Expo Rural

Pino: "El campo no es un aliado partidario, es un aliado de la Argentina"

En su discurso inaugural, el presidente de la Sociedad Rural Argentina (SRA) destacó la importancia y necesidades del campo.

Facundo MesquidaDirector de Contenidos Web
26 de Julio de 2025

El Presidente de la Sociedad Rural Argentina (SRA), Nicolás Pino, afirmó durante el acto inaugural de la Expo Rural que "el campo no es un aliado partidario, es un aliado de la Argentina".

Con la presencia del Presidente de la Argentina, Javier Milei, repasó la importancia del campo argentino en el país, así como también las necesidades que actualmente tiene como son la baja o eliminación de las retenciones que afecta gravemente a la rentabilidad, los créditos para poder invertir en el suelo argentino, entre otros temas.

Sin dudas el momento que más aplausos recolectó desde las tribunas fue la mención a la ex Presidenta de la Nación, Cristina Kirchner y su condena por el caso de Vialidad.

"Apoyamos la independencia de cada uno de los tres Poderes del Estado, en el marco de la Constitución. Por ejemplo, la actuación independiente de la Justicia, manifestada recientemente en el cumplimiento efectivo de la condena de una ex presidente de la Nación", dijo Pino y estalló la hinchada de La Rural.

Compartimos el discurso completo de Nicolás Pino:

Bienvenidos, como siempre, a la casa del campo en la ciudad, que es su casa.

Recibimos con alegría a todos los productores. Son quienes brindan al país los bienes más diversos: las lanas y carnes de la Patagonia; las frutas del Alto Valle del Río Negro; el algodón, la yerba y el té del Noreste, los cítricos y la avicultura del Litoral; la ganadería, los cereales y las oleaginosas de la Pampa Húmeda; el tabaco, el garbanzo y el pimiento del Noroeste; la uva y el vino de Cuyo. Saludamos a los representantes de las cuencas lecheras del país, a los productores de miel, a los forestales, a los criadores de razas equinas reconocidas en todo el mundo, y a los que cultivan la inmensa variedad de producciones regionales en todos los rincones de la Argentina. Para todos ellos, nuestro reconocimiento y nuestro abrazo.

Cuando empezamos a esbozar este discurso, debatimos si debíamos hablar en tono pesimista u optimista.

Terminamos decidiendo que debíamos ser realistas. Desde Aristóteles, que fue el primero en decirlo, todos sabemos que la única verdad es la realidad. Tenemos que reconocer los avances que ha habido en el país desde el año pasado, pero también señalar lo que falta por hacer. Porque si algo tenemos claro es adónde no queremos volver.

Hace un año, en este mismo lugar, el señor Presidente nos recordó lo que está escrito sobre esta tribuna: "cultivar el suelo es servir a la Patria".

Cumpliendo con ese lema, la SRA siempre va a ser parte de la solución, y jamás será parte del problema. Producimos alimentos, somos generadores de trabajo y arraigo, y agregamos valor de forma sostenible a las materias primas. Sabemos qué hacer, y nos gusta nuestro trabajo. Sólo pedimos que nos dejen hacerlo sin más adversidades que las de la Naturaleza, que luego se encarga de compensarlas.

En este momento, nos viene a la memoria el papa Francisco, a quien los argentinos todavía extrañamos, quien fue el primero en decir, en su encíclica "Hermanos Todos", la famosa frase: "Nadie se salva solo". Recordamos sus palabras con emoción, y con el compromiso colectivo de perseverar en el trabajo responsable del campo.

La SRA busca facilitar en todos los órdenes el desenvolvimiento de los productores. Está interesada, en consecuencia, en el logro del bien común en el país entero, del cual los productores somos parte. En ese sentido, queremos seguir manteniendo un diálogo productivo con el Gobierno. En el terreno de las alianzas, sin embargo, el campo no es un aliado partidario. Es, exclusivamente, un aliado de la Argentina.

Tenemos pedidos por hacer, porque al mismo tiempo tenemos mucho para ofrecer: si tuviéramos las condiciones adecuadas, podríamos producir más del doble de lo que producimos. El mundo demanda lo que hacemos, y nosotros sabemos hacerlo. Debemos poder trabajar junto con la Nación, las Provincias y los Municipios. La función del Estado, en cualquiera de sus niveles, no es ciertamente ni reemplazar ni trabar nuestra actividad privada. Deben, por el contrario, generar condiciones que permitan la producción, y permitan que nos coloquemos al nivel de los países que son en este momento nuestra competencia. No podemos, como argentinos, perder otra oportunidad.

