Retos y oportunidades de la bioeconomia ante el COVID-19
El avance del Covid-19 ha provocado una alteración en el funcionamiento de las cadenas agrícolas y una caída sin precedentes en el consumo de productos, que está impactando directamente en actividad económica de los países de la región.
El aislamiento social impuesto por los gobiernos de casi todo el mundo para controlar el avance del Covid-19 ha provocado una alteración en el funcionamiento de las cadenas agrícolas y una caída sin precedentes en el consumo de algunos productos, que está impactando directamente en la actividad económica de los países de América Latina y el Caribe.
Comprender en profundidad la verdadera magnitud de esta crisis y sus impactos en el corto, mediano y largo plazo en los países del hemisferio, permitirá identificar retos y oportunidades para que el IICA, a través del Programa de Bioeconomía y Desarrollo Productivo, pueda ofrecer cooperación técnica direccionada a las necesidades y realidades del nuevo contexto. Para ello, se han realizado una serie de reuniones con expertos en esta materia. En la primera de ellas, desdoblada en dos bloques, los especialistas enfocaron la discusión sobre el posible escenario post Covid-19 y su impacto en el sector agroalimentario de la región. En el segundo bloque, se enfocaron en el impacto de la crisis sobre la bioeconomía en general de los países en ALC.
Escenario post Covid-19 y su impacto en el sector agroalimentario en la región
Inicialmente, las crisis se miden en segundos, posteriormente en minutos, días, meses y finalmente en años. En estos momentos, recién estamos atravesando su etapa inicial. Hoy nos preocupan los muertos que deja día a día el coronavirus, pero más adelante serán los que padecen hambre, desempleo y pobreza.
Para los expertos, el impacto que tendrá el Covid-19 sobre la actividad agrícola en los países de la región no será homogéneo. Dependerá de las características de cada uno de ellos y de su sistema agroindustrial. Del mismo modo, se prevé que los impactos variarán entre los eslabones de las diferentes cadenas productivas, siendo la producción de alimentos una de las actividades agroindustriales menos afectada.
El impacto inmediato del aislamiento de los trabajadores y de las restricciones de circulación se sentirá sobre el normal funcionamiento de algunas cadenas agroindustriales y de sus canales de distribución. El efecto será mayor en aquellas vinculadas a productos perecederos (cadenas cortas), muy ligadas a la agricultura familiar. Al mismo tiempo, especulaciones en los mercados de alimentos han impulsado las compras de pánico que, sumados a la menor oferta, están provocando el desabastecimiento de algunos productos esenciales. Si a esta situación se le agrega el agravante de la pérdida de ingresos familiares como consecuencia del cese de la actividad económica, se aumenta el riesgo de que crezca la inseguridad, la delincuencia y los conflictos sociales en fincas y zonas rurales.
La caída de la actividad está afectando el nivel de precios de los commodities agrícolas, especialmente aquellos vinculados a la energía. También se está reflejando en una creciente dificultad para colocar los productos de mayor valor agregado, destinados a los consumidores de mayores ingresos. Algunos productos como la carne, que hoy padecen las mismas complicaciones, podrían recomponer parte de su mercado en el corto plazo, traccionados por el crecimiento de la demanda china y de otros países que dependen del abastecimiento internacional para suplir sus necesidades alimenticias.
En el mediano plazo, los expertos creen que podrían resurgir los movimientos proteccionistas que en otras épocas provocaron enormes daños a las economías de la región. Bajo la idea de la autosuficiencia alimentaria, algunos países como Rusia, India o Vietnam han tratado de limitar las exportaciones de algunos productos alimentarios. Del mismo modo, organizaciones de productores de la Unión Europea han solicitado restringir la importación de granos para favorecer la producción local. Es probable también que las restricciones al comercio internacional recaigan sobre las cuestiones sanitarias, por lo cual debería prestarse mucha atención a los esquemas de certificación y trazabilidad.
En el ámbito de ALC, es esperable que las medidas de salvamento que apliquen los gobiernos para sostener el empleo estén más ligadas a cuestiones monetarias y fiscales (tipo de cambio, baja de impuestos, etc.), que tienen bajo impacto en la pequeña agricultura, donde domina el empleo informal. En complemento, y dado que la crisis se sentirá con más fuerza en los centros urbanos, y que muchos de los empleados que podrían perder sus trabajos acá provienen de los sectores rurales, es probable que se registre una migración a la inversa; es decir, desde lo urbano hacia lo rural. Por lo tanto, el sector agrícola estará llamado a tener un rol no solo productivo, sino también social como generador de empleo e ingreso para los sectores más vulnerables. Será necesario entonces, repensar las actividades productivas del sector para mejorar sus ingresos.
