Agrohidrología: una estrategia de manejo
Francisco Damiano del Instituto de Clima y Agua de INTA, hace referencia a la importancia de la aplicación de esta técnica para el manejo de agua en zonas anegables de la Región Pampeana.
La Pampa deprimida, la Pampa interior o arenosa y los Bajos Submeridionales, se caracterizan por ser áreas de planicies extremas e inundables y en donde las condiciones del terreno limitan la evacuación de los excesos hídricos. Eso trae como consecuencia la salinización de los suelos y dificulta la aplicación de los principios hidrológicos en la relación lluvia-escorrentía.
El término “Agrohidrología” expresa el ámbito geográfico de la aplicación -sector rural- y congrega aspectos de la Agronomía y la Hidrología. La técnica surgió debido a una demanda concreta al INTA de los productores agropecuarios de la región “Pampa Deprimida” en la década del ´60, que veían como se afectaba su producción pecuaria por los continuos períodos de anegamientos y sequías estacionales, “hecho que ya había sido marcado por el sabio argentino Florentino Ameghino hacia fines del siglo XIX”, aseguró Francisco Damiano, del Instituto de Clima y Agua del INTA Castelar. Luego de varios estudios y ensayos de experimentación a campo, la Unidad de Agrohidrología desarrolla y pone en práctica una tecnología simple y eficaz de manejo de agua para campos bajos denominada “Técnicas de los Módulos Agrohidrológicos”.
Esta técnica considera que el agua de lluvia debe ser aprovechada donde cae y manejada de acuerdo al relieve en los períodos invernales de exceso, almacenando dichos excesos para la época deficitaria de verano. Para ello, plantea la necesidad de pasar de la pregunta ¿Cuánta agua se debe controlar? a ¿Cuánta agua se puede controlar en el ambiente de diseño disponible?.
Para diseñar un módulo agrohidrológico es necesario identificar unidades de comportamiento hidrológico interno semi-estanco e independiente, denominadas “circuitos hidrológicos”; encauzar y almacenar las aguas internas generadas dentro del sistema; y conducir y reducir el impacto de las aguas generadas en posiciones externas o superiores del relieve, agregándolas al volumen del almacenamiento superficial remanente o en embalses rurales.
Hay dos conceptos opuestos para tratar los excesos hídricos en áreas de llanura: Uno recurre a canales de conducción y presas de retención pretendiendo “sacar el agua lo más rápido que sea posible, independientemente de los efectos que esto pueda tener aguas abajo”, dijo Damiano, quién integra también el Programa Nacional del Agua del INTA.
El otro, la agrohidrología, pretende controlar los anegamientos en áreas planas respetando los procesos básicos que son naturales de esas áreas. Se basa en diseños que acepten que los enormes volúmenes de agua que se manejan tarden un tiempo considerable en escurrir. Por lo tanto se requerirán áreas que temporariamente almacenarán los excesos hasta que sea su “turno” de ser evacuados. Damiano hizo hincapié en que “el concepto es conducir los excesos hídricos hasta los lugares menos productivos, retenerlos lo máximo posible, y permitir una evacuación controlada y encauzada para el vecino aguas abajo”.
Para definir un “circuito hidrológico” se hace necesaria la existencia de una estructura física –bordos- que defina en el terreno la partición de las aguas entre externas e internas. Para la identificación de la dirección local de los escurrimientos se definen las “unidades de ambiente” que enmarcan las áreas de aportes a cada plano deprimido (bajos y lagunas) existentes. Se utilizan herramientas de fotointerpretación, imágenes de satélite, relevamiento topográfico con equipos GPS y verificaciones de campo. “Este método es muy adecuado y preciso en el diseño funcional de obras modulares y cálculo estructural de obras agrohidrológicas: presas, badenes simples, badenes bordeados, alcantarillas y vertederos”, comentó el técnico.
La adopción de esta metodología dio origen a la conformación de seis nuevos Módulos Demostrativos: “Arroyo Lanzaco” en General Paz, “Loma Verde” en Brandsen, “Las Marianas” en Navarro, “Cañadón de Gutiérrez” en Azul, “El Albardón” en Rauch, y “General Alvear”, en la localidad que lleva el mismo nombre. Damiano declaró que “a escala predial la Sistematización Agrohidrológica tiene un grado de adopción e implementación muy importante”. Algunos casos prediales se pueden observar en Google Earth: “La Susana” en Navarro, "La Elegida" en Bragado y "Viejo Roble" en Viamonte, Córdoba.
La agrohidrología incide directamente en la mitigación de las inundaciones y sequías de la región pampeana, que llevan a la salinización de los suelos, y establece un marco hídrico apropiado para acumular los excedentes de agua en sectores menos productivos. Es recomendada para la habilitación y manejo de campos bajos, porque resuelve el problema de anegamiento haciendo un uso eficiente del agua verdeAdemás, se la considera un paso previo necesario para la realización de prácticas de mejoramiento y remediación de suelos, adaptación de especies nativas e implantadas. Y por último, brinda al productor mayor seguridad para planificar nuevas actividades culturales y vegetativas en áreas protegidas y poder hacer inversiones con el fin de obtener el máximo aprovechamiento de los recursos naturales y rentabilidad agropecuaria.