Ciertos indicadores están empezando a reaccionar. La reactivación obedece a actores que esperan un muy probable cambio de gobierno en 2023, con todo lo que eso significa para la renta del sector.
Dicho hasta el cansancio, a la economía la mueven mucho más las expectativas que los hechos concretos, sencillamente porque la actitud de sus principales actores está inevitablemente motorizada por las percepciones, aquello que dicta el sentido común en función de las señales que se reciben. Y eso lleva a mover las piezas generalmente antes de que lo hagan otros. O bien a cruzarse de brazos si nada invita a dar el paso.
En general los gobiernos rodeados de una imagen negativa, aquellos de los cuales la gente no espera absolutamente nada bueno, no hacen sino empeorar las cosas aun y cuando no muevan un solo dedo. En la otra vereda están las administraciones que ya antes de arrancar despiertan buenas sensaciones, porque el inversor descuenta que generarán cambios positivos.
Parece que algo nuevo está pasando en el mercado de campos, aunque en este caso involucraría una tercera variante: la mejora en las expectativas obedece más que nada a una muy probable salida de aquellos que entorpecen el progreso que a una confianza ciega en los que llegarían a partir de 2023.
Los datos indican que se ha detectado una suba del 25% intermensual en la actividad del mercado inmobiliario rural. Es lo que afirman los técnicos de la Cámara Argentina de Inmobiliarias Rurales (CAIR), y parten del Índice de Actividad del Mercado Inmobiliario Rural, que involucra las operaciones y consultas, concretadas o no, en todo el país.
El índice se conforma principalmente por los resultados de la encuesta mensual de actividad efectuada entre socios de todo el país, más la cantidad de avisos publicitarios de campos en venta o alquiler en los principales medios gráficos de tirada nacional, la cantidad de anunciantes en la web de CAIR, las operaciones rurales realizadas en el periodo analizado, las búsquedas y consultas efectuadas por inversores en la web de la Cámara y la cantidad de avisos comerciales en las principales plazas del interior del país.
Para la evaluación se toma como base de referencia máxima 100 puntos, correspondientes al pico de máxima actividad histórica. Sus autores indican que no refleja precios, solo el nivel de actividad del mercado. Se comenzó a medir a partir del mes de noviembre de 2013 y el último septiembre arrojó un valor de 46,39 puntos, lo que representa un significativo aumento del 25% con respecto al dato de agosto pasado.
Pero lo importante es tratar de entrever las razones de este cambio. Los especialistas de la cámara entienden que hay factores externos que inciden en la mayor actividad en el mercado, ya que a nivel nacional la situación general sigue muy complicada. A la hora de detectar las razones de este mayor movimiento, la lista incluye la alta inflación que registran las monedas duras y la firmeza en los valores de la tierra en el extranjero, a lo que se suma la sensación de un cambio de gobierno en la Argentina para las próximas elecciones, más los precios atrasados de la tierra en el plano doméstico.
Tiene lógica, la actual Administración no se caracteriza por su apego al campo, al cual castiga con todo tipo de limitaciones, desde las eternamente rechazadas retenciones hasta volúmenes de equilibrio y un tipo de cambio diferencial que hace que la renta de la actividad se reduzca sensiblemente. Es razonable que existan actores que empiezan a posicionarse en inversiones ligadas a la tierra, con la idea de que al menos alguno de estos condicionantes desaparecerá a partir de 2023.
Expectativas, siempre. De ahí que las proyecciones para los comicios del año próximo empiezan a mover la rueda. Que no decaiga.