La calidad del expeller, un eslabón clave en la cadena de la soja
El INTA advierte sobre la importancia de preservar la calidad del grano para asegurar el valor nutricional del subproducto utilizado en alimentación animal y humana.
El expeller de soja, producto del proceso de extrusado-prensado, se consolidó en los últimos años como un eslabón estratégico en la cadena agroindustrial argentina. Su relevancia radica en que constituye una materia prima esencial para la elaboración de alimentos balanceados destinados a aves, cerdos y bovinos, y más recientemente, también se utiliza en la industria de alimentos texturizados para consumo humano.
Actualmente, en el país funcionan unas 400 plantas Pymes dedicadas a la producción de aceite y expeller de soja, lo que genera un impacto directo en las economías regionales. En este contexto, el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) subraya la necesidad de preservar la calidad del grano desde el origen y a lo largo de todo el proceso de industrialización, una condición clave para garantizar la eficiencia productiva y la inocuidad de los alimentos.
El tema fue eje de debate durante la 9ª edición del Congreso Internacional de Extrusores y BioPymes de la Región Centro, realizado el 8 y 9 de octubre en Paraná, Entre Ríos, donde técnicos, investigadores y empresarios analizaron los avances del sector.
Según explicó Alejandro Saavedra, especialista del INTA, el expeller de soja presenta un contenido proteico del 42 al 47% (base seca), dependiendo de la calidad de la materia prima y la ubicación de las plantas. A diferencia de la harina de soja obtenida por extracción con solventes, este subproducto conserva entre 5 y 8% de materia grasa, lo que le aporta mayor energía y valor nutricional.
Estudios realizados por la Estación Experimental Agropecuaria Marcos Juárez del INTA confirman que la calidad de la soja es un factor determinante: "Si baja la calidad del grano, inevitablemente baja la calidad del expeller", señaló Saavedra. Para controlar este aspecto, las plantas incorporan tecnologías como la espectroscopía NIRS, que permite verificar en tiempo real los contenidos de proteína y aceite, y así asegurar la calidad del producto final.
El proceso de extrusión y prensado también cumple un rol clave al estabilizar y desactivar los granos, mejorando la digestibilidad de las proteínas. "Cuando el control de temperaturas es adecuado, el expeller conserva aminoácidos esenciales y reduce el daño proteico, lo que se traduce en una mayor eficiencia productiva", explicó el técnico.
Otro atributo destacado del sistema es su carácter mecánico y libre de hexano, ya que no utiliza solventes químicos para la extracción del aceite. "Esto mejora la inocuidad del aceite obtenido y evita la presencia de trazas de solventes", agregó Saavedra.
Gracias a estas cualidades, el expeller libre de hexano tiene potencial exportador, además de su papel central en la cadena de producción animal. Y su incorporación al mercado de alimentos texturizados para consumo humano abre nuevas oportunidades para la industria, que deberá seguir mejorando su eficiencia sin resignar calidad.
De este modo, la cadena del expeller se consolida como un pilar estratégico para la sostenibilidad y diversificación de la soja argentina, uniendo valor agregado, innovación tecnológica y calidad nutricional.