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El sector agropecuario frente al gran desafío de la sostenibilidad

En base a la agenda de la sostenibilidad, el comercio y los procesos productivos están siendo reconfigurados. Han surgido un sinnúmero de iniciativas que buscan avanzar hacia procesos más eficientes, ambientalmente responsables y con miras a perdurar en el tiempo.

Bolsa de Cereales de Buenos Aires
29 de Agosto de 2022

En las últimas décadas han surgido desafíos globales que se suman al de garantizar la seguridad alimentaria mundial. Estos vienen dados por el continuo calentamiento global, el deterioro de los recursos naturales - como el agua y el suelo - la pérdida de biodiversidad y el incremento de enfermedades que afectan grandes áreas geográficas.

En base a esta agenda de la sostenibilidad (o sustentabilidad), el comercio y los procesos productivos están siendo reconfigurados. Así han surgido un sinnúmero de iniciativas, de índole pública, privada, de carácter unilateral, regional e incluso multilateral, que buscan avanzar hacia procesos más eficientes, ambientalmente responsables y con miras a perdurar en el tiempo.

Un hito en esta agenda son los Objetivos y metas de Desarrollo Sostenible (ODS) a 2030, fuertemente vinculados con el sector agrícola. Sobre esta base, Argentina ha venido trabajando, además en otros ámbitos internacionales como es el caso de la OMC o en Naciones Unidas (CMNUCC, Acuerdo de París, FAO, Cumbre de Sistemas Alimentarios, etc.), para promover la transformación de los sistemas de producción en respuesta a las crecientes demandas de consumidores y la sociedad por mayor sustentabilidad, con el foco siempre puesto en el aporte a la seguridad alimentaria. En línea con estos esfuerzos, Argentina viene consolidando un modelo productivo de intensificación sustentable, que permite el incremento de los rendimientos y la producción de manera amigable con el medio ambiente.

Pero es claro que las negociaciones exceden lo ambiental para transformarse en negociaciones sobre las condiciones de competencia económica internacional, que sentarán las bases y configuración del comercio. La producción agropecuaria se enfrenta a diversos desafíos que pueden condicionar su desarrollo y aporte a la sostenibilidad ambiental y seguridad alimentaria, o ser una fuente de oportunidades.

El rol de la Unión Europea

La UE ha marcado agenda a partir de diversas iniciativas. La más importante en la actualidad es el Pacto Verde Europeo (Green Deal), un ambicioso programa cuyo objetivo es crear un futuro más sostenible y cumplir los objetivos climáticos que limiten el calentamiento global.

Los objetivos declamados son: garantizar la seguridad alimentaria ante el cambio climático y la pérdida de biodiversidad, reducir la huella ambiental y climática del sistema alimentario de la UE, reforzar la resiliencia del sistema alimentario de la UE, y conducir a una transición global hacia una sostenibilidad competitiva "de la granja a la mesa".

Precisamente, la estrategia de la Granja a la Mesa (Farm to Fork - F2F), busca aumentar la sostenibilidad del sector agrícola para mejorar la salud de los ciudadanos y el medio ambiente por igual. Incluye planes para reducir "significativamente" el uso de pesticidas químicos, fertilizantes y antibióticos.

Diversos estudios han señalado que la aplicación de la Estrategia F2F tendrá importantes consecuencias tanto para la UE como para el mundo. Dentro de la UE, reducirá sustancialmente la producción y los ingresos de los agricultores; así como una posible pérdida de autosostenibilidad agrícola y disminuciones en las granjas familiares. A escala mundial, significan graves consecuencias para el comercio agrícola y la seguridad alimentaria mundial y, estos efectos serían mucho más profundos si los objetivos de F2F son adoptados por otros países, tal como está declarado en la Estrategia de F2F.

