La lana: el mejor abrigo
Un buen abrigo debe ser cómodo, mantener el calor, no deformarse y no desteñir. Todas esas cualidades dependen de la calidad de la materia prima, en este caso, la lana.
El Proyecto Socioproductivo de Hilado y Arte Textil Artesanal es una iniciativa del INTA Coronel Suárez de la mano de los técnicos Débora Mascotena, Ariel Carcedo y María Justa Segonds y está orientado a acompañar y a capacitar a quienes quieran aprender el arte de hilar y tejer. “No hay mejores ni peores lanas”, introduce Segonds, “hay razas que son productoras de fibras que superan el factor de picazón (30 micras), por ejemplo la Lincoln, pero eso no determina que sea inferior a la que produce la raza Merino. Solamente hay que tener presente que para cada fibra, según su grosor, existe una determinada aplicación textil”.
La obtención de la lana, como todos saben, se realiza en la esquila. Pero es importante tener en cuenta algunos puntos para que la lana con la que se va a trabajar sea de buena calidad y responda como lo necesitamos a la hora de teñirla y tejer con ella. Una forma de asegurarse esa calidad es seguir los procedimientos ya establecidos en el sistema contemplado por la Certificación Prolana. Este programa sugiere realizar un descole previo a la esquila para disminuir la presencia de fibras coloreadas por orina, llamados puntas amarillas, en las principales clases de lana, que desvalorizan marcadamente el lote en general.
El Prolana propone utilizar la técnica de esquila Tally-Hi, donde no se manea a la oveja, sino que se esquila el animal suelto. Esto reduce el maltrato, y facilita cortes más largos, ya que el animal no se resiste ni patea. El operario también trabaja de forma más cómoda y se mejora la tarea de todo el equipo en general. La obtención de vellones enteros los hace más fáciles de acondicionar, y se puede mantener la playa de esquila más limpia.
El lote de lana debe acondicionarse correctamente, y esto incluye el desborde cuidadoso sobre una mesa de envellonar y la separación de las clases de lana según define el protocolo de acuerdo a sus características (finura y largo de mecha, partes de vellones quebradizos, vellones con concentración de vegetales, etc). Esta correcta separación permite obtener distintas clases de lana separadas según su uso industrial, disminuir la contaminación por fibras coloreadas y pigmentadas, y con materiales extraños; y mejorará el valor general del lote. “Se prueba la resistencia a la tracción, que no es más que estirar una mecha y si la fibra se corta al estirarla, es conveniente su descarte”, agrega Justa.
Finalmente, el enfardado de cada clase debe hacerse por separado en film de polietileno cristal de espesor mínimo de 200 micrones. La tarjeta PROLANA para fardos es señal de que la certificación ha sido realizada e identifica al lote en el mercado.
El hilado
Es necesario tener en cuenta que al iniciarse en el hilado, de ser posible, se deberán elegir las mechas (conjunto de fibras) más largas, hasta obtener la habilidad necesaria para poder hilar mechas más cortas. Si la esquila no fue realizada bajo las normas Prolana y la lana no fue seleccionada, se deberán descartar previamente al hilado las mechas con cascarrias, puntas amarillas, barrigas, fibras acapachadas, atacadas por algún parásito, o de animales que hayan sufrido algún pico de estrés producto de alguna enfermedad, desnutrición, etc. También se deben descartar las fibras manchadas de amarillo, producto de haber estado mucho tiempo en contacto con la orina del animal y aquellas con estrangulamiento que se cortarán cuando empieza la tracción de la rueca.
Cuanto más fina la fibra, más denso es el vellón, por lo tanto contiene menos tierra. Cuando se hila material sin lavar es un poco más complicado hilar fibras finas que vienen acompañadas por tierra y suarda y son más difíciles de manipular hasta lograr que tengan un calibre parejo. Es más fácil trabajar con fibras gruesas, de más de 21 micras, ya que se deslizan con mayor facilidad por la rueca y agilizan el tiempo de hilado. En cualquier caso, se recomienda tomarse un tiempo en cardar o tizar, proceso por el cual se abren los vellones desde la punta hacia la base y viceversa para sacar todos los elementos contaminantes, como espinas, pastos, abrojos, etc. Este trabajo de cardado permitirá una mejor calidad del vellón listo para ser hilado.
