METODOLOGÍAS PRÁCTICAS

Cómo biorremediar los suelos deteriorados

El INTA hace años estudia alternativas para recuperar los suelos contaminados y prevenir la degradación.

Valeria GuerraINTA
18 de Enero de 2016

El suelo es un ser vivo, es un recurso natural que se ha formado por miles de años y sirve de sustento para las plantas. En su interior hay un sistema biológico activo –microorganismos- que tiene distintos beneficios fundamentalmente para los cultivos, ya que se nutren y sacan su agua y respiran dentro de la matriz del suelo. Los principales contaminantes del suelo -metales pesados, residuos de la industria y baterías-, producidos por acción antrópica o natural, se acumulan y no permiten un proceso de degradación adecuado en un tiempo razonable.

La biorremediación es un conjunto de metodologías que principalmente se valen de la biología, y devuelven un ser natural a al estado en el que estaba”, explicó Lucrecia Brutti, investigadora del Instituto de Suelos del INTA. Y agregó que “si hablamos de biorremediación de suelos, contamos con técnicas in situ y técnicas ex situ, trasladando el suelo contaminado a un lugar para tratarlo y luego devolverlo a su sitio”.

Las metodologías pueden ser biológicas –usando microorganismos o plantas-, químicas –incorporando nutrientes para degradar compuestos-, o físicas –con arados o venteos-.

A la hora de elegir la metodología adecuada, Brutti hizo hincapié en “evaluar costo/beneficio” y ejemplificó técnicas económicas como lo es el compost para degradar materia orgánica. También, en algunos suelos contaminados se agrega compost porque cambia la biodisponibilidad del metal pesado.

Un concepto que destaca la especialista es el de “bioprofilaxis”. “Porque hay contaminación existe la biorremediación, pero ahora se sabe que puede hacerse prevención o bioprofilaxis”, remarcó Brutti. En esta técnica, se utilizan metodologías que limitan la futura contaminación, conociendo previamente los procedimientos para limitar un entorno. “Esto sucede por ejemplo con los rellenos sanitarios”, ejemplificó Brutti, en donde se sabe que se tiene que implementar una normativa para confinar esos residuos, y que las externalidades de esos residuos no produzcan afectación a los recursos naturales ni al hombre. “Hay que monitorear y evaluar permanentemente que es lo que está haciendo y manejarse con plantas de tratamiento de percolado, con captura de gases, que se pueden transformar en electricidad”, afirmó.

El INTA actualmente tiene un proyecto sobre manejo de residuos. El INTA Rafaela ha estudiado cómo separar el sólido del líquido en el caso de los tambos, tratar el agua por distintas lagunas para volver a usarla como agua de lavado de la sala de ordeñe y ensayar la parte sólida distribuyendola en el campo con la posibilidad de usarla por sus propiedades fertilizantes. 

“En el caso concreto del tambo con el que estamos trabajando, estamos haciendo estudios de fitotoxicidad con semillas sensibles como rabanito y lechuga para establecer las posibilidades de uso con otros cultivos”, explicó Brutti. Estos productos se tratan de utilizar en los grandes cultivos por un tema de dinero, pero no en los cultivos hortícolas. Uno ve ahí si tiene alguna limitante para la germinación o para el desarrollo de estos vegetales sensibles. 

Brutti comentó que están trabajando concretamente con un residuo de la lechería del INTA de Rafaela, y también con el lixiviado de la industria de los biocombustibles. Viendo las limitaciones se debe ensayar luego sistemas alternativos de tratamientos con otros procesos como el compostaje por ejemplo.