Acelga todo el año
Con un buen sistema de asociaciones y rotaciones en la huerta, se puede tener acelga en cualquier estación. Una verdura rica y nutritiva para aprovechar.
La acelga es una de las verduras más abundantes en folatos y en betacaroteno, un pigmento natural que una vez ingerido, se transforma en vitamina A, esencial para el cuerpo humano ya que contribuye al buen sistema inmunológico, y el buen estado de la visión, la piel, el cabello y los huesos. Los folatos intervienen en la producción de glóbulos rojos y blancos, en la síntesis del material genético y también refuerzan la formación de anticuerpos. Esta verdura también contiene importante cantidad de potasio, magnesio, sodio, yodo, hierro y calcio. Además, la acelga es fácil de consumir, dado que se puede comer cruda, cocida, en rellenos, papillas y ensaladas. Por eso, es un vegetal recomendado para introducir en cualquier huerta familiar.
Desde la EEA del INTA Pergamino, el Ing. Agr. Luis Miguel Jacquelin brindó algunas recomendaciones para su cultivo dentro de un sistema de producción hortícola agroecológico. Un cultivo con estas características implica una práctica con el uso de rotaciones y asociaciones, la incorporación de aromáticas y frutales, el mantenimiento de áreas con vegetación espontánea y la implantación de cultivos de cobertura, para proporcionar abrigo y sustento a los insectos benéficos reguladores de plagas. “Para mantener la fertilidad del recurso suelo, se deben diseñar rotaciones con leguminosas, asociaciones de cultivos y el agregado de abonos orgánicos promueven una elevada actividad microbiológica del suelo y favorecen el proceso de reciclaje de nutrientes”. En el caso de la acelga, Jacquelin recomendó la asociación con haba. De esta forma la leguminosa aporta nitrógeno al suelo y esta especie de hoja puede aprovecharla. También es factible asociarla con puerro o cebolla de verdeo. En este caso estas especies aliáceas generan repelencia y evitan el ataque de pulgones.
El cultivo de la acelga en la huerta familiar
La acelga es una especie herbácea que pertenece a la familia de las quenopodiáceas, junto con la espinaca y la remolacha. Es una especie muy rústica, que soporta temperaturas muy bajas sin perder la calidad de sus hojas y también calores hasta 35ºC. Si bien es un cultivo que se siembra en una amplia gama de suelos, prefiere aquellos sueltos y ricos en materia orgánica, por esta razón se aconseja aplicar compost maduro antes de la siembra, y mantenerlos bien drenados con un rango de pH entre 6 y 6,8. Es una de las pocas verduras que resiste la salinidad. Como es un cultivo con una alta demanda de nitrógeno, se debe planificar su inclusión en la rotación luego de una leguminosa (arveja, habas, poroto, lenteja, etc.).
En el mercado hay variedades disponibles para su siembra en cualquier época del año. El Anepán INTA es indiferente a la floración prematura, lo que permite sembrarla todo el año, aunque la época óptima es desde agosto a marzo. Presenta susceptibilidad a viruela. La variedad verde de pencas anchas es para las siembras otoñales, mientras que aquella blanca de pencas anchas es más sensible a heladas que la variedad anterior, por lo que es más conveniente implantarla en primavera-verano. La Verde Anual INTA es adecuada para implantaciones desde noviembre hasta abril. Finalmente, la Bressane se puede sembrar todo el año por ser resistente a la floración prematura, pero es preferible la siembra primaveral. “Se siembra a chorrillo en líneas a 40 cm; luego se ralea dejando las plantas a 15 cm entre sí. Cuando el cultivo tiene de 5 a 6 hojas, se eliminan las plantas más pequeñas, que se pueden transplantar a otro sitio hasta que crezcan un poco más, y quedando las mejores a 15-20 cm entre sí”, continuó el agrónomo.
La enfermedad más frecuente en la acelga es la viruela. Producida por el hongo Cercospora beticola, se manifiesta por manchas circulares color café con bordes rojo-purpúreos a café oscuro en las hojas. La región central de las hojas se desprende y se origina una perforación. Se puede prevenir y controlar con Caldo Bordelés u Oxicloruro de Cobre. Otra afección es el mosaico, ocasionado por un virus. Provoca un moteado amarillento en las hojas. No es frecuente su aparición y depende de la presencia de insectos vectores como el pulgón del duraznero. También pueden aparecer las virosis, y en ese caso se observará enrulamiento o deformación de los extremos de las hojas). Para este caso se debe prevenir la presencia de pulgones, mediante trampas y cultivos atrayentes (caléndulas, sonchus o cerraja,diente de león y taco de reina).
“Ocasionalmente puede aparecer la Vaquita de San Antonio, que provoca perforaciones en las hojas desmereciéndolas. Se detecta su presencia desde mediados de primavera hasta otoño. En verano aparece el Bicho moro, ocasionando defoliación foliar severa tanto en esta especie como en pimiento”, señaló Jacquelin y recomendó un manejo agroecológico de ambos coleópteros se basa en el uso de tierra de diatomeas en espolvoreos o en dilución con agua al 1-2%. También pueden efectuarse pulverizaciones periódicas con preparados de ajo.
Cosecha
Se inicia entre los 60-100 días de la siembra según época de implantación. Es escalonada y se realiza cortando las hojas más grandes, formando atados. Se pueden alcanzar rendimientos de hasta 9 kg./m2 en implantaciones de otoño . El momento adecuado estará dado cuando las hojas han alcanzado un buen tamaño, pudiendo cortarse las plantas enteras o solamente las hojas externas. De esta manera, se permite el desarrollo de nuevas hojas en el centro de la planta y así se realizarán dos o tres cortes posteriores en las mismas plantas. El rendimiento varía entre 2 a 6 Kg por metro cuadrado, dependiendo del suelo, cultivar, época y cosecha realizada.