Estados Unidos

Los agricultores de EE.UU. temen la próxima gran crisis del sector

La participación estadounidense en el mercado global de granos es menos de la mitad que el nivel que tenía en los años 70

The Wall Street Journal
13 de Febrero de 2017

El cinturón agrícola de Estados Unidos se encamina a marcar un nuevo hito: pronto habrá menos de dos millones de establecimientos agrícolas en el país por primera vez desde que los pioneros colonizaron el oeste tras la compra de Luisiana.

Un declive de varios años en los precios del maíz, el trigo y otras materias primas agrícolas como consecuencia de un exceso mundial de granos ha obligado a muchos agricultores a endeudarse. Algunos están abandonando la actividad, generando temores de que se produzca la mayor ola de cierres de empresas agropecuarias desde los años 80.

La participación estadounidense en el mercado global de granos es menos de la mitad que el nivel que tenía en los años 70. El Departamento de Agricultura proyecta que una caída de 9% en los ingresos de los agricultores del país en 2017, el cuarto declive anual consecutivo en lo que constituye el mayor bajón del sector desde la Gran Depresión de los años 30.

Los costos de las semillas, el fertilizante y el equipamiento han subido tanto y los precios de los granos han bajado. Los agricultores estadounidenses plantaron en esta temporada la menor área de trigo de invierno en más de un siglo.

La agricultura siempre ha sido un negocio marcado por los ciclos de auge y caída. Hoy, los vaivenes son más pronunciados y menos predecibles gracias a la internacionalización de la economía agrícola, donde más países exportan alimentos y nutren a sus respectivas poblaciones.

Rol mundial

La participación de los agricultores estadounidenses en el comercio mundial de granos ha caído de 65% a mediados de los años 70 a 30% en la actualidad, disminuyendo su influencia sobre los precios. La presencia de más productores y compradores en todo el mundo también significa que el mercado es más susceptible a interrupciones como el clima, la hambruna o una crisis política.

Hace algunos años, la variación de los precios del maíz entre un año y otro no superaba US$1 por bushel. Desde 2006 en adelante, sin embargo, han subido y bajado más de US$4 por bushel.

Hace una década, el auge del biocombustible en EE.UU. y de la clase media de China elevó los precios de cultivos como el maíz y la soja. Muchos agricultores de EE.UU. gastaron las ganancias de la época de vacas gordas comprando tierras y maquinaria de medio millón de dólares.

El auge también incentivó un alza de la producción en otros países. Los agricultores de todo el mundo cultivaron unas 73 millones de nuevas hectáreas en los últimos 10 años. Los menores costos de producción, la cercanía a los mercados de crecimiento más acelerado y una mejora de la infraestructura les otorgó una ventaja a los agricultores de otros países.

La producción de maíz y trigo nunca ha sido mayor, pero jamás se había almacenado tanto grano.

Recorrido histórico

Desde inicios del siglo XIX hasta la Gran Depresión de los años 30, la cantidad de granjas en EE.UU. creció de manera constante conforme los pioneros se expandían hacia el oeste del río Mississippi. Las familias habitualmente tenían una combinación de cultivos y ganado en una extensión que no superaba los cientos de hectáreas. Después de la Segunda Guerra Mundial, las cosechadoras y otras tecnologías permitieron a los agricultores cubrir más terreno. Hace dos décadas, la llegada de las semillas transgénicas los ayudaron a aumentar sus rendimientos.

Las granjas se volvieron más grandes y especializadas. Las operaciones a gran escala ahora representan cerca de la mitad de la producción agrícola estadounidense. La mayoría, incluso algunas de las mayores, sigue estando en manos de familias.

A medida que aumentaba el tamaño de las haciendas, su número disminuía, pasando de seis millones en 1945 a poco más de dos millones en 2015, acercándose a un umbral que no se había visto desde mediados del siglo XIX. El total de hectáreas cultivadas en EE.UU. descendió 24%, a 369 millones.

Rusia, en cambio, pasó en los últimos 25 años de ser el mayor importador de trigo al mayor exportador, señala Dan Basse, presidente de la firma de investigación agrícola AgResource Co. Los agricultores rusos plantaron más trigo el año pasado para aprovechar el alza del dólar frente a un sinnúmero de monedas. Eso incentiva a los rusos a exportar la mayor cantidad de trigo posible para obtener dólares, que luego convierten en cerca del doble de los rublos que recibían hace tres años.

El alza del dólar también abarata las exportaciones de los agricultores de otros países. "Mientras el dólar se mantenga fuerte, los agricultores estadounidenses están en desventaja", reconoce Basse. "Es un desangramiento lento, no un corte directo a la yugular".

El gobierno de Barack Obama acusó a China el año pasado de subsidiar en forma desleal la producción de trigo y limitar de manera injusta las importaciones de granos en desmedro de los agricultores estadounidenses. El Departamento de Agricultura de EE.UU. informó en octubre que proveería más de US$7.000 millones en asistencia financiera para ayudar a los agricultores a sortear el bajón.

Las exportaciones de trigo de EE.UU. durante la última temporada fueron las más bajas en casi medio siglo, aunque el gobierno proyecta un alza este año. Basse sostiene que dentro de cinco años exportar trigo no será económicamente viable para los agricultores estadounidenses.

Los economistas no prevén que el actual bajón alcance la severidad de la crisis de los años 80, cuando los precios de los granos se derrumbaron después de un alza de una década que llevó a los agricultores a expandirse, acumulando deuda. Los valores de las tierras agrícolas se desplomaron y las tasas de interés se dispararon. Muchos agricultores y bancos terminaron en la quiebra.

Se espera que ahora, sin embargo, los precios de las tierras se mantengan más estables. Los ingresos de los agricultores alcanzaron niveles récord en 2013, dejando a una buena cantidad con mucho efectivo en sus bolsillos. Las tasas de interés siguen en mínimos históricos. Aunque se prevé que la relación deuda-activos de los agricultores suba en 2017 por quinto año consecutivo, sigue cerca de mínimos históricos.

Los costos de insumos como el fertilizante han descendido y los economistas proyectan una mayor presión sobre los precios de las semillas y las tarifas de alquiler de tierra. La situación podría mejorar si el mal clima reduce las cosechas, lo que estimularía la demanda del suministro excedente de EE.UU. Además, pocas comunidades rurales dependen hoy de la agricultura para su sustento económico, lo que las protege del mal momento que atraviesa el sector.

Para algunos, se trata de una oportunidad. Los agricultores con poca deuda y suficiente escala para aprovechar las cosechas récord del año pasado podrían estar en condición de alquilar o comprar los terrenos de sus vecinos más atribulados.

Los banqueros dicen que muchos agricultores están gastando sus ahorros para mantenerse a flote y prevén que algunos opten por jubilarse en lugar de seguir perdiendo dinero. Los agricultores jóvenes que carecen de grandes ahorros son vulnerables, al igual que los cultivadores de mayor envergadura que se endeudaron con el fin de expandirse. Algunos sellaron arriendos de varios años a alquileres muy altos.


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