A esto debe sumársele el mecanismo de ajuste en frontera al carbono (Carbon Border Adjustment Mechanism - CBAM), que busca evitar la fuga de carbono, es decir, que empresas muden operaciones hacia jurisdicciones menos estrictas en materia de regulación ambiental. En marzo de 2022, el Consejo de la UE llegó a un acuerdo para implementar un CBAM[1] centrado en la importación de productos intensivos en carbono. Inicialmente se aplicará solo a un número seleccionado de productos con alto riesgo de fuga de carbono como son hierro y acero, cemento, fertilizantes, aluminio y generación de electricidad; y evaluada la efectividad de éste, seguramente se aplicará sobre otros productos, incluso los agropecuarios.

Posicionamiento del sector ante los desafíos

Las políticas nacionales de nuestras contrapartes comerciales, y las posibles disciplinas que surjan en ámbitos internacionales donde se discuten estas cuestiones, van a tener un impacto sobre la producción y el comercio agropecuario de Argentina.

Todo esto en un contexto internacional complejo, que ha cambiado desde la invasión de Rusia a Ucrania. El aumento del precio de la energía y los fertilizantes, y las disrupciones en las cadenas de suministro, plantean desafíos adicionales a la transformación de los sistemas de producción agrícola; aunque también generan incentivos para acelerar la adopción de tecnologías que pueden mejorar la performance ambiental, como prácticas que permitan una utilización más eficiente de insumos y recursos, y el uso de productos de base biológica.

Frente a estos desafíos, ¿Cómo se posiciona la producción y el comercio agropecuario de Argentina?

1.Agricultura de conservación y manejo agrícola

La agricultura de conservación es un sistema de cultivo que se basa en fomentar la alteración mínima del suelo (por ejemplo, cultivo sin laboreo); en mantener una cobertura permanente de los suelos (con residuos de cultivos o cobertura viva); y, realzar la diversificación de los cultivos, mediante asociaciones y secuencias de cultivos variadas (FAO, 2022).

En Argentina ya hace tiempo que se lleva adelante una tecnología de siembra que consiste en no labrar la tierra, denominada siembra directa (SD), y que fue sinérgica junto con la incorporación de la biotecnología desde 1996 (Aapresid, 2018), alcanzando hoy en día el 90% del área sembrada.

Este sistema presenta múltiples beneficios ambientales y económicos, como: la mitigación de la erosión de los suelos, la conservación de la humedad y disminución del gasto de agua debido a la ralentización de la evaporación mejora el balance de materia orgánica, disminuye la formación de costras superficiales, permite la reducción en el consumo de combustibles fósiles y por lo tanto las emisiones contaminantes, entre otros.

Sin embargo, esta práctica no es suficiente por sí misma, se debe acompañar con una mirada más integral con el ecosistema completo. Se precisa que el suelo contenga raíces vivas que permitan y fomenten la vida de los microorganismos presentes en el suelo y, que esta cobertura verde realice fotosíntesis permanentemente, capturando carbono en el proceso. Los cultivos de cobertura (también denominados de servicio) son una herramienta que brinda servicios ecosistémicos: mejora la nutrición de los suelos, disminuye la compactación, mejora la infiltración, realiza una captura de carbono mayor y permite mitigar el cambio climático lo que, a su vez, compiten con malezas de difícil control con herbicidas, permitiendo un mejor manejo de éstas y una reducción de la aplicación de herbicidas.

En 2014/15 solo el 4% de productores realizaba cultivos de cobertura, mientras que ese porcentaje ascendió al 20% en 2020/21. Si bien la adopción aún es baja, hay una tendencia positiva. Muchos de los productores que comienzan a hacer cultivos de servicio tienen resultados positivos pero visibles a mediano-largo plazo.

Otra práctica conocida con efecto positivo en la conservación del ambiente y el aumento de la productividad es la rotación de cultivos, es decir, la alternancia de diferentes cultivos en el tiempo y el espacio. La inclusión de gramíneas en la rotación promueve mayor agregación y estructuración del perfil por el sistema radicular, genera un efecto inhibitorio sobre muchos patógenos, como también hacen un uso balanceado de nutrientes evitando desequilibrios químicos en el suelo, favorecen la actividad y diversidad biológica responsable de la mineralización, formación y reciclado de materia orgánica y disponibilidad de nutrientes.

Este conjunto de herramientas permite reducir el uso de fitosanitarios y fertilizantes químicos y, al mismo tiempo, aumentar el secuestro de carbono brindando una respuesta clara al contexto actual.

