Historias de la carne

El día de la lealtad a la CARNE

El 17 de octubre de 1945 fue un día que marcó la historia argentina. Lo que muchos no saben es que el sindicato de la carne fue actor principal en la movilización y posterior liberación de Perón

17 de Octubre de 2013

Ese mítico día de la historia argentina los trabajadores de los frigoríficos encendieron la mecha de la movilización popular que finalizaría con la liberación de Juan Domingo Perón y su ascenso al poder. Marcharon desde Berisso y Ensenada y llegaron como una marea hasta la Plaza de Mayo, conducidos por Cipriano Reyes que, años después, sería expulsado para siempre del olimpo peronista

Más allá de las ideologías que moldearon el pensamiento de los historiadores vernáculos, de las tendencias revisionistas y de la puesta en escena de esa “historia para todos”, edulcorada y feliz, de los medios de comunicación, algunos de los hechos que marcaron a fuego nuestra historia –y presagiaron la “argentinidad” modelo XXI- estuvieron muy ligados a la carne vacuna.

Uno de ellos, en especial, partió como un queso la historia política en un antes y un después: el 17 de octubre de 1945.

El peronista ortodoxo, horrorizado por el inicio de la nota, se preguntará qué tiene que ver el “Día de la Lealtad Peronista” con la carne, más allá de que las manifestaciones políticas sean profusas en parrillas y choripanes.

La respuesta tiene nombre y apellido: Cipriano Reyes, uno de los “hacedores” del 17 de octubre de 1945, baluarte y mentor del sindicato de los trabajadores de la carne.

El mismo peronista ortodoxo estará ahora –dos párrafos más abajo de su primer sobresalto- al borde del colapso, porque Cipriano Reyes fue expulsado del olimpo justicialista y su sola mención constituye una herejía imperdonable.

De hecho, la historia oficial partidaria pretende erradicar su nombre de ese día en el que le disputó a Eva Duarte el centro de la escena.

¿Pero quién fue, entonces, Don Cipriano?

El polifacético Reyes era hijo de un artista de circo y una madre poeta. Hasta los diez años fue contorsionista, en 1921, se mudó junto con sus padres a Zárate y trabajó en el frigorífico Anglo, donde dos años más tarde participaría en la formación del sindicato de trabajadores de la carne. A principios de los ’40 se instaló en Berisso, se empleó como obrero del frigorífico Armour y retomó la actividad gremial.

En 1945, cuando Perón, que era secretario de Trabajo y Vicepresidente, fue obligado a renunciar y detenido en la isla Martín García, la Confederación General del Trabajo dispuso una huelga para el 18 de octubre. No se habló de movilización alguna, pero Cipriano Reyes, entre otros, decidió marchar el día previo hacia la capital para pedir la liberación de Perón.

Ese mítico 17 de octubre, los “muchachos de la carne” prendieron la mecha de la movilización popular.

“Teníamos cinco mil activistas organizados y cada uno de ellos podía traer a otros cinco, o sea que de partida contábamos con 25 mil personas dispuestas y a la mitad de camino ya éramos como 50 mil”, recordó Reyes, una y otra vez, a lo largo de su vida, desmintiendo la versión oficial de los “peronólogos” que ubican a Eva Duarte recorriendo fábricas e incitando a la manifestación.

De cara a las elecciones presidenciales, Reyes fundó el Partido Laborista de la Argentina para apoyar la candidatura de Perón, y él mismo se consagró Diputado por la provincia de Buenos Aires.

Pero no todos fueron laureles para Cipriano después del triunfo del General.

Aparentemente, al dirigente de la carne no le gustaba el verticalismo y se rebeló contra la orden de Perón de disolver el Partido Laborista para conformar el Movimiento Nacional Justicialista y de integrarse a la CGT con su sindicato.

Fue así como se enfrentó abiertamente a Perón y comenzó a sufrir una serie de atentados que casi le costaron la vida. En 1948 fue acusado de un complot contra el presidente y su esposa, lo cual le valió la tortura y la cárcel.

Fue liberado en 1955 por la autodenominada “Revolución Libertadora” y reorganizó el partido laborista, pero su estrella política -pese a que falleció muchos años después, en el 2001- ya se había apagado.

Revulsivo, contestatario y “mojador de orejas” profesional, Cipriano se pasó el resto de su vida asegurando “Yo hice el 17 de octubre”, que era casi lo mismo que decir “Yo hice a Perón”, y repitiendo que ese día “Evita nunca estuvo en la plaza”, sabiendo que ambas afirmaciones eran verdades incontrastables aunque fueran verdades a medias.

En esa pelea tan desigual entre Reyes y Duarte como epicentro del “Día D” peronista, la historia seguramente olvidará a Cipriano y rescatará a Eva, conductora espiritual del movimiento. Pero nadie podrá negar que miles y miles de trabajadores de la carne marcharon un 17 de octubre de 1945 hacia la Plaza de Mayo y gestaron un hecho que influiría en la vida política del país tanto como lo hace la carne en los estómagos de todos los argentinos, los más carnívoros del mundo.

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