Suelos: el resultado de las Malas Prácticas
Un informe del INTA analizó los efectos causados por la intensificación productiva, el monocultivo y la baja fertilización. Esto afecta el rinde y la calidad de la producción
En la Argentina, alrededor de un 40 % del territorio –unas 120 millones de hectáreas– está afectado por procesos de erosión hídrica y eólica. En un mundo demandante de alimentos de calidad de la mano de la intensificación productiva, resulta trascendental conocer su impacto ambiental. En este contexto, los técnicos del INTA Balcarce analizaron el estado de los suelos de la Región Pampeana.
De acuerdo con Mercedes Eyherabide, “la producción de granos se incrementó sustancialmente durante los últimos años en la región pampeana, lo que generó una mayor extracción de nutrientes por parte de los cultivos”.
A esto se le suma la disminución de materia orgánica disponible en los suelos producto de la falta de rotaciones con pasturas, el aumento de la frecuencia de soja con una mayor extracción de micronutrientes y menor aporte de carbono, y la escasa o nula aplicación de micronutrientes.
“Tanto el boro (B) como el zinc (Zn), el cobre (Cu), el hierro (Fe) y el manganeso (Mn) son micronutrientes esenciales para la planta que intervienen en procesos clave del metabolismo como la fotosíntesis o la síntesis de proteínas“, explicó.
En consecuencia, la deficiencia de estos elementos en el suelo afecta directamente en los procesos clave relacionados con el crecimiento, el rendimiento y la calidad nutricional de los cultivos. Del análisis de los suelos de la Región Pampeana surgió que hubo una disminución de materia orgánica disponible y de micronutrientes.
Cuando más es menos
Según el análisis de los suelos de la Región Pampeana, la materia orgánica se redujo un 27 por ciento a causa del balance negativo de carbono, producto de la falta de rotaciones con pasturas, de la utilización de labranzas de tipo convencional y del monocultivo de soja.
En cuanto a los valores de pH la agricultura produjo, en promedio, una disminución significativa de 0,35 unidades de pH, es decir una caída del 5% respecto de sus niveles iniciales. “Esta variación en la acidez del suelo podría incidir sobre la disponibilidad de los micronutrientes”, indicó Eyherabide.
Por su parte, la disponibilidad de zinc disminuyó un 72 por ciento, respecto de los suelos originarios. Es decir, el 50% de los suelos bajo agricultura presentan valores iguales o menores de 0,9 mg/kg, umbral considerado crítico para los cultivos.
“Casi toda la provincia de Córdoba, suroeste de Santa Fe, noreste y suroeste de Buenos Aires mostraron valores bajos de Zn (entre 0,5 y 1,0 mg/ kg) lo que indica que este micronutriente podría limitar el crecimiento de cultivos sensibles a la deficiencia tales como maíz y soja, particularmente en planteos de alta producción”, subrayó el especialista de Balcarce.
En cuanto al boro hubo una reducción significativa del 31 por ciento respecto de los suelos prístinos con valores de 1,2 mg/ kg, nivel cercano al valor máximo del umbral crítico (0,4 – 0,9 mg/ kg). Si bien la situación es menos preocupante que con el zinc también podría afectar el desarrollo de cultivos sensibles como soja, girasol, alfalfa y colza.
Por su parte, el cobre presentó valores iguales o superiores a 0,9 mg kg-1, entre 4 y 7 veces mayor que el rango de niveles críticos. En cuanto a los contenidos de hierro y manganeso tuvieron un leve incremento.
“Esto podría deberse a que al reducir el pH y acidificar los suelos se podría dar lugar a una redistribución desde fracciones menos solubles a formas intercambiables y solubles, incrementando la disponibilidad de ambos nutrientes”, detalló.