Usted puede haber hecho bien los deberes en la cosecha, es decir, respetar un tránsito ordenado y controlado durante la recolección del cultivo antecesor, así como un correcto desparramado de los rastrojos.

Incluso pudo haber abrochado un barbecho oportuno y sin nada de verde a la vista. Y es posible que más adelante ejecute con precisión prusiana las tareas posteriores de protección y fertilización.

Pero nada alcanzará para redondear un buen resultado sin un enfoque adecuado en el momento de la siembra.

Especialistas como Jorge Maroni y Adrían Gargicevich caracterizan comouna buena siembra a “aquella en que es mínima la diferencia entre la cantidad de plantas posibles de obtener y las emergidas, y a la vez la distancia entre ellas es uniforme y el tiempo transcurrido para emerger es el menor posible para el conjunto de la población”.

Respecto de la diferencia entre cantidad de plantas objetivo y las realmente implantadas, el indicador de eficiencia utilizado es el coeficiente de logro. Es posible establecer un ranking de sensibilidad al momento de la siembra y de las chances de lograr el stand de plantas propuesto.

A contramano de lo que muchos pueden suponer, el sorgo es un cultivo muy sensible a condiciones adversas de lote, humedad y competencia por la misma con las malezas, temperatura y condiciones de surco. Generalmente, como confiamos en su rusticidad y potencial productivo, lo limitamos o directamente condenamos al fracaso cuando le damos una mala condición de siembra. Por eso, para este cultivo proponemos:

✔ Evaluar la evolución de la temperatura del suelo debido a sus requerimientos concretos para las etapas de germinacióny emergencia.

✔ Arribar a la siembra con un correcto tratamiento previo de malezas y un adecuado período de barbecho.

✔ Control estricto de la densidad de siembra propuesta, de manera de no sub o –lo más probable– sobredosificar, especialmente cuando se utilizan dosificadores de chorrillo. Ambos desvíos afectan el potencial productivo del cultivo.

✔ Correcta regulación del tren de siembra para obtener un fondo de surco limpio y un adecuado contacto del suelo con la semilla a la profundidad recomendada.

El girasol también es sensible a la hora de la siembra, sobre todo si existen situaciones de encostramiento superficial que se traducen en una barrera física. O cuando se siembra con exceso de humedad; en un surco de paredes lisas o  comúnmente denominadas fratachadas, el nacimiento del girasol se dificulta y caerá la población de plantas. Asimismo en algunos suelos desparejos, o con coexistencia de planteos ganaderos, el movimiento del dosificador vinculado al tren de siembra puede generar problemas de subdosificación que se traducen en un número menor de plantas y una afectación del rendimiento potencial.

Por su parte, el cultivo de soja presenta mejoras significativas en los coeficientes de logro, ya que casi todos los desarrollos y capacitaciones han girado en torno de ella.

Sin embargo, y especialmente en las zonas más frías, la rotación con maíz o sorgo implica una muy específica regulación de los componentes del tren de siembra, para colocar las semillas en un surco limpio, y permitir un desarrollo de las etapas iniciales de la planta fuera de un ambiente propenso a las heladas tardías, como pueden serlo las colas de máquina, que generan pérdidas permanentes de plantas y se visualizan como típicos franjeos en los lotes. La siembra a chorrillo de este cultivo, en hileras angostas, dificulta la materialización de la densidad propuesta, por lo que puede caerse en una sobredosificación con riesgo de impacto en el rinde.

Importa, y mucho

La profundidad de siembra afecta los coeficientes de logro. Su determinación está mayormente ligada al contenido de humedad de los suelos, y en general se incrementa cuando éste es bajo. Asimismo, alguna dificultad en el tratamiento del rastrojo por parte de los órganos de corte de la sembradora y un diseño incorrecto del abresurco o una inadecuada regulación, pueden generar una profundidad excesiva.

No es raro ver que, con entresurcos estrechos, se prioriza que la “máquina pase” a que trabaje correctamente. Esto puede ocasionar siembras superficiales, que generan pérdidas de plantas por no haber logrado un adecuado contacto de la semilla con el suelo.

La definición de la profundidad de siembra y su uniformidad a lo largo del surco son tan importantes como la uniformidad en la distribución espacial. La alineación de las cuchillas de corte, el contar con barrerrastrojos –si el residuo es heterogéneo en distribución o composición–, la correcta posición de los topes de las ruedas de control y una adecuada transferencia de carga a partir de la regulación de los resortes presentes en los paralelogramos de siembra, son acciones que permiten lograr una correcta uniformidad en la profundidad de siembra.

