Con 2,5 millones de hectáreas, el girasol vuelve a ganar terreno en Argentina
Con una siembra estimada de 2,5 millones de hectáreas y una producción proyectada en 5,1 millones de toneladas, el girasol se encamina a su mayor nivel en más de dos décadas.
La producción de girasol en Argentina atraviesa un nuevo ciclo de expansión. Con una superficie sembrada estimada en 2,5 millones de hectáreas para la campaña 2025/26 -un incremento respecto de los 2,2 millones de hectáreas del ciclo previo-, el país podría alcanzar una cosecha de 5,11 millones de toneladas, la más alta en más de un cuarto de siglo, señala un informe de la Bolsa de Comercio de Rosario.
El contexto acompaña: los precios internacionales se mantienen firmes, las condiciones hídricas son favorables en buena parte de las zonas productoras y la industria aceitera muestra un nivel de actividad sostenido. Solo el sur bonaerense y parte de La Pampa registran demoras en las labores por exceso de humedad, aunque la buena reserva de agua augura una sólida campaña a mediano plazo.
Una recuperación histórica
Si las proyecciones se consolidan, la oferta total de girasol alcanzaría 6,13 millones de toneladas, 600.000 toneladas más que en el ciclo 2024/25 y un 30% por encima del promedio de los últimos cinco años. La superficie proyectada marcaría, además, el mayor nivel de siembra en 18 años, reflejando el renovado interés de los productores por un cultivo que combina estabilidad de rendimiento y rentabilidad.
Avances tecnológicos y mejoras en calidad
El girasol tiene una larga historia en el país: comenzó a expandirse a fines del siglo XIX, pero fue desde la década de 1970, con la llegada de los primeros híbridos, cuando el progreso genético impulsó un crecimiento sostenido en rendimiento y contenido de aceite. Según datos de la SAGyP, el rinde promedio nacional pasó de 775 kg/ha en los años setenta a 2.066 kg/ha en la última década, un salto del 166%. A la par, el contenido graso del grano mostró una mejora constante en los últimos 16 años, fortaleciendo la competitividad de la industria aceitera, que obtiene así una mayor extracción por tonelada procesada.
Mercado interno dinámico
El ritmo de comercialización del girasol 2024/25 también evidencia el buen momento del sector: se llevan negociadas 3,6 millones de toneladas, el mayor volumen desde 2007/08. Hasta el momento, se vendió el 77% de la producción estimada, muy por encima del promedio histórico. Además, el 2025 muestra un comportamiento estable incluso tras el pico de cosecha, con una alta proporción de contratos a precio firme, lo que refleja confianza en el mercado.
Para la próxima campaña 2025/26, ya se anticiparon ventas por 567.900 toneladas, de las cuales más de 460.000 tienen precio fijado. Es el volumen más alto de comercialización adelantada desde 2006.
Industria aceitera en expansión
Entre enero y agosto de 2025, la molienda de girasol alcanzó 3,18 millones de toneladas, el mayor nivel en 25 años. Solo en agosto se procesaron casi 462.000 toneladas, un registro que no se veía desde 1997. Si las proyecciones se cumplen, el crush total podría llegar a 4,8 millones de toneladas en 2026, consolidando el buen momento industrial y generando una mayor disponibilidad de aceite y harina para exportación.
Exportaciones en alza
En el frente externo, Argentina mantiene una posición competitiva en el mercado global del aceite de girasol, beneficiada por los stocks ajustados en la región del Mar Negro y la demora en la oferta de competidores clave como Ucrania y Rusia. Entre enero y agosto se exportó 1 millón de toneladas de aceite, un 54% por encima del promedio de los últimos cinco años. Para el cierre del ciclo actual se prevén 1,3 millones de toneladas exportadas, y para 2026, las estimaciones ascienden a 1,5 millones de toneladas, lo que podría constituir un récord en lo que va del siglo.
Perspectivas
Con una combinación de tecnología, condiciones climáticas favorables y buena demanda externa, el girasol argentino se encamina a un ciclo de alta competitividad. El desafío hacia adelante será sostener este impulso con políticas que acompañen la inversión y la agregación de valor en toda la cadena.