¿Cuáles son las condiciones que pedimos?

En primer lugar, que se continúe reduciendo la carga impositiva, para liberar nuestra capacidad productiva. Esto incluye, ante todo, eliminar las retenciones, tema crucial sobre el que volveré más adelante. Pero también eliminar las superposiciones impositivas. Un caso importante es el impuesto a los ingresos brutos establecido por algunas Provincias, cuyo peso monetario es tal que, en algunos casos, iguala o supera al de las retenciones. Otro caso frecuente son las tasas viales que cobran los Municipios, pero que después no se aplican en la mejora de los caminos. Hoy en día, además, hay Provincias que tienen, o pretenden crear, aduanas internas, prohibidas hace 162 años por la Constitución Nacional.

Junto con la reducción impositiva, el Estado debe estimular el crédito a largo plazo, con tasas que no estén basadas en la especulación financiera, sino que permitan la inversión y la generación de trabajo. Los productores que compren tecnología de última generación para la explotación agropecuaria deben ser beneficiados con créditos especiales, que premien rápidamente su esfuerzo.

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Asimismo, debe crearse un marco legal que facilite la inversión de capitales extranjeros en el campo, hoy severamente limitada.

Existe otra condición indispensable cuya creación es papel del Estado. El campo argentino, en este momento, ya no es más el lugar pacífico y tranquilo que supo ser. Se multiplican los casos de abigeato, cacería ilegal, daños a silos y cosechas, robos y daños personales, incluida la pérdida de vidas humanas. No hay personal de seguridad suficiente, que proteja efectivamente a la gente del campo, y necesitamos fiscalías especiales dedicadas a los delitos rurales. Esperemos que la acción de la Justicia en el campo alcance, en breve, el dinamismo y la eficiencia que necesitamos.

En el ámbito del empleo, es imprescindible avanzar en la reforma laboral, que facilite la creación de más puestos de trabajo, y nos libere de la llamada "industria del juicio laboral", que encarece y complica la contratación de personal. Asimismo, es urgente establecer soluciones justas para las zonas desfavorables, donde los trabajadores perciben incrementos salariales diferenciales, pero los empleadores enfrentan costos adicionales equivalentes. Sería justo y razonable que estos últimos sean compensados eliminando aumentos similares en sus cargas sociales.

La creación, por parte del Estado, de un Fondo de Cese Laboral, en la cual está colaborando la SRA, es una herramienta que puede ofrecer soluciones integrales a estas problemáticas. Basado en los principios de libertad y desregulación, ese Fondo daría previsibilidad a las obligaciones de los empleadores, y reduciría los costos judiciales, que no generan beneficios para ninguna de las partes. Permitiría dotar de flexibilidad a las empresas, y de mayor seguridad a los trabajadores. Estamos dialogando con las autoridades del gremio UATRE, en línea con lo que venimos diciendo, con el objetivo de restablecer la colaboración y lograr objetivos de interés mutuo.

En este aspecto, cabe mencionar que la SRA ha firmado un convenio con el Ministerio de Capital Humano, a través de la ANSES, que establece un canal de atención y asesoramiento exclusivo para los trabajadores rurales.

Es función del Estado, asimismo, brindar acceso a la salud y a la educación en todas las regiones del país, por alejadas que estén de los centros urbanos, incluida la formación de los productores en el uso de las tecnologías nuevas. Particularmente, en relación con la salud, las autoridades deben tomar conciencia de que el trabajador rural es, hoy, acreedor a una obra social que responda verdaderamente a sus necesidades.

Finalmente, es función del Estado crear, o sacar del abandono, obras comunes de infraestructura y logística, que permitan a los habitantes del campo una vida digna y una comunicación y capacidad de transporte adecuados a su esfuerzo productivo. No es viable aumentar la producción si no hay caminos ni ferrocarriles ni vías navegables para transportarla.

Un caso particular que demanda nuestra atención es la necesidad de un mantenimiento adecuado de la hidrovía, destinada a transportar la mayor parte de la producción agropecuaria argentina. Ese mantenimiento debe ser licitado por el Estado Nacional, lo antes posible, a los efectos de reducir las tasas a las cargas, los peajes y el costo de los servicios de la hidrovía. Esa demora daña en este momento, en forma absurda, la competitividad de los productos argentinos.

