referente en calidad olivícola", concluyó Pierantozzi.

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