Ésta es la danza de los pronósticos, sin dudas. Arrancó bien para arriba el nocturno ante temores por la evolución del clima, pero durante la rueda aparecieron nuevos corrimientos de los modelos que indican que el gran árbitro vuelve a tornarse más benigno en el Midwest. Afortunadamente Trump sigue sin acertar una medida de peso y el dólar cae sin remedio, lo cual es bien recibido por quienes producen commodities.

De tal forma, el maíz que empezó subiendo 3.6% ante temores por la suerte de la polinización y terminó con un alza de apenas 0.6%. Similar suerte corrió la soja, que se llevó de la rueda un incremento de precios del 0.5%, lejos de lo que insinuaba a media mañana.

El paso atrás obedeció a perspectivas de mayor humedad para el noroeste del Midwest. La última corrida del GFS anuncia más lluvias que en la corrida anterior para buena parte de Iowa, uno de los estados clave comprometido por el déficit hídrico.

Como fuere, las dudas sobre los rindes posibles en maíz se multiplican, tanto por el calor y las altas temperaturas en el oeste del Corn Belt como por los excesos hídricos en el este. Se manejan todo tipo de números, sin excepción debajo de los que indica el USDA.

En el caso de la soja sigue dando vueltas en la cabeza de los inversores el poco edificante número de crushing para junio, que muchos creen le meterá presión al USDA en agosto para reducir la demanda por el poroto.

En trigo se verificó una nueva suba de la variante de primavera, que suma a la crítica situación de las Planicies del norte la seca en las Praderas canadienses. El trigo de invierno no tuvo la misma suerte, presionado por la abundante oferta global, en especial la del Mar Negro; Rusia ofreció precios muy competitivos en la subasta egipcia.