Ananá bajo cubierta
En Misiones, técnicos del INTA Santa Pipó validaron el procedimiento para producir frutos de excelente calidad siguiendo algunas claves en el manejo
Naná naná en guaraní significa “perfume de los perfumes”, y tal es el origen del nombre del fruto más dulce y aromático: el ananá. Este cultivo es tropical por naturaleza, pero la alta demanda mundial ha llevado al hombre a crear diferentes técnicas para producirlo. “Este cultivo está pensado como una alternativa para productores hortícolas que ya producen bajo cubierta como modo de diversificar su oferta”, introduce el Ing. Fabio Wyss desde el INTA AER Santo Pipó, “es un ingreso interesante para él y su familia por tratarse de un cultivo que no necesita mucha mano de obra, al contrario de las hortalizas”.
En nuestro país, la demanda de ananá se cubre con productos que habitualmente provienen de Brasil, Bolivia y Colombia. En Misiones hay experiencias de cultivo a cielo abierto en zonas donde hay poca ocurrencia de heladas, y su producción se vende en la región. Alentados por las buenas perspectivas comerciales por un lado, y por la necesidad de los productores de incrementar su producción en calidad y cantidad, los investigadores desarrollaron un protocolo para su cultivo bajo cubierta. Las claves para el éxito radican en cuatro puntos: una selección correcta de mudas, un plan sanitario acorde, la inducción de la floración, y un calendario de fertilización. Todo en un sistema de temperatura y riego controlados.
Luis Alberto Marmelicz y Héctor Barboza del AER Montecarlo elaboraron una cartilla para la producción de mudas a partir de tallos de plantas que ya fueron cosechadas. El ananá también se multiplica por hijuelos que nacen en las axilas de las hojas de la planta madre, según la posición en la planta donde nacen es su tamaño y vigor. Los de abajo son más grandes, los de arriba más pequeños; pero todos pueden generar una buena planta.
“La producción de mudas de ananá es una práctica de carácter accesible y ventajosa para quienes deciden trabajar con este cultivo”, reza la cartilla y enumera algunas ventajas: La producción de mudas a través de este método permite aumentar la capacidad de producción, obtener mudas más sanas y con mayor uniformidad. El procedimiento comienza con la selección y arrancado de plantas, tarea que tiene lugar después de que se ha realizado la cosecha. Se procede a la extracción de hojas y a una exhaustiva selección de troncos, eliminando aquellos con síntomas de enfermedades. Se preservan los tallos en ambientes aireados, preferentemente bajo techo. Si se los va a guardar por un tiempo conviene, previo a su acondicionamiento, sumergirlos en caldo desinfectante durante unos 8 minutos. Este preparado lleva etión al 1,5 por mil, dimetoato al 0,7 por mil, o carbaryl al 1,2 por mil. Se puede aplicar también como fungicida carbendazim al 2 por mil. Son insecticidas para prevenir la cochinilla, broca y fusiarosis. Si se percibe la presencia de la enfermedad causada por el hongo Phytophthora spp, hay que agregar al caldo Aliette o Mikal al 2,5 por mil. “Los controles sanitarios no son ni muy costosos ni complicados, pero es necesario ser ordenado en los tiempos de las aplicaciones. Muchas veces se comete el error de no aplicar los preventivos porque se ve a la planta sana, y cuando la enfermedad se manifiesta ya es tarde. Es clave el trabajo preventivo”, remarca Wyss.
El trozado de las mudas se hace cuidando que las mismas tengan unos 10 cm. de largo. De acuerdo al grosor de las mismas se le realizan particiones en 2 o 4 secciones, con al menos 1 yema. Los trozos se orean o sazonan entre 3 a 10 días según la humedad ambiente, en lugares aireados y protegidos de las lluvias. El uso de una “guillotina” casera (consistente en un machete montado sobre una mesada) favorece una correcta sección de los troncos sin dañar las yemas.
Puntos a tener en cuenta
Los invernáculos deben prepararse de la siguiente manera antes de la plantación: los canteros deben tener el suelo suelto, tiene que haber un sistema de riego adecuado y estar prevista la protección contra heladas y quemaduras de sol. Se recomienda plantar en surcos, dejando 10 cm. entre plantas y 10 cm. entre líneas. Los plantines o mudas se introducen con un tamaño entre 600 y 800 gramos a fin de llegar lo más rápido posible a la cosecha (tiene un ciclo aproximado de 13 meses). Conviene colocar el trozo del tallo con una leve inclinación y siempre con las yemas hacia arriba. Se tapa con 1 a 2 cm. de tierra.
“De acuerdo a las temperaturas medias y a la intensidad de las heladas se tendrían que usar calefactores”, advierte Wyss, “Habría que ver la radiación solar en invierno porque si es baja y las temperaturas también bajas el ananá va a detener su crecimiento en otoño- invierno y sus ciclo se va a prolongar resultando económicamente no viable”.
Otra de las claves tiene que ver con inducir la floración. Esta técnica permite una floración uniforme y una cosecha concentrada lo que acorta los tiempos de ocupación del invernáculo. Esto se consigue a partir de la aplicación a las plantas de una solución de Erthel combinada con urea y cal hidratada, cuando su peso aproximado ronda los dos kilos. En cuanto a la fertilización, este procedimiento lleva un plan acorde a cada etapa del cultivo.
Un invernáculo de 336 metros puede producir 2000-2200 frutas por ciclo. “Pensamos este cultivo para un productor pequeño. En Misiones más del 80 % de los mismos no tienen más de 25 hectáreas y son diversificados”, agrega el técnico del INTA, “Es un esquema que podría funcionar en otras regiones del país siempre que se den las condiciones óptimas de temperatura y no influyan algunos factores como la longitud del día”.
El momento de la cosecha está marcado por el cambio de color del fruto, cuya tonalidad pasa de verde a amarillo, partiendo de la base en forma progresiva hacia arriba. En función de la distancia que tiene su destino final, se extrae el ananá más tarde o más temprano: desde que tiene un 25% de cambio de color hasta que esté casi todo amarillo anaranjado. Se cosecha de forma manual, y el fruto es bastante resistente una vez retirado de la planta, aunque debe protegerse del sol intenso.