El cultivo más rústico en lo que a nacimiento se refiere, es sin lugar a dudas el maíz. Incrementos en la profundidad de siembra pueden ser parte de una regulación estratégica para adaptar el desarrollo del cultivo a las condiciones imperantes.

Generalmente no ofrece problemas de nacimiento por encostramiento superficial, y es menos sensible a temperaturas bajas que el sorgo, por ejemplo.

La concreción de la densidad de siembra objetivo, muchas veces se confunde con la búsqueda de una correcta distribución, y así no se llega a cumplir lo propuesto. En general se termina sacrificando una determinada cantidad de plantas en función de una aparente mejor distribución.

Respecto de una distancia entre plantas uniforme, la existencia de calibres heterogéneos para una misma partida genera dificultades en el comportamiento de los órganos de dosificación, sobre todo en girasol y maíz. La solución es utilizar sembradoras equipadas con dosificadores neumáticos, pero no es gratis. Implica una mayor inversión en el equipo de siembra, que debe ser reconocida al momento de su prestación.

Los dosificadores mecánicos pueden presentar dificultades de alimentación y de entrega de semillas, y alteran la densidad óptima cuando el enfoque del control o su metodología no son adecuadas. En numerosas oportunidades se confunden problemas en la distribución de semillas con regulación de la densidad de siembra, lo que agrava las cosas en vez de solucionarlas.

Mecánicos y neumáticos deben someterse a la prueba en banco. Esta implica no solo cotejar la placa elegida con la semilla por sembrar sino también la regulación de los mecanismos de enrase y expulsión a una velocidad de giro “simulada” y continua, lo más similar posible a la real.

El objetivo de esta prueba es lograr la misma cantidad de semillas entregadas que orificios presentes en la placa en un giro completo de ésta, y detectar que la  diferencia no se deba a problemas de alimentación (siembra en blanco o doblete). Si así fuera, el punto es la elección de la placa para el calibre en cuestión. Una regla sencilla de identificación de un correcto o incorrecto índice de alimentación, es la recepción de las semillas en una lata, cuando identificamos un cambio en la frecuencia del ruido que produce la caída de la simiente.

Posteriormente, en la prueba a campo, se deben realizar dos determinaciones. La primera permite establecer si realmente el tren cinemático de la sembradora está correctamente regulado. Para ello resulta conveniente, en una etapa inicial, medir el avance de la sembradora contando una cantidad determinada de giros de la placa, dividir la cantidad de orificios que pudieron entregar semillas sobre los metros lineales desarrollados, y establecer así lo que se denomina densidad teórica.

Esta determinación, independientemente de la problemática de la relación semilla-dosificador, nos aproxima a una valoración correcta de la regulación de la densidad de siembra en el equipo. Luego, con las semillas colocadas en las tolvas, la ubicación de la posición de cada una de las semillas en una cantidad de surcos y el procesamiento de la distancia promedio entre ellas y de la variación de este dato, es una herramienta indispensable para lograr corregir hacia una mejor distribución espacial.

El impacto en el potencial productivo del cultivo de una incorrecta distribución espacial es, se sabe, mucho más delicado en el maíz, por ausencia de mecanismos fisiológicos de compensación.

La mayor densidad de siembra del sorgo enmascara en gran medida esta problemática. Los cultivos de girasol y soja, a su vez, cuentan con mecanismos fisiológicos de compensación, como expansión foliar y ajuste de tamaño de capítulo para el primero, y ramificación para muchas variedades en el segundo caso.

La uniformidad temporal está referida al lapso transcurrido entre siembra y emergencia. Una regulación incorrecta de la transferencia de carga genera un nacimiento desparejo, que se traduce en una mayor competencia intraespecífica donde algunos individuos ganan y el cultivo pierde. Además, casos extremos pueden dificultar las labores de manejo posteriores a la siembra.

✔ Contar con el uso de barrerastrojos para generar un incremento de temperatura en el surco al momento de la siembra puede generar un ambiente más propicio para el proceso de germinación y emergencia.

✔ Las púas o escarificadores que producen la labranza zonificada de la línea de siembra también ayudan a anticipar la emergencia y el desarrollo inicial del cultivo, aunque su uso ha mermado significativamente por los altos costos operativos y económicos que implican.

✔ Por otra parte, en una actividad donde el capital disponible es escaso, la aplicación de fertilizantes requiere una máxima eficiencia en su utilización y su localización anticipada. La utilización de surcadores específicos para los mismos y su aplicación en el momento de la siembra producen importantes devoluciones económicas.