Editorial

El dólar, la seca y una economía que se sigue complicando

Dicen que no deben proyectarse resultados distintos haciendo siempre lo mismo. Y la moneda estadounidense es implacable con aquellos que se obstinan en regodearse en sus propios errores.

Claudio Gianni
28 de Diciembre de 2022

Dicen que no deben proyectarse resultados distintos haciendo siempre lo mismo. Y la moneda estadounidense es implacable con aquellos que se obstinan en regodearse en sus propios errores.

La única verdad es la realidad. La Administración se esfuerza en catalogar al mercado del blue como "algo marginal, sin entidad, muy pequeño, no indica absolutamente nada". No es la misma percepción que tiene el resto de la población, que sabe que los pesos que acaban de pagarle se diluirán rápidamente, comprometiendo seriamente el futuro.

Y el blue ha estado subiendo desde que arrancó diciembre. No debería sorprender. Eso sí, parece incompatible con la voluntad del ministro Massa de sostener una inflación en torno del 4% mensual, "y si se alcanza un número con un 3 adelante, mucho mejor". Este es en realidad un escenario con escasos puntos de contacto respecto de lo que imaginan los principales gurúes de la City.

En principio, se habla de una inflación arriba del 90% y una paridad cambiaria en el paralelo para cuando termine este periodo de gobierno en torno de $600, aunque algunos se animan a vaticinar un blue a más de $700 en noviembre de 2023. Estos números surgen de mantener la brecha cambiaria en torno del 100% y pensar en un dólar oficial cercano a 300 para fines del próximo año. Es que se espera que el gobierno siga con su crawling peg sui generis, dado que existiría la voluntad manifiesta de no caer en una depreciación significativa. En alguna medida cree que si no devalúa de manera muy visible y no imprime billetes de mayor denominación la gente no va a advertir que es grave el problema de la inflación. Desde luego está equivocado.

Los analistas consultados tampoco vislumbran un crecimiento de las reservas que permita tranquilizar a la divisa, salvo ingresos que a priori no estaban en los cálculos de nadie. Pensemos que no está claro cómo se logrará armar un puente hasta el ingreso de la nueva cosecha de soja, y el tirón es largo. Se llegará al otoño con mínimos ingresos aportados por el trigo, poco y nada del maíz, stocks de soja adelgazados y una producción de la oleaginosa seguramente muy recortada.

Habrá que prenderle velas al clima, porque si las lluvias de noviembre no son oportunas más de un analista ve más cerca de 30 millones de toneladas los 48 millones que se esperaban originalmente para la soja. Puede ser la gota que rebase el vaso.

La seca es algo que no estaba en los cálculos y su impronta puede ser letal. Baste recordar lo que ocurrió con el gobierno de Macri en 2018. La ausencia de lluvias le dio el golpe de gracia al sustraer recursos por u$s 8.000 millones. El cálculo ahora oscila en algún punto entre u$s 10.000 millones y u$s 15.000 millones, según estiman los profesionales de FADA, cerca de 3 puntos del PBI, nada menos.

A eso corresponde sumar que el endeudamiento del Central supera en un 45% el nivel de reservas, en tanto la bomba de Leliqs sigue creciendo implacablemente y condena a un pago abismal de intereses mensuales.

El Gobierno mediante entidades públicas estaría vendiendo bonos soberanos en dólares para contener los tipos de cambio libres, y es probable que en los próximos días veamos todo clase de movidas para frenar la "corrida". Pensemos que venimos sufriendo presión cambiaria con el mayor aporte de dólares por parte del campo que se tenga recuerdo. Hay que entender que esa fortuna se desperdició, y ahora aparecen nubarrones de todos los colores.

El mercado comienza a preguntarse qué pasará en enero sin el dólar soja (¿o tendremos una nueva versión?) y frente a la sequía. Este escenario de suba de los tipos de cambio alternativos presionando la brecha cambiaria y el dólar oficial moviéndose a un ritmo aletargado no haría sino complicar aún más las cosas. El hecho de que la divisa no se tranquilice a pesar de que el Banco Central indica reservas por u$s 43.500 millones, y con la seca a la vista, llena de dudas la suerte de 2023.

Algunos economistas explican que en la coyuntura se suman el hecho de que el BCRA está comprando deuda del Tesoro en pesos en el mercado secundario con bastante intensidad, y agregan al dólar soja y su nivel de emisión paralelo, redondeando una expansión de la emisión por el equivalente al 25% de la base monetaria.

Otros comparan la evolución del dólar contra la inflación o contra el stock de pesos, y advierten que aún tiene recorrida al alza. El blue subió en lo que va del año 70,65% y la inflación en el mismo periodo es de alrededor del 95%. Y no faltan los que culpan asimismo al dólar Qatar.

Si no hay un ajuste de las cuentas públicas, si no cede sobremanera el déficit fiscal, no habrá forma de contener la brecha. Sigue siendo un misterio como hará el gobierno para llegar a las elecciones sin sincerar el tipo de cambio, sobre todo a partir de las señales que llegan desde el sector agropecuario

Queda claro que esta ensalada se está tornando tóxica, difícil de digerir. La Argentina necesita un plan de cumplimiento estricto. No va a pasar, al menos hasta que asuman las nuevas autoridades.

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