Un método práctico
El monitoreo es clave para detectar enfermedades y plagas a tiempo. Aquí una metodología práctica y sencilla para estimar la severidad de roya común
Decribimos una metodología práctica y sencilla para estimar la severidad de la roya común del maíz.
Incidencia y severidad
La incidencia es la cantidad de individuos o partes contables de un individuo (plantas, frutos, hojas, etc) afectados por una determinada enfermedad respecto altotal analizado, expresada en porcentajes. (Ej.: 20% de plantas con manchas). Es un valor objetivo. Esta medida es útil para medir el patrón de distribución en el campo de enfermedades donde toda la planta está afectada. Se utiliza principalmente para enfermedades causadas por hongos de suelo y enfermedades sistémicas.
La severidad es una estimación visual en la cual se establecen grados de infección en una determinada planta, sobre la base de la cantidad de tejido vegetal enfermo.
Es subjetiva y hace referencia al % del área necrosada o enferma de una hoja, fruto, espiga, etc. Es el parámetro que mejor está relacionado con la gravedad de la enfermedad y con los daños causados. La severidad es más apropiada para royas, oidios y manchas porque son enfermedades localizadas, cuyo efecto en la disminución del rendimiento dependerá del área foliar afectada.
La determinación de la incidencia es práctica, sencilla y precisa. Contrariamente, la de la severidad es difícil, lenta y varía de observador a observador, por lo que requiere calibración visual.
Cómo medir roya común en el cultivo de maíz
En el cultivo de maíz, al tener hojas muy largas, la incidencia no resulta un buen estimador o indicador, ya que en poco tiempo todas o casi todas las hojas tienen al menos una pústula (100% de Incidencia) lo que no permite registrar diferencias en las mediciones.
Las estimaciones deberían hacerse contando pústulas (por ejemplo, para decidir cuándo aplicar un fungicida en el cultivo) o por la severidad (en ensayos y estudios epidemiológicos).
Método para estimar severidad: el corte tripartito
Los números de hojas serán considerados desde la base de la planta. Recorra el mismo a lo largo de un surco, lejos de la bordura y mida al azar.
La determinación de la severidad se realizará de la siguiente manera: a cada una de las plantas (de un total de 10‐20), extraídas al azar y cada 10 pasos, se les evaluarán las hojas desechando las incompletamente desarrolladas (lígula no expuesta) y las totalmente senescentes o muertas. Por lo tanto, las hojas secas de abajo o muertas por heladas no entran en la evaluación. A cada hoja se le estimará el porcentaje de área foliar enferma. Se sumarán los porcentajes y se los dividirá por el número total de hojas muestreadas.
Para la evaluación de severidad de cada segmento u hoja podrá utilizarse la escala de Peterson (Figura 1), la que está dividida en 5 categorías que se corresponden con determinados % de severidad. Esta escala es mundialmente reconocida y utilizada.
Figura 1: Escala de Peterson.
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Como la hoja de maíz es de gran longitud (50‐ 70 cm), para facilitar la medición y uso de escala se propone cortar en tres porciones cada una de las hojas. Para ello saque la hoja de la planta y directamente sobre el piso corte con un cuchillo filoso la hoja en tres (Figura 2). A cada segmento se le determinará la intensidad de ataque según la escala. La severidad de cada hoja resultará de la suma de las severidades parciales de cada segmento dividido por tres (método tripartito).
Figura 2: Corte tripartito y comparación con escala de Peterson.
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El evaluador asigna el número que le corresponde (según la severidad graficada). Con esta escala se obtiene una precisa estimación porque cubre una amplia gama de combinaciones de tamaños y distribución de pústulas, lográndose una objetividad considerablemente mayor. Es conveniente imprimir la escala al tamaño más semejante donde las porciones cortadas se acerquen a su tamaño original promedio. Cuanto más entrenado visualmente esté el evaluador, mejor será la estimación.
Si bien resulta más completo medir todas las hojas de la planta, esta identificación debe permitir al menos analizar la hoja de la espiga, las dos de abajo, y las dos de arriba ya que estas hojas son consideradas de gran importancia. Algunas veces por cuestiones de tiempo, la lectura solamente se reduce a la hoja de la espiga, una por encima, y una por debajo.
Fuente: Marcelo Carmona, FAUBA