"Wichí Lahäk", un calendario cultural para rescatar y revalorizar saberes ancestrales
Cuatro comunidades wichí junto al INTA, Universidades y organizaciones nacionales e internacionales, analizaron las prácticas productivas y modos de vida de esta cultura.
"Wichí Lahäk" surge como parte de un proceso de investigación-acción-participativa para indagar en las diferentes prácticas productivas y estrategias comunitarias conectadas con la producción y el consumo de alimentos de diferentes comunidades caracterizadas como las más vulnerables en la zona de emergencia socioalimentaria de la provincia de Salta. El proyecto surge en el marco del proyecto "Por una Alimentación de Vida", a partir del aumento de casos de mortalidad infantil por desnutrición.
El primer producto de esta investigación es una producción colectiva entre distintas instituciones, organizaciones y comunidades indígenas que surgen de un diálogo intercultural: el calendario de alimentación tradicional wichí. "En el calendario wichí tenemos las mismas cuatro estaciones del calendario blanco: chelchup, fwiyetil, inawop y yachup", explicó Robin Díaz, miembro de la comunidad wichí de La Puntana, en Santa Victoria Este -Salta.
Para la creación del calendario se incluyeron a los tres tipos de economías y modos de vida de la zona: comunidades cazadoras-recolectoras (que incluyen a los pueblos wichí, chorote, qom, chulupi), comunidades agricultoras (guaraní y tapiete) y comunidades pastoras (campesino - criollas).
Se trata de un proyecto que promueve estrategias de producción y consumo de alimentos tradicionales de la región, difunde prácticas ancestrales que no dañan el ambiente y generan procesos de autonomía y reivindicación cultural para las comunidades indígenas. La clave es revalorizar los productos para volver a conseguir parte de la diversidad en la alimentación que se perdió, lo que implica mejorar la calidad nutricional de la dieta actual.
"Elegimos algunas comunidades de la zona en emergencia e hicimos un muestreo para tratar de dar cuenta de toda la diversidad de situaciones que existe dentro de nuestro territorio. Empezamos por trabajar en talleres participativos, tratando de identificar los problemas, averiguar cuál fue el proceso de transición alimentaria", describió Penza.
En particular, aquellas donde son más recurrentes problemas graves de desnutrición (cazadores-recolectores) se diferenciaron cuatro tipos distintos, según sus características demográficas y de formas de usos de los recursos naturales: una comunidad pequeña de la costa, una comunidad del monte una comunidad urbana integrada a un pueblo rural mediano y un colectivo con representantes de comunidades periurbanas de la ciudad de Tartagal.
El objetivo fue identificar y comprender las causas sociales, culturales, políticas y ecológicas de los problemas nutricionales de estas comunidades para resolver problemas estructurales.
"Una de las cosas que observamos fue que habían dejado de consumir alimentos tradicionales debido a que se asociaban a la pobreza, tenían una carga simbólica negativa y por esto de querer pertenecer o ser parte de las nuevas dinámicas socioeconómicas la gente incorporó alimentos nuevos, por lo general procesados. Con los bajos ingresos que tienen solo podían acceder a esos alimentos de peor calidad nutricional", señaló Penza.
El equipo de investigación destacó que era muy importante generar procesos de revalorización cultural, proponer acciones para trabajar la autoestima individual tanto como colectiva, así iniciaron un proceso de rescate de prácticas y conocimientos sobre alimentos tradicionales.
Penza comentó que "las mismas comunidades pidieron que la investigación se convierta en un documento para que las generaciones futuras no pierdan este conocimiento. Pensamos que el calendario podía ser un producto que sirviera de contenido curricular para las escuelas".
Los talleres se hicieron en el idioma de la comunidad, para ello, el equipo incorporó técnicos en indígenas con el objetivo de una intervención intercultural. También se realizaron salidas al campo para compartir las experiencias que se describen en el calendario.
Se espera que el calendario pueda crear puentes intergeneracionales al difundirlo en las escuelas de la zona, incorporar los productos y prácticas tradicionales que tienen calidad nutricional, mejorar la alimentación y procesos de desarrollo local para fortalecer el proceso de identidad cultural y organizativo de las comunidades.
El equipo que lleva adelante el proyecto está conformado por la Agencia de Extensión Rural Santa Victoria Este y de Tartagal, la Red de abordaje institucional para pueblos indígenas del INTA, el IPAF NOA, la Secretaría de Agricultura Familiar Campesino Indígena y el Centro de Estudios sobre Comida y Alimentación (Universidad de Napoli "L'Orientale")
También organizaciones e instituciones como el Instituto Universitario del Hospital Italiano de Buenos Aires, ARETEDE (Asociación Regional de Trabajadores en Desarrollo) y actores sociales territoriales como La Voz Indígena, comunidades wichií Vertientes Chica yLarguero, Inhate, Lantawos, Cooperativa Indígena Choway, Colectivo de Artesanas Indígenas Thañi y la Asociación de Pequeños Productores Real Frontera.