Productividad pendiente

Más de 10 millones de toneladas en juego si se achican las brechas productivas

En el Congreso CREA 2025 se presentaron avances del Proyecto Brechas, que busca reducir la diferencia entre el rendimiento actual y el alcanzable en cultivos clave.

22 de Septiembre de 2025

Uno de los ejes técnicos del Congreso CREA 2025 fue el Proyecto Brechas, centrado en responder una pregunta clave: ¿cuánto más podrían rendir nuestros cultivos si optimizamos las prácticas? La propuesta parte de identificar dos escalones: el rendimiento alcanzable, que representa un salto respecto al rendimiento actual mediante mejoras de eficiencia, y el rendimiento potencial, los máximos rendimientos que se pueden lograr en un cultivo y ambiente determinados.

El primer paso, explicaron los investigadores, es avanzar hacia el rendimiento alcanzable, donde la respuesta al agregado de un insumo o a la optimización de un proceso suele ser alta. En cambio, al buscar el rendimiento potencial, la eficiencia tiende a disminuir y cada kilo extra cuesta más en términos de insumos y manejo.

Cuánto hay para ganar

Con base en una amplia base de datos de productores CREA, el proyecto analizó maíz, soja, trigo y girasol. La brecha entre el rendimiento actual y el alcanzable se estimó entre un 5 y 25%, según cultivo, zona y ambiente. Traducido en números, esa brecha representa aproximadamente 1000 kilos por hectárea en maíz, 350-400 kilos en girasol y más de 700 kilos por hectárea en trigo, además de mejoras significativas en soja.

El impacto potencial es enorme: José Micheloud, ingeniero agrónomo e integrante del área de Investigación y Desarrollo de CREA, explicó que "si Argentina lograra cerrar al menos la mitad de esa brecha, podría sumar más de 10 millones de toneladas adicionales de granos por año solo en estos cuatro cultivos"

Factores clave: genética y nutrición

Para entender cómo reducir la brecha, el proyecto analizó variables de manejo en lotes CREA. Los resultados fueron contundentes: en maíz, girasol y trigo, el manejo de la genética y la fertilización explica entre el 70 y el 80% de la posibilidad de achicar la brecha. En el caso del trigo, optimizar la nutrición del cultivo puede reducir hasta un 85% de la diferencia de rendimiento.

En soja, además de la genética y la fertilización, apareció otra variable crítica: la fecha de siembra, que condiciona fuertemente el rendimiento alcanzable.

"El Proyecto Brechas nos permitió ver con datos concretos que la genética y la nutrición son los dos grandes motores de la productividad", expresó Micheloud.

La importancia de lo regional

El peso de cada factor no es igual en todas las regiones. Las características de cada zona modifican la relevancia de la genética, la nutrición u otras variables de manejo. A esto se suma la influencia de los años climáticos: la brecha no es la misma en campañas Niña que en campañas con mayor productividad.

Un ejemplo proviene de Entre Ríos, donde se cuantificaron brechas en distintos contextos climáticos. Los años con mejores condiciones ofrecen más alternativas de manejo para reducir la brecha, mientras que en años secos las posibilidades de ajuste se reducen considerablemente.

Más eficiencia, más futuro

El Proyecto Brechas dejó en claro que la clave está en combinar información, genética y nutrición para cerrar la distancia entre lo posible y lo real en cada ambiente. El desafío ahora es trasladar ese conocimiento a decisiones de manejo que permitan aprovechar el enorme potencial productivo del país, con la premisa de crecer en toneladas sin perder eficiencia.

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