Esta deuda tenemos que saldarla
Crecen las demandas referidas al ambiente. Urge implantar especies que permitan aprovechar la energía que no estamos utilizando, y que ayuden a cumplir con los servicios ecosistémicos sin que dejemos de hacer cultivos comerciales. El planteo se paga solo.
Cada vez hay más presiones para incrementar la producción en condiciones amigables con el ambiente. En alguna medida nos hemos olvidado que estamos produciendo dentro de diversos ecosistemas, con sus reglas y propiedades. "No podemos manejarnos a espaldas de esta realidad; tenemos que usar la ecología en nuestro favor, aprovecharla para entender de qué se trata y multiplicar la producción", advierte Gervasio Piñeiro, del Conicet.
De la ecología devienen hoy algunos conceptos interesantes y muchas reglas. Actualmente hablamos de servicios ecosistémicos como una forma conceptual de ver que los agricultores no solo producen maíz, soja o carnes sino muchas cosas más. "Dependiendo de lo que hagan pueden estar generando materia orgánica, gases de efecto invernadero o malezas resistentes, sólo por citar algunas cosas -dice Piñeiro-. Es decir, según cómo nos manejemos podemos dar origen a muchas más cosas de las que realmente terminamos vendiendo. Cuando se trata de eventos positivos los llamamos servicios ecosistémicos, y entre ellos podemos citar la regulación de nutrientes, la formación de materia orgánica en el suelo, los polinizadores, los enemigos naturales y todo un listado de cosas. No dejan dinero palpable, pero impactan sobre el negocio, sin dudas".
Piñeiro entiende que necesitamos cambiar el chip. A su criterio la revolución verde produjo un gran avance en materia de rendimientos de los cultivos pero a la vez un cierto deterioro de los ecosistemas y una disminución de la provisión de servicios ecosistémicos. "Hablamos a nivel local de la regulación de los ciclos de nitrógeno y fósforo, la fertilidad, la temperatura y la estructura de suelo, la retención de agua disponible, el control de malezas, plagas y enfermedades, entre otros. Y a nivel regional puede citarse la regulación de nitratos en la napa y el control de inundaciones. En tanto, a escala global es posible hablar de los gases de efecto invernadero.
"Hemos perdido 30-40% de la materia orgánica original, compactamos suelos, generamos erosión. ¿Cómo se solucionan estas cuestiones? Hay que pensar en los servicios ecosistémicos; dar vida a esquemas que tengan todos estos servicios funcionando", enfatiza el profesional.
De hecho estos servicios eran provistos por el ecosistema y quizás por estar concentrados en otro objetivo llevamos a que éste dejara de proveerlos. Cuando el productor se da cuenta que empieza a producir menos procede a agregar más insumos. Si el menor rendimiento pasa por carencia de N o ausencia de materia orgánica suficiente aumentamos la dosis de fertilizantes. Y si vemos que hay más malezas elevamos el gasto en herbicidas. Resultado: se va deteriorando el sistema pero la producción sube en base a un mayor aporte de insumos.
A nivel regional es algo parecido; se puede contaminar una napa con nitratos y no podrán tomar agua ni el productor ni los habitantes del pueblo cercano. De hecho la sociedad está empezando a reclamarnos algunas cosas. Esa misma comunidad puede poner trabas a los productos que vendamos el día de mañana. Son todos servicios que conviene empezar a pensar cómo vamos a darlos.
Manos a la obra
La movida pasa por la posibilidad de implantar un cultivo que permita aprovechar la energía que nuestro esquema no utiliza, y que ayude a cumplir con estos servicios ecosistémicos sin que dejemos de hacer cultivos comerciales. No podemos reemplazar estos cultivos de renta por otros que nos den menos gases de efecto invernadero, porque hoy nadie lo paga. Pero hay muchos momentos en que el sistema deja huecos en que no se está interceptando energía, y eso no debe aceptarse. Podemos canalizar esa energía no utilizada. "Es un cambio de paradigma: pasar de pensar en cosechar granos exclusivamente a pensar en que vamos a cosechar paralelamente muchos servicios ambientales. Debemos imaginar la rotación de cultivos que nos llevará a cumplir estos objetivos. Si logramos interceptar más energía la torta será más grande; parte irá para la soja y parte puede ir a proveer los servicios ecosistémicos", dice el profesional.
Por cierto, existen cultivos específicos para cada uno de estos servicios y otros que aún no hemos investigado lo suficiente respecto de estas prestaciones. Podemos plantar una leguminosa que no nos provea granos negociables pero sí algunos de estos servicios, lo mismo con un nabo forrajero. Y cuando los incluimos en una rotación todo va mejor. Tenemos que poner más cultivos en nuestros esquemas, y de distinto color. No necesariamente quiere decir que se trate de rotaciones más complejas de manejar. De hecho ya hay muchos productores que lo están haciendo.
Pero el bolsillo manda y Piñeiro no elude el tema del gasto. "Tratamos de saber cuánto le cuesta esto a los productores que ya lo han puesto en práctica. Comparamos 31 lotes que tienen cultivos de servicio con otros 31 lotes que no los tienen. En el primer caso había mucha avena, centeno, vicia, trigo como cultivo de cobertura. Hoy en promedio estos cultivos cuestan u$s 58, pero hay gente que gastó u$ 200 y otros que hicieron una cobertura tan barata como u$s 24. ¿Y qué pasa con los herbicidas? Con un cultivo de servicio el número de aplicaciones fue de 3.8, sin él subió a 4.4. El gasto de herbicidas dio u$s 27 menos por hectárea (u$s 87 vs u$s 114). Y cuando la supresión del cultivo de cobertura incluye el rolado baja significativamente el costo; se verifican unos u$s 70 de diferencia, y con eso se paga la cobertura. Si todos hiciésemos esto a nivel regional podríamos tener menos resistencia de malezas (ahorro en herbicidas). Y si usáramos una vicia bajaríamos el gasto en fertilización, ya que fija entre 50 y 120 kg de N, equivalente a entre 100 y 240 kg de urea. Considerando el precio de la urea más flete y aplicación ahorramos entre u$s 40 y 96; a escala local ya con estas dos cuestiones estaríamos pagando el cultivo de cobertura".
Pero además vamos a mejorar la captura de carbono y evitar la lixiviación. Y se van a emitir menos gases de efecto invernadero. Va a mejorar la infiltración del agua y colaboraremos a mitigar las inundaciones. ¿Cuánto vale la erosión que se evita o la materia orgánica que crece? ¿Cuánto valen todos los otros servicios?
El mensaje es: "Quédense tranquilos, los cultivos de cobertura se están pagando, y agregan vida al sistema -enfatiza Piñeiro-. Ojalá la pampa fuera verde en invierno; el suelo no necesita descansar sino alimentarse. Estamos perdiendo energía que podemos trasladar a todo el sistema. No hay excusas por este lado". Suena lógico. Habrá que darle la derecha, sin dudas.
Claudio Gianni
Fuente: Aapresid