Control integrado: la estrategia del INTA para combatir la garrapata bovina
En un contexto donde la eficiencia productiva y la sanidad animal son factores decisivos, especialistas del INTA impulsan el control integrado como una herramienta clave para reducir pérdidas.
La garrapata bovina, uno de los principales enemigos sanitarios del rodeo, avanza en la Argentina y plantea un desafío creciente para la producción ganadera. Lo que antes se concentraba en el norte del país ahora empieza a extenderse hacia provincias con menor presencia del parásito.
El norte argentino convive con altos niveles de infestación y ya se registran casos en Corrientes, Entre Ríos, Córdoba, Santa Fe y Buenos Aires.
Frente a este panorama, en el que la eficiencia productiva y la sanidad animal resultan determinantes para la competitividad del sector, especialistas del INTA promueven el control integrado, una estrategia que combina el manejo sanitario, ambiental y genético. Se trata de una herramienta clave para proteger la salud de los rodeos y aumentar la producción de carne, especialmente en el norte argentino.
Una investigación del INTA Colonia Benítez (Chaco) confirmó la eficacia de esta estrategia: los resultados muestran que aplicar un manejo integrado puede generar ganancias de peso de entre 18 y 42 kilos por animal al año, lo que representa un fuerte impacto en la rentabilidad de los productores.
"La garrapata es un parásito que constituye una de las principales restricciones a la productividad ganadera en las regiones tropicales y subtropicales del mundo, produciendo severas pérdidas económicas en el país", explicó Victoria Rossner, investigadora del INTA Colonia Benítez. Este parásito encuentra condiciones ideales en los ambientes cálidos y húmedos, y su presencia se traduce en menor ganancia de peso, lesiones en el cuero, miasis y transmisión de enfermedades.
Para enfrentar esta problemática, el INTA impulsa un manejo integrado que permite reducir la dependencia exclusiva de los acaricidas químicos y retrasar la aparición de resistencias. Rossner señaló que la combinación simultánea de dos o más técnicas -al menos una no química- logra los mejores resultados.
El control integrado se basa en tres pilares principales:
Uso estratégico de acaricidas químicos, aplicados en momentos clave del ciclo de vida del parásito.
Rotación y descanso de potreros, que interrumpen el desarrollo de larvas en el ambiente.
Utilización de biotipos bovinos resistentes, capaces de limitar naturalmente la infestación.
"Los esquemas de control estratégico deben formar parte de un programa de mediano y largo plazo, con tratamientos concentrados en épocas específicas del año, como la salida del invierno, para lograr un efecto duradero sobre las poblaciones de garrapatas", explicó Rossner.
La investigadora también advirtió que los cambios climáticos y las transformaciones en el uso del suelo pueden modificar la distribución de las patologías infecciosas, afectando la dinámica de los parásitos. Por eso, subrayó la importancia de contar con asesoramiento profesional: "Los productores deben actualizarse y consultar a veterinarios con el conocimiento tecnológico necesario para guiarlos en el manejo integrado".
Los resultados de este trabajo y las experiencias del INTA en el control de la garrapata bovina serán presentados durante la 2° Jornada Ganadera, que se realizará el 15 de octubre en Chaco, donde se abordarán las últimas innovaciones en sanidad y sustentabilidad para la ganadería del norte argentino.