Plan de gobierno

"Los economistas se acomodan a los deseos de los políticos"

Roberto Cachanosky advierte que "los cambios que no se hacen oportunamente por supuestamente inviables, luego resultan más perjudiciales para la sociedad"

20 de Abril de 2015

"Bajo el argumento de lo políticamente imposible, los economistas terminan armando planes económicos explosivos", dice el economista Roberto Cachanosky en su último Informe Económico Semanal, en el marco de un análisis descarnado sobre las propuestas económicas que se debaten en estos días de cara a la elecciones y, particularmente sobre lo que haría a partir de diciembre el próximo gobierno.

Cita Cachanosky que, "en su libro El Economista y La Política, William Hutt analiza cuál es la función de los economistas que participan de la política. Resulta bastante claro que, muchas veces, los economistas terminan formulando propuestas económicas que se acomodan a los deseos de los políticos. Normalmente este comportamiento obedece a que los políticos suelen decir que tal o cual medida económica es políticamente inviable. Ante esta afirmación los economistas suelen acomodar la medida económica al gusto del político para hacerla políticamente viable, por más que la corrección sea una gigantesca payasada".

Dice Hutt en una parte de su libro que muchas veces los economistas terminan asesorando a los políticos para que éstos terminen actuando como si no hubiesen sido asesorados por economistas. Y ya repasando la historia argentina, Cachanosky, pone en consideración que "más de una vez algún economista ha aceptado la restricción de lo 'políticamente inviable' y terminaron creyendo que podían sustituir una medida de reforma estructural con algún artificio financiero, monetario o cambiario.

Tras repasar situaciones en distintas etapas y gobiernos, que considera pueden resultar experiencias alumbradoras para el el presente y el futuro inmediato, Cachanosky advierte que "el kirchnerismo deja un gasto público récord con una presión impositiva que asfixia a la gente. Estos dos problemas habrá que enfrentarlos por las buenas o por las malas. Por las buenas es ir preparando desde ahora un claro plan de reducción del gasto y de la carga tributaria y no esperar que el Estado se quede sin financiamiento y volvamos a utilizar la vieja receta de licuar el gasto público con una llamarada inflacionaria. Receta que no sirve porque la llamarada inflacionaria no elimina el gasto inútil. El despilfarro en ñoquis, fútbol para todos y demás delirios no desaparece, solo se lo licua pero sigue vivo. En cambio, una baja del gasto público que lleve a una reforma estructural fortalece las funciones propias del estado (seguridad, justicia, etc.) y elimina aquellas que no son función del Estado. No solo hay que buscar el equilibrio fiscal. También hay que lograr la eficiencia en el gasto. No gastar en cualquier estupidez que le pase por la cabeza al populista de turno".

En definitiva, Cachanosky entiende que "el desafío del próximo ministro de economía, si es que no es k y quieren recuperar la economía argentina, consiste, en parte, en convencer a los políticos que lo que ellos consideran políticamente inviable es viable y menos doloroso, y lo que ellos consideran políticamente viable termina siendo una gran perjuicio para la sociedad".

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