Sequías y lluvias extremas desafían al agro Chaco-Santiagueño
Investigaciones del CEVARCAM-UNL y CREA Chaco-Santiagueño advierten sobre el aumento de la variabilidad climática, la frecuencia de sequías repentinas y la dificultad de adaptación de los sistemas productivos.
La región CREA Chaco-Santiagueño registra una precipitación media anual cercana a los 840 milímetros, pero este valor es apenas una referencia estadística. En la práctica, las lluvias varían ampliamente de un año a otro, y la probabilidad de registrar el promedio exacto es casi nula. Esta variabilidad climática genera alternancias entre excesos y déficits hídricos, lo que complica la planificación agropecuaria.
El investigador Miguel Ángel Lovino, del CONICET y del Centro de Estudios de Variabilidad y Cambio Climático (CEVARCAM) de la UNL, explicó durante una jornada técnica en Charata que el comportamiento de las lluvias en la región responde a múltiples factores. Entre ellos se destaca el sistema ENSO (El Niño-Oscilación del Sur), aunque aclaró que su efecto no es determinístico. "El evento de El Niño 2015/16, uno de los más intensos registrados, no generó los excesos esperados, mientras que en enero de 2018, durante una fase La Niña, se registraron lluvias torrenciales", ejemplificó.
Factores oceánicos y tendencias de largo plazo
Además del ENSO, otras teleconexiones oceánicas, como la Oscilación Multidecadal del Atlántico (AMO), influyen en el régimen hídrico regional. La AMO alterna fases cálidas y frías del Atlántico Norte cada 20 a 40 años- Durante la fase fría de la AMO (1960-2005), el Chaco-Santiagueño atravesó un período excepcionalmente húmedo. Desde 2006, con el ingreso a una fase cálida, las lluvias muestran una tendencia decreciente. "Este fenómeno contribuyó a una falsa percepción de normalidad que comenzó a revertirse a partir de 2006, con la entrada en una fase cálida de la AMO", indicó Miguel Ángel Lovino.
A diferencia del ENSO, que varía año a año, la AMO opera en escalas de varias décadas, por lo que constituye un indicador clave para la planificación agropecuaria a largo plazo.
Amenazas compuestas y sequías repentinas
Desde 2005, la región enfrenta una mayor combinación de eventos extremos: sequías prolongadas y lluvias intensas dentro de un mismo ciclo agrícola. Los indicadores climáticos confirman que el área es altamente vulnerable a estas "amenazas compuestas".
Entre ellas, destaca la sequía repentina agrícola, marcada por una rápida pérdida de humedad del suelo en pocos días. "Estas sequías no son nuevas, pero se han intensificado debido al aumento de las temperaturas extremas y la presencia de períodos prolongados sin precipitaciones, coincidiendo con etapas críticas del desarrollo de cultivos como soja y maíz", explicó Miguel Ángel Lovino.
Los registros muestran un aumento del 10 % al 18 % en los días cálidos y una reducción del 50 % en las noches frías, junto con olas de calor más largas. Las lluvias intensas son más frecuentes, pero se separan por lapsos secos prolongados, complicando el manejo del agua.
Adaptación y gestión del riesgo
Aunque los pronósticos meteorológicos de corto plazo mejoraron, prever fenómenos de mediana escala (10 a 60 días) sigue siendo difícil. Herramientas como SISSA y los modelos satelitales SMAP ayudan a anticipar sequías, aunque con precisión limitada.
Ante este escenario, los especialistas recomiendan estrategias integrales de adaptación, que combinen decisiones inmediatas con planificación a largo plazo. Entre ellas: diversificar cultivos, ajustar fechas de siembra, invertir en infraestructura hídrica y usar variedades más tolerantes al calor y la sequía. En ganadería, se prioriza el bienestar animal ante olas de calor mediante sombra, agua y ventilación.

