Especies invasoras: el daño oculto que deja huella en los ecosistemas
Un estudio liderado por la FAUBA reveló que la polilla esponjosa, una especie exótica, altera la química de los bosques y reduce drásticamente la supervivencia de insectos nativos.
Cada año, desaparece cerca del 1% de las especies de insectos del planeta, piezas clave en los ecosistemas. Aunque el foco mediático suele estar puesto en animales grandes como osos polares o ballenas, la extinción silenciosa de los insectos representa una amenaza igual de grave. Una de las principales causas: la invasión de especies exóticas.
En ese contexto, una investigación conjunta entre la Facultad de Agronomía de la UBA (FAUBA) y la Universidad de Wisconsin-Madison (EE.UU.) encontró que la polilla esponjosa (Lymantria dispar), una especie invasora, redujo la supervivencia de la polilla nativa Antheraea polyphemus al 17,5%, en bosques del hemisferio norte.
"Una invasión biológica puede afectar a la fauna local incluso cuando las especies no coexisten en el tiempo", explicó Patricia Fernández, docente de Biomoléculas en la FAUBA e investigadora del CONICET.
Un enemigo voraz que deja un legado tóxico
La polilla invasora habita los bosques de álamos durante la primavera, mientras que la nativa lo hace en verano. Sin embargo, pese a esta separación temporal, el daño fue profundo. "A fines del verano, el 82,5% de las polillas nativas había muerto, y las sobrevivientes presentaron un crecimiento muy reducido", detalló Fernández.
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¿Cómo ocurrió? Las larvas de la polilla esponjosa defoliaron casi por completo los álamos, y cuando las polillas nativas buscaron alimento meses después, solo encontraron rebrotes de verano. Pero esas hojas nuevas, alteradas por el estrés de la defoliación, tenían un 700% más de defensas químicas tóxicas que las hojas de un bosque libre de invasoras.
"El ataque de la polilla exótica creó un paisaje tóxico que puede perdurar durante meses", señaló Fernández. Este fenómeno, conocido como "legado", ocurre cuando una especie exótica altera la química del ambiente y perjudica indirectamente a las nativas que llegan después.
Una amenaza sin fronteras
Aunque la polilla esponjosa no habita en Argentina, Fernández advirtió que este tipo de impacto podría replicarse en otras regiones del mundo, incluida Sudamérica. "Si una especie invasora llegara a nuestros bosques de pinos o eucaliptos, podría desencadenar efectos similares sobre insectos locales".
En la actualidad, la investigadora continúa estudiando cómo varían las biomoléculas vegetales en distintos escenarios, como el aumento de la temperatura o la presencia de micorrizas, con el objetivo de comprender el rol de estas sustancias en las cadenas tróficas y diseñar estrategias para conservar la biodiversidad.
Los resultados del estudio fueron publicados en la revista científica Ecology and Evolution y abren la puerta a nuevos enfoques para abordar los impactos ecológicos menos visibles -pero no por eso menos devastadores- de las especies invasoras.