Agricultura

Cuando no alcanza con la directa

Lluvias permanentes y de volumen combinan mal con las pendientes del Litoral. Cómo manejar los lotes para preservar el suelo y sostener los rindes.

Claudio Gianni
7 de Diciembre de 2017

Sin dudas la práctica conservacionista hace grandes aportes al control de la erosión, pero tiene límites. La utilización de terrazas es clave en campos con ondulaciones importantes y dentro de un sistema de agricultura continua. Controlar la erosión hídrica es un paso fundamental si se tiene como objetivo la sustentabilidad de los planteos.

Fernando González administra la estancia Centella, propiedad de La Biznaga, una empresa del Grupo Ledesma. Advierte que el impacto erosivo se potencia en Entre Ríos, con suelos vertisoles y una pendiente promedio en el caso de Centella del 2,5%. Interesa asimismo la longitud de los lotes en función del recorrido del agua que escurre superficialmente. González cree que la terraza es un proyecto que merece escala, lo cual implica que no es sencillo desarrollar un sistema de este tipo para un productor pequeño.

Fernando Gonzalez, responsable del planteo técnico de Estancia Centella

En Centella la movida nació en 2004 y se optó por la terraza sembrable de base ancha. El trabajo duró hasta 2012 en que se concluyeron unos 250 km de caminos principales edificados sobre las divisorias de aguas, unas 300 ha de canales empastados y 2.400 km de terrazas. Fue una decisión de envergadura, liderada por el gerente de La Biznaga, Andrés Blaquier, junto con un equipo interdisciplinario en el cual participó el INTA con un estudio de suelo que sirvió para decidir de qué manera construir la terraza.

Desde luego todo tiene una razón. El objetivo de la terraza es quitar el agua excedente del lote, y hacer que escurra superficialmente a una velocidad no erosiva hacia un canal empastado o una vía de escurrimiento natural, que puede ser un bajo, un cañadón o un monte. Así se determinó que la longitud máxima de la terraza debía ser de 600 m y la separación máxima entre terrazas rondaría los 50 m. El trabajo se comenzó con una empresa de construcción propia, al tiempo que se copiaron unos terraceadores que suelen utilizar en Brasil para esta tarea. Así, se construyeron dos terraceadores en una empresa metalúrgica local y pusieron manos a la obra.

En el balance, la sustentabilidad de la producción agrícola con vertisoles, pendientes y lluvias torrenciales altamente erosivas pasa por la siembra directa, una buena rotación de cultivos y la terraza como factor determinante de la perdurabilidad del sistema en el mediano y largo plazo.

Balance de carbono

En Centella la rotación va teniendo ajustes en función de los cultivos que van logrando año tras año superar techos de rendimientos por la mejora genética. "Tenemos una rotación de base y cada campaña decidimos el reemplazo de una gramínea exclusivamente por otra gramínea de acuerdo con los resultados y márgenes proyectados. La rotación siempre está balanceada en términos de saldo de carbono y eso no se negocia; lo que hacemos es intercambiar especies. El 50% de la rotación incluye gramíneas, y el resto es básicamente soja. En algún momento participaban el sorgo y el girasol; ambos desaparecieron del esquema por el problema de la paloma. Como contraparte se incorporaron los cultivos de cobertura -especialmente avena strigosa y vicia- y sumamos dobles cultivos a la intensificación, como trigo seguido de maíz", detalla nuestro entrevistado.

Centella cuenta con áreas prístinas que ahora se usan como testigos para ir viendo la evolución de los parámetros de suelo. Han comprobado que el impacto de la agricultura en una primera instancia provoca la caída de los niveles de carbono, y les interesa que ese carbono, como mínimo, se estabilice. Lo mismo con los nutrientes. "Fertilizamos en función del balance de la rotación que estamos haciendo, buscando que la cuenta del aporte menos la extracción resulte ser igual a cero y seguimos de cerca la relación insumo-producto para que el año en que el fertilizante está lo suficientemente accesible lo aprovechemos para poner algo más y levantar el balance. La campaña 2016/17 fue un ejemplo de esto".

En esta zona INTA y Aacrea han trabajado mucho en las curvas de respuesta y en Centella las utilizan con especial énfasis. Y están tratando de calibrar la tecnología de nitrógeno foliar para levantar los niveles de proteína en trigo. La idea de volear nutrientes previamente no los apasiona. "Puede ser factible desde el punto de vista práctico, pero cuando uno analiza los números la conveniencia sigue privilegiando la aplicación de fósforo en la siembra", enfatiza González.

Múltiples escenarios

En Entre Ríos la variabilidad de ambientes es infinita; uno puede encontrarla tanto en 10 como en 1.000 hectáreas. "Cuando se trabaja en grandes superficies es muy importante darle escala. A veces se quiere hilar tan fino que uno termina siendo prisionero de la propia estrategia y no se logran los objetivos. En Centella estamos trabajando en eso y nos movemos siempre dentro de la escala a nivel de megaambientes".

Topografía y tipo de suelo son las dos variables que determinan ambientes en Centella. La primera define si estamos ante un suelo bien o mal drenado, y la textura nos indica si se trata de un perfil arcilloso pesado o un arguidol vértico. "Eso determina que podamos avanzar con dos rotaciones y con determinadas estrategias de fertilización. Los ambientes planos bajos, que son lotes que durante el invierno tienen mayor riesgo de encharcamiento, saturación y anoxia, no llevan cultivos de inverno; rotamos con cultivos de verano y eventualmente algún cultivo de cobertura. El otro ambiente considerado operativamente es bien drenado, ondulado. Allí desarrollamos la rotación general que tenemos para Centella y la diferencia es si se trata de ambientes ondulados pesados u ondulados francos; ajustamos en función de esto la tecnología de cada cultivo. En estos últimos vamos con apuestas de alto potencial para la zona mientras que en los pesados preferimos estrategias más defensivas".

