Clima

No son pasajeras

En lo que va del año son varias las localidades que han recibido precipitaciones mayores a su media anual. Veamos las consecuencias

INTA
31 de Julio de 2014

Podemos considerar que el sur de la provincia de Santa Fe y el noroeste de la provincia de Buenos Aires constituyen el corazón de la Pampa húmeda, región muy importante desde el punto de vista de la producción agropecuaria del país. La misma, se caracteriza por tener precipitaciones promedio anual entre 900 y 1100 mm de oeste a este. Es característico que las precipitaciones anuales se concentren en otoño y verano, y tengan menores valores en invierno y primavera. Sin embargo, no todos los años se presentan con la misma intensidad, siendo el año 2014 hasta la fecha uno de los más lluvioso para algunas localidades (cuadro 1).

Cuadro 1: lluvias mensuales y acumuladas en el primer semestre del año 2014, en algunas localidades del sur de Santa Fe y noroeste de Buenos Aires. Los valores están expresados en mm de lluvia caída.

Como se puede observar en el cuadro, las tres localidades ubicadas más al norte de la región registraron, para el primer semestre, valores más altos que el promedio semestral (500-550mm), pero cerca del mismo. Sin embargo, en el resto de las localidades ubicadas más al sur y el este de la región, el acumulado del semestre no sólo supera el promedio semestral, sino que casi representa el promedio anual. En el caso de Pergamino, ya supera su propio promedio anual y el de la región.

Las consecuencias

Como consecuencia de los altos niveles de precipitaciones, dependiendo del relieve de terreno, se han registrado situaciones de campos cubiertos con agua en forma temporaria o casi permanente. En relieves con buena pendiente, el agua se escurre por canales y arroyos o se acumula en sectores bajos. Estos escurrimientos, suelen producir erosión de la superficie del suelo, lo cual tiene un efecto negativo desde el punto de vista agropecuario y de la conservación del medio ambiente. 

En las zonas más planas, el movimiento de agua es más lento y esta se acumula en las zonas bajas o lagunas, produciendo anegamientos temporarios de sectores productivos y el ascenso de napas freáticas en toda la zona.

Cabe destacar que en la región pampeana los otoños húmedos coinciden con el período de barbecho entre cultivos, provocando la recarga del perfil del suelo y permitiendo que los cultivos de invierno comiencen su crecimiento con alta disponibilidad de agua en el suelo. No obstante, en el presente año, las altas precipitaciones se dieron en la época de finalización del ciclo de los cultivos y su cosecha. De esta manera, la presencia de agua en superficie impidió la recolección de granos en amplios sectores del campo.

Por otra parte, los lotes con presencia de napas freáticas cerca de la superficie del suelo y/o altos contenidos de agua en el horizonte superficial, provocaron la formación de huellones más o menos profundos, debido al tránsito de rodados en la cosecha. Si bien estos huellones parecen fáciles de arreglar con una rastra de discos o rastrón, el efecto negativo para los cultivos posteriores, por la compactación sub-superficial, va a durar por varios años o se requerirá del empleo de herramientas profundas para mitigarlo.

Otro efecto negativo de estas altas precipitaciones, acompañadas de lluvias durante el mes de mayo y junio, fue el retraso en la fecha de siembra en los trigos de ciclo largo o dificultades en la operación de siembra.

Las perspectivas para el resto del año con pronóstico de “niño” (precipitaciones por encima del promedio) no son halagüeñas, pero esperemos que las lluvias vengan bien distribuidas y no superen demasiado a la media histórica.

José Miguel Andriani-INTA


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