ANALISIS POLITICO

Los desafíos de la consolidación

A dos años de gestión, Cambiemos apunta a ocupar un espacio de representación para intereses que hasta su llegada se sentían desamparados.

Manuel Font - Globaltecnos
17 de Enero de 2018

Para poder describir la situación política actual en la Argentina debemos remontarnos unos años para atrás, exactamente al año 2014. En ese momento muchos sectores de la sociedad argentina, una amplia mayoría, necesitaban encontrar una oposición electoral que los representara no tanto en sus propuestas sino como una alternativa al modelo populista que encarnaba el kirchnerismo, todavía en el poder.

En ese marco se presentaban en la Argentina tres alternativas, por un lado la Alianza FAUNEN de la que participaban el radicalismo, el socialismo y la Coalición Cívica entre otros partidos, por el otro Sergio Massa con su Frente Renovador, y en tercer lugar el PRO de Mauricio Macri.

Cada una de las alternativas presentaban fortalezas y debilidades: Massa había representado el freno en 2013 en Provincia de Buenos Aires a las aspiraciones rere-eleccionistas del kirchnersismo (ya a esa altura cristinismo), pero al mismo tiempo pagaba el costo de haber quedado expuesto como contendiente demasiado pronto, con lo cual corría riesgo de perder fuerza en el camino a 2015.

En el caso de FAUNEN era una fuerza que tenía buena representatividad territorial, una propuesta basada en el respeto a las instituciones y el combate a la corrupción pero que mostraba cierta endeblez como alianza y, tal vez por ello, no lograba encontrar un candidato que encarnara esas propuestas constituyéndose como una opción fuerte y capaz de polarizar con el kirchnerismo para disputarle la elección.

Por el lado del PRO, la situación era inversa a la de FAUNEN: contaba con un candidato que, también gracias a la estrategia del oficialismo, estaba instalado en los opuestos de Cristina Fernández de Kirchner pero le faltaba ese velo de institucionalidad y combate a la corrupción, y la presencia territorial que sí tenía FAUNEN.

La situación era paradójica; siendo mayoría los opositores al gobierno, la forma que habían tomado las coaliciones políticas hacía que la posibilidad de triunfo del oficialismo fuera muy fuerte. O al menos una segunda vuelta entre dos sectores vinculados al peronismo. Nos enfrentábamos otra vez a un escenario en el que las opciones peronistas se podían llevar más del 70% del electorado, con lo cual el riesgo de ir a un modelo de partido único estilo el PRI en México seguiría incrementándose.

Haciendo esta lectura de la situación, Elisa Carrió forzó la ruptura de FAUNEN, situación acompañada por algunos sectores del radicalismo liderados por Ernesto Sanz que llegaron a su convención nacional en Gualeguaychú con la propuesta de conformar una alianza electoral con el PRO y la Coalición Cívica, frente a otros que proponían un frente propio, o abierto también a articulaciones con Sergio Massa.

De esta manera y luego de esas disputas internas surgió el Frente Cambiemos, el cual en ese momento tenía un carácter electoral y un objetivo claro: forzar una segunda vuelta con el kirchnerismo, en un escenario en el cual se consideraban ganadores.

De a poco la estrategia de polarización fue dando resultados y en las elecciones generales, luego de una PASO en la que Mauricio Macri le ganó a Ernesto Sanz y a Elisa Carrió, el desempeño de Cambiemos fue mejor de lo esperado por muchos y el objetivo de ir a la segunda vuelta se cumplió. El resto es historia conocida: Mauricio Macri se impuso en la segunda vuelta y llego a la Presidencia de la Nación.

Todo el relato anterior nos sirve para entender en qué condiciones Cambiemos llegó al poder. Lo hizo como una alianza electoral, que se había conformado poco tiempo antes, cuya ligazón no estaba del todo clara y que no contaba con mayoría en ninguna de las cámaras del Poder Legislativo y mucho menos con quórum propio.

Sin embargo, lanzado el juego político, primero las estructuras tradicionales del peronismo no pudieron imponer en base al aparato a un candidato en provincia de Buenos Aires como Anibal Fernández, luego el sindicalismo no logró en un primer año de gobierno con la complejidad que hemos descripto una unificación verdadera que les permitiera fortalecerse como actor relevante en la discusión política. Y el kirchnerismo no logró consolidarse como líder opositor excluyente en el Congreso.

En este contexto llegamos a la reciente elección de medio término, en la cual el oficialismo obtuvo -en un escenario por demás complejo- un triunfo contundente, que no hizo más que incrementar la crisis interna de la oposición peronista. Y que nos mostró un ejercicio de paciencia de la población, inesperado bajo los anteojos viejos con que mirábamos la contienda política.

A raíz de ese triunfo electoral, Cambiemos pasó de ser una fuerza electoral a lograr un rol de espacio político, que necesita consolidarse pero que puede ocupar un espacio de representación para intereses que hasta su llegada se sentían desamparados.

Está claro que parte del triunfo electoral tiene que ver con la polarización con el kirchnerismo y que esa polarización no puede volver a repetirse en 2019 al menos de la misma forma. Pero también es cierto que el ejercicio de paciencia de la población al volver a acompañar en las urnas a un gobierno que mostró las complejidades antes descritas era poco habitual en la Argentina. Y es allí donde decimos que parece haber algo más, la apuesta a una forma diferente de llevar la discusión política y también la gestión.

Desde lo político, el desafío para el espacio Cambiemos es amplísimo y todos sus integrantes tiene que estar dispuestos a enfrentarlo. La construcción de una fuerza que exceda lo electoral y se siga presentando como opción de gobierno necesita diálogo interno, administración de intereses diversos y búsqueda de complementación de partidos con historias, tradiciones y culturas diferentes.

Cambiemos, consolidada como fuerza política puede ser la oportunidad de que el sistema de representación se regenere y vaya cobrando una forma nueva con mayor capacidad de administrar las tensiones de nuestra sociedad a través de un nuevo esquema de representación partidaria.

Por el lado de la gestión, estos dos primeros años también tienen que ver con ese ejercicio de paciencia demostrado por la población en las elecciones de octubre ante un gobierno que está eligiendo un camino gradual para salir del populismo hacia un modelo diferente, tratando de evitar el costo social de reformas abruptas que serían inabordable en un país con 30% de pobreza.

Estamos entonces ante una fuerza política que dejó de ser una opción solo electoral, ante una sociedad que ha decidido ser más paciente y que está cambiando su forma de establecer prioridades. Es necesario que todos los protagonistas de este escenario asuman como cierto este contexto y estén a la altura de las circunstancias.

(Más información en revista Chacra impresa de Enero 2017)

Etiquetas:
Suscríbase para recibir notificaciones importantes
CHACRA desea enviar noticias de primerísima mano.
Para aceptar basta con hacer click en el botón "Permitir"