Exportación de carne: la política global redefine el tablero y Argentina ajusta su estrategia
Con aranceles, investigaciones y nuevos plazos regulatorios, las decisiones de las principales potencias vuelven a marcar el ritmo del mercado exportador. En un escenario más exigente, Argentina enfrenta menores volúmenes y mayor competencia
El cierre de 2025 encuentra al mercado exportador de carne vacuna atravesado por un reacomodamiento profundo, impulsado por decisiones políticas y comerciales de los principales actores globales. Tal como señala el informe de Rosgan, la política internacional vuelve a ocupar un lugar central en la escena global, reconfigurando oportunidades y desafíos para los países exportadores.
Cada país juega con sus propias reglas
Uno de los movimientos más determinantes vino desde Estados Unidos, donde la administración del presidente Donald Trump decidió eliminar el arancel del 40% que afectaba a más de 200 productos brasileños, incluida la carne bovina. La medida, con aplicación retroactiva, devuelve competitividad a Brasil en un mercado clave y abre una brecha adicional con Argentina, que en los últimos meses ya enfrentaba dificultades de costos internos y precios de hacienda en alza.
Por su parte, China profundizó la incertidumbre al extender por otros 60 días la investigación de salvaguardias sobre carne vacuna importada, que debía resolverse en noviembre. La decisión desplaza el dictamen final al 26 de enero de 2026, un movimiento que impacta de lleno en Argentina, donde el 70% de los embarques de carne vacuna tiene destino en ese país. Aunque la prórroga da un respiro temporal, también prolonga la tensión sobre un mercado decisivo para el sector.
A este escenario se suma la Unión Europea, que volvió a postergar por un año más la entrada en vigencia del Reglamento contra la Deforestación (EUDR), por lo que la fecha para empresas medianas y grandes queda fijada ahora para diciembre de 2026, mientras que las pymes tendrán plazo hasta mediados de 2027. La prórroga ofrece tiempo para adecuaciones, pero también extiende la incertidumbre sobre los requisitos finales y los costos de cumplimiento.
La demanda se debilita
En simultáneo, los datos globales muestran una demanda que crece con menos fuerza mientras la oferta se mantiene elevada en algunos orígenes. El Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA) ajustó a la baja su proyección de producción de carne vacuna para 2026, aun así anticipa un mercado altamente competitivo, con importaciones más retraídas y presiones internas en los países compradores.
Para Argentina, el impacto es doble, ya que en lo que va del año, las exportaciones totalizaron 588.761 toneladas, un 8,5% menos que en 2024. Sin embargo, la recaudación creció un 26,3%, sostenida por precios internacionales que promedian USD 5.360 por tonelada, un 38% más que el año pasado.
En cuanto a la reciente suba de la hacienda local, con el novillo pesado en USD 5,10/kg gancho, encareció de forma directa los costos de producción y debilitó la competitividad exportadora. Al enfrentar precios más altos que sus competidores regionales, la industria argentina pierde margen para ofrecer valores atractivos en un mercado internacional cada vez más exigente.
Con 10.800 toneladas exportadas a Estados Unidos, contra 3.400 toneladas embarcadas por Argentina, Brasil emerge una vez más como un competidor clave. Además, si China aplicara salvaguardias, el país vecino podría redirigir parte de su producción a Norteamérica, intensificando aún más la competencia y presionando los precios internacionales.
Con 97 mercados habilitados pero solo 24 destinos efectivos entre enero y octubre, Argentina continúa altamente concentrada en unos pocos compradores. Frente a un nuevo mapa geopolítico más regulado, volátil y competitivo, en donde la diversificación aparece como condición indispensable para reducir la exposición a shocks externos.
Mientras el mundo se reacomoda con nuevas sus reglas de juego, la política internacional vuelve a actuar como motor y freno del comercio global. Para la carne argentina, 2026 se perfila como un año en el que cada decisión externa podrá cambiar la ecuación competitiva.