Protagonistas

El trigo nunca se fue de Centella, aun en los tiempos en que ostentaba números en rojo. Entre Ríos es trigodependendiente; no se puede pasar el invierno sin cobertura verde, peor aún si no se tienen terrazas; la erosión hídrica causa estragos. Una de las cosas que condiciona al trigo en esta zona es la oportunidad de siembra. "Preferimos arrancar con trigos largos a mediados de mayo y aprovechar la ventana de siembra lo más que podamos. Si hay chances de sembrar todos los trigos entre el 15-20 de mayo y el 1º de junio, lo hacemos, y vamos exclusivamente con ciclos largos. Los ciclos cortos son la alternativa a no poder implantar los largos. En general se busca un balance entre rendimientos y contenido de proteínas". Para las condiciones de Centella, 3.500 kg/ha es un rinde bastante estable; ha sido el promedio de las ultimas diez campañas. Es un número muy lograble no habiendo Fusarium, que en determinados años hace mucho daño y puede llevar los rindes a 2.500 kg/ha.

En cuanto al fungicida, una aplicación es segura, y en algunas variedades hasta dos. El monitoreo es clave; hasta hace dos años la roya anaranjada era la principal enfermedad y luego apareció la roya negra que empezó a requerir determinado manejo de fungicidas y variedades. Hay materiales con buena respuesta a esta dolencia.

En general el trigo se cosecha los últimos días de noviembre y si se tiene la posibilidad de sembrar inmediatamente una soja de segunda el potencial de rindes para la oleaginosa es alto. Es vital no perder la oportunidad de siembra, si logramos ir detrás de la cosechadora, mejor. "También planteamos maíz de segunda, por rotación y por la ventaja de diversificar -afirma nuestro entrevistado-. Actualmente hay muchos maíces dando vueltas en Centella: ultraprecoz temprano, en fecha ciclo completo, tardío y de segunda. Trabajamos permanentemente para calibrar la tecnología en cada caso, sobre todo en los de segunda, que nos dan la oportunidad de plantear un cultivo tras el trigo en caso de que perdamos la ventana ideal de la soja de segunda. El maíz de segunda permite irse hasta fines de diciembre manteniendo buenos potenciales".

La clave en estos maíces es la biotecnología; el gusano cogollero ha quebrado en el pasado reciente algunos eventos; aparece con agresividad y mucha presión de individuos. El manejo y uso responsable de la biotecnología es clave para pelear contra plagas como ésta. También es importante el comportamiento del híbrido elegido frente a enfermedades como el tizón foliar".

En cuanto a la fertilización todo se calibra en función de un análisis de suelo y un objetivo de rindes. "Es verdad que los maíces tardíos normalmente tienen más nitrógeno (N) disponible y que aplicamos menos N, pero nunca dejamos de fertilizar". Al maíz tardío lo siembran en diciembre detrás de una soja que se cosecha en mayo. Requiere ocho meses de barbecho químico y es muy difícil poder llegar con el lote limpio a la siembra. Puede implicar incluso la posibilidad de no poder sembrar un cultivo.

Pata fundamental

Es el segundo año que en Centella están haciendo cultivos de cobertura a escala, en especial avena strigosa. Son una pata clave en la rotación, sobre todo en virtud de la problemática de malezas y resistencia cruzada a herbicidas. "Los tenemos totalmente probado y llegaron a la rotación para quedarse. Usamos la avena a partir de la idea de incluir más gramíneas y la estamos posicionando atrás de los maíces tempranos, que liberan el lote en marzo y nos dan una ventana de siembra y una condición muy buena para que la avena se desarrolle y pueda acumular materia seca hasta el mes de septiembre en que la quemamos, con una restricción de 60 días previos a la siembra de soja".

González reconoce que cuando el glifosato mataba todo lo que se anteponía los cultivos de cobertura eran una cuestión filosófica. "Hoy cuando planteamos un esquema de coberturas lo ponemos a la par de un planteo de barbecho químico y vemos que resulta más económico y más seguro en el control de malezas problema".

Malas hierbas

Es un contratiempo del que casi nadie escapa en estos tiempos. En Centella hace años que pelean con rama negra. Les costó encontrarle la vuelta pero hoy por hoy es una maleza que están manejando. Pero el asunto no termina ahí. "Desde hace una campaña tenemos raigrás, capín -una gramínea de verano que lidera las dificultades actualmente- y yuyo colorado, cuya presencia crece sin prisa y sin pausa. Las coberturas retrasan la germinación del capín. También ayuda la combinación y rotación de principios activos. El uso y abuso de los graminicidas puede ser todo un problema en el corto plazo. Debemos entender que el manejo de malezas requiere de cierta artesanía; la escala también es importante en este caso. Cuando el glifosato mataba todo se podía hacer una agricultura industrial incluso prescindiendo del monitoreo; hoy es indispensable ir a monitorear malezas, reconocerlas en estado de plántula y requiere técnicos entrenados y hacer un uso eficiente y consciente de los herbicidas".

Mucho mejor

González es optimista respecto de lo que viene. "La ecuación ganar-ganar es muy importante. Hay mucho para crecer en lo que hacemos y siempre hay sinergias o posibilidades de asociarse o vincularse con empresas que traccionen nuestro negocio y nosotros el de ellas. Vemos un panorama estable en cuanto a precios y una política clara; se ha hecho mucho en poco tiempo y seguramente se irán completando los ajustes que faltan. Hoy el campo vive de otra manera".

(Más información en revista Chacra impresa de noviembre 2017) 

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