Si se realizan los cambios mencionados en infraestructura y logística, aumentará la producción, y la ocupación útil de nuestro territorio: un porcentaje muy alto de la superficie de nuestro país no es aprovechado para la producción. El aumento del área productiva nos llevará a lo que necesitamos: un cambio demográfico. Once millones de personas nos concentramos en el Gran Buenos Aires, el equivalente a la población de siete provincias argentinas. Necesitamos salir del hacinamiento de las grandes ciudades, colmadas de bolsones de indigencia, y fácil pasto del populismo político. Hay que lograr que esa población pueda volver a arraigarse en el campo y en las poblaciones rurales, donde está su historia, segura de que allí va a encontrar condiciones de infraestructura para una vida realmente mejor.

Necesitamos que una multitud de pequeñas y medianas empresas florezcan en el campo.

Por ese camino, aceleraremos la tarea de continuar desterrando a la pobreza de nuestro país. Seis millones de niños, todavía hoy, tienen carencias alimenticias. Mientras la inteligencia artificial avanza, nuestros niños, es decir, la próxima generación de adultos, retroceden. Pero si al campo se le brindan condiciones adecuadas, se va a producir un crecimiento tal en oferta de bienes y de trabajo que, en definitiva, terminará dándoles no sólo alimentos sino también un futuro.

Por lo tanto, no hablemos de la pobreza con propósitos demagógicos. Basta de políticas superficiales que dejan sin tocar las bases de la pobreza. Basta de mentiras baratas. Si producimos más y creamos más empleo, la pobreza baja.

Ahora bien: el agro invierte todos los años, totalmente a riesgo propio, no menos de 35.000 millones de dólares. Si pudiéramos trabajar en libertad, la producción de cereales y oleaginosas superaría los 200 millones de toneladas; la de todas las carnes, 8 millones de toneladas; la de leche, 14 mil millones de litros; y la forestal, 2 millones de hectáreas. El valor de nuestra producción total pasaría de 40.000 a 60.000 millones de dólares.

Cuando la SRA mira al país entero y a su Gobierno, en nombre de los productores del campo, toma como eje de pensamiento y acción la defensa de las instituciones republicanas.

Apoyamos la independencia de cada uno de los tres Poderes del Estado, en el marco de la Constitución. Por ejemplo, la actuación independiente de la Justicia, manifestada recientemente en el cumplimiento efectivo de la condena de una ex presidente de la Nación.

La SRA condena la violación de la ley, y el aprovechamiento de la función pública para negocios privados. Es una vergüenza la perpetuación indebida de algunos funcionarios en el poder, o la mala praxis de otros, manifestada en casos desastrosos, como el de la expropiación de YPF, de público conocimiento. La ley debe ser igual para todos. De nada sirve el esfuerzo de una sociedad entera, si es dilapidado por la incapacidad, las torpezas y los privilegios de algunos sinvergüenzas. Iniciativas como la de Ficha Limpia son condición indispensable para la existencia de un país verdaderamente justo.

Apoyamos, de manera enfática, el respeto a la propiedad privada que este Gobierno promueve. Lo acompañamos también en su campaña de desregulación y transformación del Estado, especialmente en cuanto a la eliminación de trabas y superposiciones impositivas y administrativas, que tanto encarecen y entorpecen la producción agroindustrial, en las Provincias y Municipios del país.

Reconocemos que, en estos últimos 18 meses, ha habido un proceso de baja de la inflación, se ha flexibilizado el cepo y eliminado la brecha cambiaria, se han consolidado las cuentas fiscales, se ha saneado el Banco Central, ha habido un mayor volumen de crédito para el sector privado, el riesgo país ha bajado y se han eliminado distorsiones regulatorias. Por otra parte, ha cambiado la estrategia en las relaciones internacionales, se ha eliminado el impuesto PAÍS y se redujeron los aranceles sobre los productos importados. Es de esperar que estas tendencias continúen, como políticas de Estado, que trasciendan a los Gobiernos.

Nos toca ahora referirnos a algunos temas de especial actualidad en nuestro sector.

Uno de ellos es el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria. El INTA debe seguir existiendo. Debe dedicarse a la investigación y al desarrollo al servicio de los productores; seguir trabajando en el campo de la biotecnología, y continuar desarrollando nuestras herramientas, adaptando las tradicionales y dando acceso a las nuevas, incluidas la inteligencia artificial y la robótica. Para eso, el INTA debe valorar a su personal calificado y tener una gestión dinámica de sus cuadros profesionales y administrativos.

