Un crudo diagnóstico sobre el impacto del modelo económico en el sector frutihortícola
En diálogo con Chacra 360 Continental, Mariano Winograd, reconocido analista del mercado frutihortícola, expresó su preocupación por el rumbo de la economía y su impacto en el sector productivo.
Mariano Winograd, reconocido analista del mercado frutihortícola argentino, expresó su preocupación por el rumbo de la economía y su impacto en el sector productivo. En diálogo con Chacra 360 afirmó: "Tengo la sensación de que los frutihorticultores fuimos parte de los argentinos que hace dos años votamos un cambio. Estábamos agobiados por años de prohibiciones, abusos fiscales, inflación, sin moneda ni crédito. Pero lo que se prometió en campaña, como dinamitar el Banco Central o el Estado, no fue lo que ocurrió", sostuvo.
Según Winograd, el nuevo modelo produjo una revalorización del peso argentino, que tiene efectos mixtos: "Lo positivo es que se redujo la pobreza, hay más acceso a bienes importados y la moneda es más fuerte. Pero lo negativo es que hemos perdido competitividad, como en épocas de Martínez de Hoz y Menem".
Esta situación golpea de lleno al productor, que enfrenta un doble desafío: competencia externa masiva por la apertura de importaciones y, al mismo tiempo, oportunidades para invertir por la baja de precios en maquinaria y tecnología. "El productor está hackeado", graficó Winograd, quien remarcó que el mercado está deprimido y dio un ejemplo claro: "Estoy en el Mercado Central un miércoles sándwich entre dos feriados y hay muy poca actividad. El dinero no alcanza".
Respecto a las distorsiones de precios entre lo que cobra el productor y lo que paga el consumidor, Winograd apuntó a los altos costos logísticos que no bajan con la caída de los precios. "Tenemos una ineficiencia en la cadena. Cuando un cajón de lechuga vale 4.000 o 5.000 pesos, los costos de transporte, energía, alquiler y distribución siguen siendo altísimos. En productos de mayor valor como una palta o un arándano, el impacto logístico es menor. Pero en frutas y hortalizas básicas, pesa muchísimo".
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Sobre el bajo consumo de frutas y verduras en Argentina, el diagnóstico fue igual de elocuente: "Estamos en la mitad de lo que recomienda la OMS. En los años 80 consumíamos 180 kilos por habitante por año, hoy apenas la mitad. Se perdió la dieta mediterránea. La industria alimentaria creció con fuerza, pero la frutihorticultura se estancó".
Winograd recordó que esta caída en el consumo es un fenómeno global, aunque en países como Perú ocurrió lo contrario: "Pasaron de ser un país atrasado a una potencia exportadora. Nosotros tomamos el camino inverso". No obstante, se mostró esperanzado: "No soy apocalíptico. La humanidad aprende. Así como antes era común fumar en todos lados y hoy es impensado, los hábitos pueden cambiar con más conciencia sobre salud y medio ambiente. La frutihorticultura tiene que incorporar esos desafíos".
Y cerró con humor: "Me comprometo a ir a desayunar y hablar largo y tendido sobre frutas y hortalizas... Llevo palta".