Si las fibras llegaran a tener mucha tierra, se las puede colgar a la intemperie bajo la lluvia y darles una enjuagada con agua fría. Se deja que tenga la suarda porque esa grasitud va a facilitar el trabajo en el huso o en la rueca. Una vez realizado el hilado, se puede lavar la lana con agua caliente. Si a la madeja se la va a teñir, el jabón deberá ser neutro y no se le debe agregar suavizante, para poder lograr un tinte parejo. Si la lana quedará con su color natural, se puede usar jabón perfumado e incluso se le podría agregar suavizante.
Por último, luego del enjuague, se cuelga la madeja con peso agregado para lograr el estiramiento. De esta manera se vence la memoria elástica que caracteriza a la fibra del ovino. La lana de color oscuro no tiene valor para la industria, pero en este caso, los tejidos combinados con este tipo de lanas son muy apreciados, por sus tonos naturales. Luego del lavado, a la madeja nuevamente la convertimos en un ovillo, si se quiere se puede pasar el hilo por parafina, para darle un poco más de suavidad.
Cómo es el proceso en otras fibras
Según el Manual de Hilado confeccionado por Andrés Gardella y Julia H. Aubert, ambos técnicos del INTA, la preparación del vellón del pelo de animales como cabra, camélidos o conejos difiere un poco de lo visto en la lana. La fibra de camélidos y la de cabra deben ser descerdadas y no tener puntas quemadas, y se les debe retirar restos de contaminación vegetal. Los vellones de caprinos y camélidos no sufren de estrangulamiento y tampoco hay que estabilizar las madejas ya hiladas y lavadas, ya que no tienen memoria elástica como es el caso de la oveja. Tampoco contienen suarda.
La mecánica de hilado de todas estas fibras es similar. Después de cardadas y paralelizadas se realiza el hilo estirando el vellón e introduciendo pequeñas y parejas cantidades en la boquilla de la rueca, que al torcerse formarán el hilo. El vellón de camélidos es seco, no contiene grasa, pero se liga igualmente, lo mismo sucede con la cabra. Se trabaja sin lavar y puede lograrse un hilo muy fino de gran calidad con un poco de práctica. Es preferible preparar el vellón completo antes de empezar, en especial si se usará una rueca eléctrica ya que debido a la velocidad de la misma no da tiempo para prepararlo directamente del montón.
El lavado de las madejas, a diferencia de la lana ovina, se realiza con agua tibia o fría (no más de 35°), se utiliza preferentemente shampoo para el cabello o algún jabón líquido y para el enjuague, crema de enjuague o suavizante para ropa. Se ponen a secar al aire libre sin peso adicional. Las llamas y alpacas tienen una amplia variedad de colores naturales que van del blanco al negro, pasando por todos los tonos de marrones, beige y caobas, por lo que no es necesario el teñido, pero en caso de hacerlo se lavarán con jabón blanco y no se usará suavizante ni similar antes del mismo. Se debe destacar que el teñido en caliente opaca el brillo y torna menos suave el hilado al tacto.
En el proceso de teñido, la obtención de los tintes extraídos de plantas o minerales, es un arte milenario transmitido de generación en generación. Para obtener el tinte, uno de los métodos más usuales consiste en dejar en remojo (rehidratación), por ejemplo, cáscara de cebolla, como mínimo dos días. Luego, hervirla una o dos horas; se deja enfriar, se cuela, y en ese líquido, se colocan las fibras a teñir, humedecidas, junto con el mordiente. Este es el ingrediente que se utiliza como fijador del color. Puede ser vinagre, limón, alumbre, sulfato ferroso, etc. Se hace hervir media hora. Se deja enfriar la lana y el líquido juntos, se enjuaga, y se cuelga a la sombra. Como recomendación, es aconsejable teñir la cantidad necesaria de lana que se precise, porque es probable que no se pueda obtener el mismo tono, a pesar de que se respeten las mismas cantidades de ingredientes.