2.Prácticas para un manejo eficiente de los insumos

Mas allá de las prácticas de conservación, existen manejos que posibilitan el uso eficiente de los insumos. Dentro de ellas, el análisis de suelo brinda valiosa información, permitiendo determinar el grado de suficiencia de nutrientes del suelo, y condiciones adversas que pueden perjudicar a los cultivos (acidez, salinidad, y la toxicidad de algunos elementos). En principio, el análisis de suelos cumple con dos funciones principalmente: indica los niveles nutricionales en el suelo y, por lo tanto, útil para desarrollar un programa de fertilización que se ajuste más eficientemente; y sirve para monitorear en forma regular los cambios en la fertilidad del suelo.

Aun cuando el porcentaje productores que realizan la práctica sigue siendo relativamente bajo, hay que destacar el importante incremento que ha tenido en los últimos años, ya que se ha más que duplicado desde el 2014 (del 10% al 22% en la campaña 2021/22).

Otra práctica para el manejo eficiente de insumos es la aplicación variable. Constituye una de las herramientas de la Agricultura de Precisión que utiliza información basada en el posicionamiento satelital. Consiste en obtener datos georreferenciados de los lotes para un mejor conocimiento de la variabilidad de rendimiento expresada por los cultivos en los diferentes sitios. El objetivo es maximizar la producción y minimizar los costos reduciendo el impacto ambiental y, a su vez, se posiciona como una variable de ajuste en contexto de precios altos de insumos.

En Argentina, la cantidad de productores que realizan aplicación variable de insumos crece año a año, aunque aún se encuentra en niveles incipientes, ya que ha pasado del 6% en la campaña 2016/17 al 16% en la 2020/21.

Finalmente, otro de los manejos hacia el logro de la eficiencia sin afectar el medio ambiente, es la utilización de productos biológicos. Si bien la adopción de esta tecnología en Argentina es baja, se ha visto un crecimiento en los últimos años. Un ejemplo es el caso del cultivo de trigo, en el que el porcentaje de uso de biológicos aumentó 7 p.p. en las últimas dos campañas.

En conclusión, la interacción de prácticas de manejo y la utilización de insumos de manera eficiente es fundamental para producir más, con mayor calidad y de manera sustentable, para dar respuesta a los retos y necesidades mundiales.

3.De brechas de rendimiento a brechas de nutrientes

Una cuestión relevante son las brechas de rendimiento existentes, que implica la disminución de la diferencia entre los rendimientos actuales y los alcanzables, entendiéndose al rendimiento alcanzable como el 70-80% del rendimiento potencial (objetivo razonable para productores con acceso a mercados, tecnología e información).

Con restricciones de los recursos, se presenta como necesario aumentar el rendimiento de los cultivos. En Argentina, las brechas de productividad para trigo, soja y maíz son del 41%, 32% y 41%, respectivamente, según el trabajo conjunto entre la Bolsa de Cereales de Buenos Aires y la Universidad de Nebraska-Lincoln (Proyecto del Atlas Global de Brechas de Rendimiento).[2]

Uno de los factores que explica la actual brecha de rendimientos es la brecha de nutrientes, relacionada con el nivel de utilización de fertilizantes y con el uso sustentable del recurso suelo. En este marco, en la "Declaración de Buenos Aires sobre la Brecha de Nutrientes en Argentina" (abril 2022) se analizan los desafíos en materia de nutrientes que tiene dicho país y se propuso una agenda de acciones para cerrar esas brechas de productividad, relacionada con la nutrición de los cultivos. Dicha declaración es el resultado de un trabajo llevado a cabo por un grupo de 29 reconocidos expertos en el área de nutrición de cultivos, suelos, sistemas de producción y sustentabilidad durante dos años, y en el que se destaca la importancia de un mayor y mejor uso de nutrientes como un pilar fundamental para promover una intensificación sustentable de los sistemas de producción de cultivos en argentina.

