El cerdo gana espacio en la mesa de los argentinos
El consumo de carne porcina en Argentina creció de manera sostenida en los últimos 20 años, mientras los productores advierten sobre las desigualdades frente a la importación desde Brasil.
Larry Bartoloni, productor porcino y miembro de la Cámara de Productores Porcinos de Córdoba, analizó la situación del sector, el crecimiento del consumo interno y las dificultades que impone la importación desde Brasil, en una entrevista con Chacra Agro Continental.
El consumo de carne de cerdo en Argentina alcanzó los 18 kilos por habitante por año, una cifra que contrasta fuertemente con los apenas 5 kilos de la década del 90. En ese entonces, el 80% de la carne porcina se destinaba a la industria para elaborar fiambres y embutidos, mientras que solo un 10% se comercializaba como carne fresca. Hoy la situación se revirtió: el 80% del consumo actual es de carne fresca, lo que marca un profundo cambio en la matriz de consumo nacional.
Bartoloni señaló que esta transformación se dio gracias a las mejoras tecnológicas en la producción y al crecimiento sostenido del sector en las últimas dos décadas. Actualmente, la carne de cerdo compite como una opción más entre las preferencias de los argentinos, junto con la carne vacuna y la aviar. De hecho, la carne aviar está disputando el primer lugar de consumo con la vacuna, y el cerdo se posiciona en tercer lugar.
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En cuanto a la producción porcina, destacó que el país cuenta con un sistema altamente profesionalizado, con inversiones significativas y niveles de competitividad elevados. Sin embargo, advirtió que la importación de carne de cerdo, especialmente desde Brasil, tiene un impacto negativo sobre los productores locales. Aunque aclaró que se trata de una práctica habitual en el comercio global, consideró que las condiciones en las que se realiza no son equitativas.
El productor remarcó que mientras en Argentina está prohibido el uso de promotores de crecimiento en la producción porcina, una decisión basada en la calidad del producto y en los requisitos de los mercados internacionales, en Brasil su uso es común. Esta diferencia genera una competencia que calificó como desleal, ya que afecta los costos de producción y altera las condiciones del mercado. Además, indicó que las carnes que ingresan desde Brasil suelen estar congeladas y provienen de un sistema que cuenta con subsidios o apoyos estatales que en Argentina no existen.
A pesar de este escenario adverso, Bartoloni sostuvo que el sector continúa en expansión. Desde hace más de 20 años muestra un crecimiento constante, impulsado por su potencial productivo y por una cadena de valor bien posicionada. A su juicio, la carne porcina argentina tiene un futuro promisorio, tanto por su calidad como por el desarrollo tecnológico que la respalda.
Un producto elegido por su calidad
Los cortes más demandados por los consumidores argentinos incluyen el pechito, el carré, la bondiola y el matambre, aunque todos los cortes gozan de buena aceptación. La carne de cerdo se destaca por ser económica, sana y de excelente calidad. A diferencia de la carne vacuna, el cerdo no posee grasa intramuscular; su grasa es externa, lo que la convierte en una carne magra en más del 60%. Además, la poca grasa presente es de altísima calidad, lo que la vuelve una opción saludable.
Rentabilidad y reclamos fiscales
En cuanto a la rentabilidad, Bartoloni indicó que producir cerdo en Argentina sigue siendo un negocio rentable, aunque reconoció que el sector ha atravesado momentos más favorables. Durante los años de mayor expansión, el consumo pasó de 5 a 16 kilos por habitante, lo que representó un crecimiento del 200% en una década.
Actualmente, el negocio se mantiene en condiciones normales, en un contexto económico desafiante para todo el país. Uno de los principales obstáculos, según explicó, es la cuestión impositiva. En 2017 se modificó la alícuota del IVA para el sector porcino, reduciéndola al 10,5% para las ventas, mientras que las inversiones en bienes de capital siguen tributando al 21%. Esta diferencia genera un saldo a favor de IVA que no se recupera y termina siendo un costo adicional para los productores.
También mencionó como problema histórico la falta de acceso al crédito, aunque reconoció que este aspecto comienza a mostrar señales de mejora. A pesar de todo, el sector mantiene la expectativa de seguir creciendo y consolidándose como uno de los pilares del consumo de carnes en Argentina.