Mencionemos ahora al SENASA: el Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria. Es tan importante que hay que reorganizarlo: eliminar la ineptitud, la burocracia obstructiva y la influencia clientelista de origen político y gremial, y dotarlo de un nivel técnico de excelencia. El SENASA debe tener un plan de largo plazo, que incluya la definición y diferenciación de status sanitarios, y un poder de intervención adecuado. En un país exportador, no podemos no tener un SENASA del mejor nivel internacional.

Corresponde que hablemos aquí de un asunto que concierne a nuestra ganadería: la fiebre aftosa. Queremos alcanzar el status de país libre de aftosa sin vacunación que varios países vecinos han logrado. Pero debemos tomar conciencia de que eso depende de un trabajo conjunto, con la decisión y el compromiso de todos los productores. No sólo necesitaremos el poder de control del SENASA en las fronteras y en todo el país; sino también la responsabilidad de tener a nuestro ganado trazado con eficiencia, para responder ágilmente a cualquier problema que se presente. Sólo así podremos ir dejando por etapas la vacunación, en un proceso que llevará su tiempo, pero que nos posicionará en los mercados de mayor valor del mundo.

Justamente, un proceso como ese ha sido llevado a cabo, ya hace más de 20 años, por nuestros productores patagónicos. Ellos han logrado que la Patagonia tenga hoy la categoría de región libre de aftosa, sin vacunación. Esto ha derivado en la creación de la barrera sanitaria entre la Patagonia y el resto del país, que es libre de aftosa pero con vacunación. El Gobierno, en consecuencia, no debe tomar, con respecto a la comercialización de carne, decisiones que perjudiquen el status sanitario de ninguna región del país, ni que generen complicaciones en la comercialización, interna o exterior, de su producción. En esa línea, la SRA viene haciendo aportes importantes: recorriendo la Patagonia y recogiendo las inquietudes de los productores. Los resultados que se deriven deben ser conseguidos a través de un trabajo común y coordinado de las entidades gremiales del campo, sin que ninguna se atribuya éxitos que hayan sido conseguidos en conjunto.

Volvamos ahora por fin a ocuparnos de lleno del tema de los derechos de exportación, las llamadas retenciones.

Desde el año 2002 hasta hoy, las retenciones al campo han aportado más de 200.000 millones de dólares a las arcas del Estado. ¿Dónde está hoy ese dinero? ¿Qué hicieron con él los Gobiernos? ¿Qué mejora en la situación del campo, o en la situación del país, se ha logrado con el dinero de las retenciones? Ninguna.

Hay algo que debe quedar muy claro: las retenciones no son un problema sectorial de los productores agropecuarios. Las retenciones trascienden nuestro negocio. Son un flagelo para el bien común, un daño que se le hace a la Argentina en su conjunto, trabando gravemente su desarrollo.

No nos cansaremos de decir que son un impuesto injusto, confiscatorio, con alícuotas obscenas que llegan al 33% del precio de mercado de nuestros productos. Son discriminatorias con respecto a los demás sectores económicos del país, y desalientan la producción agropecuaria.

Si las retenciones se suprimieran, inclusive el Estado se beneficiaría, porque recaudaría más aún a través de otros impuestos que ya existen, y son proporcionales a los resultados del trabajo realizado por los productores. Se eliminaría así un círculo vicioso que ahoga al productor y paraliza el crecimiento.

No hay nadie, inclusive ningún político, ni aún los funcionarios de este propio gobierno, que no admita, en público o en privado, que las retenciones son desastrosas.

La terrible consecuencia es que las pequeñas y medianas empresas del campo se están ahogando. Quedan en el camino. Desaparecen, y afectan, en su caída, al entorno social que las rodea.

Las retenciones son una calamidad producida por los propios responsables de administrar y hacer crecer al país. Son peores que la peste, la inundación o la sequía. ¿Qué nos pasa como país, que no se termina de eliminar este castigo inútil?

Es verdad que, en este último año, han sucedido algunas cosas positivas: la eliminación de las retenciones en las producciones regionales, la lechería, la producción porcina y algunas categorías de carne vacuna, y su reducción temporal para algunos granos.

Sin embargo: el año pasado nos dimos la mano con el Presidente de la Nación y establecimos el compromiso de que las retenciones iban a ser eliminadas definitivamente. El camino está marcado entonces. No dudamos, no queremos dudar, de que el Gobierno cumplirá con el objetivo de "cero retenciones", más temprano que tarde.