En la medida que los países vayan solucionando los temas sanitarios y sociales, y la economía se vaya poniendo en marcha, el interés por las políticas ambientales debería volver a ser parte de la agenda pública. Sin embargo, existe el riesgo de que las prioridades por los Objetivos de Desarrollo Sostenible queden relegadas.
Sin embargo, toda crisis representa una oportunidad. Habrá espacio para generar nuevas situaciones, nuevas acciones e iniciativas innovadoras. La región debería aprender de las experiencias y buenas prácticas de otras regiones en materia de estrategias para atacar la crisis e iniciar el camino hacia la recuperación.
Efectos del nuevo escenario en la bioeconomía de ALC
Uno de los mayores riesgos que plantea el nuevo escenario es que la urgencia por atender las cuestiones sanitarias y sociales reducirá momentáneamente el interés, la atención y los escasos recursos de los países para la formulación e implementación de políticas que no tengan que ver con estas cuestiones. Del mismo modo, la incertidumbre imperante podría derivar en una agricultura más conservadora, con menos innovación y volcándose hacía planteos más defensivos tendientes a aplicar las prácticas más conocidas.
Otro de los impactos negativos derivado de la crisis es la abrupta caída en los precios del petróleo y la demanda agregada. Muchas actividades agroindustriales, como aquellas enfocadas en productos altamente sofisticados, tales como los bioproductos sustitutos de productos de origen fósil (incluida la bioenergía) y servicios culturales (ecoturismo, por ejemplo), verán afectada su rentabilidad y viabilidad. Sin embargo, los desarrollos en biotecnología y otras actividades competitivas de la bioeconomía seguirán avanzando, así como las actividades reguladas. En este sentido, la biotecnología ha resultado ser un ejemplo del gran impacto que pueden tener las nuevas ciencias biológicas en salud.
Bajo este escenario, surge la necesidad de encontrar modelos productivos eficientes que aprovechen al máximo los recursos biológicos, mucho de los cuales se encuentran ociosos, para convertir a los territorios rurales en motores de la reactivación socioeconómica y de la seguridad alimentaria. Este enfoque basado en la bioeconomía permitiría generar oportunidades inmediatas en los sectores más afectados por la crisis a partir de la valorización de productos (residuos/desechos) que generen nuevos ingresos en los sectores más vulnerables, que son los que tienen mayor dificultad para integrarse a las actividades formales.
Y posteriormente, una vez solucionados los temas emergentes sanitarios, productivos y comerciales, habrá espacio para apuestas innovadoras. Se abrirá una ventana de más oportunidades para la bioeconomía como un modelo de desarrollo que vaya más allá de los actuales sistemas de producción, que durante la crisis han demostrado ser altamente vulnerables. Para ello será necesario seamos los suficientemente abiertos y activos para capitalizar esta oportunidad.
Hugo Chavarría es economista, gerente del Programa de Bioeconomía y Desarrollo Productivo del IICA
** Panel de expertos que participó en la discusión:
Eduardo Trigo (Argentina): asesor del Programa de Bioeconomía y desarrollo productivo del IICA. Asesor en Bioeconomía del Ministerio de Agroindustria de Argentina y docente en el Centro de Agronegocios y Alimentos de la Facultad de Ciencias Empresariales de la Universidad Austral.
Carlos Pomareda (Costa Rica): asesor del Programa de Bioeconomía y desarrollo productivo del IICA. Gerente de Servicios Internacionales para el Desarrollo Empresarial y Gerente de Corporación Ganadera Los Laureles
Marcelo Regunaga (Argentina): asesor del Programa de Bioeconomía y desarrollo productivo del IICA; exSecretario de Agricultura y de Industria, Comercio y Minería de Argentina. Profesor en la Maestría en Agronegocios de la UBA y Director Académico del Programa de Formación y Capacitación de la Bolsa de Cereales.
Elizabeth Hodson (Colombia): Profesora Emérita de Pontificia Universidad Javeriana y miembro de Academia Colombiana de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, Comisión en Ética del Conocimiento Científico y Tecnología de la UNESCO y Misión Internacional de Sabios del Gobierno de Colombia.
Guillermo Anlló (Argentina): Especialista Senior de Programas, Políticas de Ciencia y Tecnología y Fortalecimiento de Capacidades, Oficina Regional de Ciencias LAC UNESCO
Guy Henry (Holanda): director de Investigación y Estrategia del CIRAD y delegado de CIRAD para América Latina y el Caribe
Autor : Hugo Chavarria
Nota elaborada a partir de las opiniones de un grupo de expertos de América Latina convocados por el IICA**