En conclusión, estas iniciativas no solo se pretenden aconsejar sobre la necesidad de intensificar la producción con el fin de posicionar al país como un actor principal en la oferta global de alimentos, sino también para producir de una manera sostenible en el tiempo, fertilizando con el objetivo de compensar la extracción de nutrientes vía cosecha de grano y conservando el recurso suelo.

4.Deforestación

Debido a la necesidad de proteger los bosques nativos y garantizar su gestión sostenible, en diciembre de 2007, la Ley Nacional Nº 26.331 de Presupuestos Mi?nimos de Proteccio?n Ambiental de los Bosques Nativos fue promulgada. Luego, a través de un proceso participativo, cada jurisdicción provincial, definió tres categorías de conservación, estableciendo límites al desmonte.

Como complemento, se han desarrollado diversas iniciativas privadas para certificar y trazar mercadería y evitar que provengan de zonas deforestadas, como es el caso de la Plataforma ViSeC (Visión Sectorial del Gran Chaco Argentino).

Es que la cuestión de deforestación plantea un potencial problema de acceso a diversos mercados. Como señala Papendieck (2022)[3], además de la propia Unión Europea, países como EE.UU. y Reino Unido se encuentran embarcados en procesos regulatorios en materia de deforestación incorporada. Para el caso de la UE, si bien el proyecto se encuentra bajo revisión final y existe la posibilidad de que se incorporen nuevos cambios o requerimientos, el reglamento situaría a los productores domésticos y externos a la UE en un mismo nivel regulatorio. Por el caso de EE.UU. la propuesta ha sido introducida en el Senado donde debe alcanzar el acuerdo del Comité antes de pasar a la votación final. Y con respecto al Reino Unido el marco normativo requiere una segunda legislación para ser operativa, aún sin fecha. Concluye que es de esperar que otros mercados desarrollen requerimientos similares, convirtiendo la cero deforestación en un business as usual.

Consideraciones finales

La agenda de sustentabilidad vinculada a los procesos productivos se ha posicionado en el escenario internacional e incluso a nivel regional. Desde Argentina se ha estado trabajando desde hace tiempo desde diversos enfoques.

Por un lado, llevando a los foros internacionales la necesidad de respetarse un principio fundamental: las medidas adoptadas para avanzar en materia de sostenibilidad ambiental no deben constituir una restricción encubierta al comercio internacional. Los compromisos no deben dar lugar a restricciones a la importación, que sustentadas en preocupaciones ambientales den lugar al denominado "proteccionismo verde".

Se torna fundamental promover una respuesta coordinada y efectiva a nivel global. Si bien la UE, a través del Pacto Verde Europeo y la Estrategia de la Granja a la Mesa busca crear un futuro más sostenible y cumplir los objetivos climáticos, presenta, a su vez, algunos efectos contraproducentes que no deben pasar inadvertidos, con resultados claros en lo relativo al objetivo de alcanzar la seguridad alimentaria. Debe destacarse el rol de rule maker que tiene la UE a nivel global, puesto que muchas de las iniciativas que ha planteado luego han sido adoptadas por otros países o regiones. Esto debe ser seguido con atención, sobre todo por las preocupaciones planteadas respecto de F2F o CBAM.

Por otro lado, Argentina puede intensificar su producción, cerrando las brechas de rendimiento a través de un manejo de los nutrientes eficiente y ambientalmente responsable. El sector agrícola viene respondiendo hace años con una alta adopción de prácticas sustentables como la siembra directa y la rotación de cultivos.

Sin embargo, existen manejos que todavía se encuentran en una etapa de desarrollo y que, en un contexto de escasez y precios altos de fertilizantes, se vuelven una herramienta fundamental de eficiencia económica y ambiental. Estas prácticas son: la realización de cultivos de cobertura, análisis de suelos y la aplicación variable de insumos; que pueden potenciar el manejo sustentable.

Finalmente, es necesario destacar que la producción sustentable debe demostrarse mediante diversos esquemas de certificación. Dentro de los requerimientos de acceso a los mercados de los alimentos y bebidas existe una multiplicidad de estándares ambientales, tanto a nivel público como privado, basados en categorías de impacto ambiental, bajo un análisis de ciclo de vida y una aproximación por categoría de producto

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