Hablemos ahora de algunos temas propios de nuestra Institución.

Empecemos por un asunto de gran incidencia en nuestra actividad productiva: la sostenibilidad.

Argentina tiene un enorme potencial ambiental. Llega la hora de transformarlo en un ingreso genuino y directo para el propietario de la tierra. Los gobernadores deben abstenerse de sancionar leyes provinciales que atenten contra la propiedad privada de la captación del dióxido de carbono y los servicios ecosistémicos, que son de los productores. La Mesa de Carbono Argentina, de la cual la SRA forma parte, ha presentado ya un proyecto de ley en ese sentido

En el plano internacional, Argentina puede dar tantas garantías de sostenibilidad como cualquier país del mundo. Podemos demostrarlo a través de la herramienta elaborada por la SRA: nuestro Sello de Triple Impacto, económico, social y ambiental. Basándonos en él estamos trabajando, junto con otras entidades, para que la Cancillería reclame, ante la Comisión Europea, el cambio de la calificación de riesgo para nuestros productos, impuesto arbitrariamente.

Desde el momento en que asumimos la conducción de la SRA, estamos cumpliendo el mandato al que nos comprometimos: donde haya un productor, allí vamos a estar. Por eso venimos realizando reuniones mensuales de nuestra comisión directiva ampliada en las distintas zonas productivas del país. Hemos recorrido miles de kilómetros. Por sobre todo, nos hemos encargado de escuchar al productor: sus preocupaciones y sus propuestas.

En ese sentido, las instituciones del campo debemos seguir trabajando unidas. Cada una en lo suyo, pero potenciándonos en búsqueda del bien común. Las gremiales, haciendo gremialismo; las técnicas, contribuyendo a aumentar la productividad; las fundaciones, actuando en sus ámbitos de despliegue solidario. Sumemos, no dividamos.

En otro orden de cosas, y hablando especialmente a nuestros socios:

En agosto, la SRA presentará a sus socios la modificación del cierre de su ejercicio contable, llevándolo del 30 de junio al 31 de diciembre. Esta adecuación busca resolver problemáticas administrativas y contables, y unificar el cierre contable con el de La Rural Sociedad Anónima.

En registros genealógicos, hemos llevado el plazo de presentación de las crías en término, de 6 a 9 meses en bovinos, ovinos, porcinos y caprinos, y de 9 a 12 meses en equinos. Agradezco a todas las asociaciones de criadores, protagonistas de esta Exposición, por ser parte del Consejo Asesor Vinculante, ámbito de trabajo e intercambio en el que buscamos mejorar la eficiencia de nuestros servicios en registros y laboratorio.

Hemos realizado también una transformación digital, adoptando a la tecnología como motor de cambio. Esa reingeniería de procesos optimizará circuitos administrativos y logrará mayor eficiencia operativa. La implementación del legajo digital y de servicios en la nube tendrá acceso inmediato desde cualquier lugar, garantizando la trazabilidad de los trámites en tiempo real. Se incrementó además la seguridad de la información, con mecanismos que supervisan cada instancia de los procesos.

En educación, seguimos avanzando en la profesionalización del ISEA, Instituto Superior de Enseñanza, Estudios y Extensión Agropecuaria, y el CEÍDA, Centro de Estudios e Investigación para la Dirigencia Agroindustrial. Justamente, este año hemos celebrado un acuerdo con la Universidad Austral, para contribuir a la calidad académica de nuestras actividades.

Finalmente, recuerdo a los socios que hemos comenzado ya a transitar nuestros 160 años de vida. Nos encuentran vigentes, pujantes, unidos y económicamente consolidados.

Voy a concluir estas palabras con nuestro mensaje fundamental, que dirigimos a la sociedad argentina en su conjunto.

Todos unidos, podemos hacernos cargo de nuestro destino. Vamos a construir un país para todos, más justo, más amable, más humano. La democracia no es una meta alcanzada: es una tarea permanente, que nos convoca a todos, uno por uno. Nuestros hijos nos miran. El futuro nos desafía. Y la patria -esa patria que duele y enorgullece- necesita que estemos a su altura.

Unámonos, no para pensar igual, sino para trabajar juntos. Cuando los ciudadanos se unen, no hay fuerza que los detenga.

¡Viva el campo argentino!

¡Viva la libertad del campo argentino!

¡Viva la Argentina que no baja los brazos!

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