Editorial

Inflación: nada para festejar

El número de mayo dio por debajo del relevamiento de expectativas. Más allá de las suspicacias, implica una inflación anualizada del 146%, un dato impresentable de cara a la amplia mayoría de las naciones de la región.

Claudio Gianni
15 de Junio de 2023

La inflación es un fenómeno en retirada prácticamente en todo el planeta. Solo aquellas naciones que sobreviven hundidas en un gran desorden económico padecen este flagelo, que pulveriza los salarios, pone contra las cuerdas a una clase media cada vez más desdibujada y termina de enterrar las chances de los más pobres.

Por eso los gobernantes del mundo sensato tienen al combate de la inflación como un objetivo irrenunciable. No toleran convivir con ella ni le permiten crecer, y cuando las circunstancias obligan a alimentarla, solucionado el problema ponen manos a la obra para devolver los precios a un nivel razonable, con un derrotero previsible.

Es que la mayoría de las naciones del planeta tuvieron que salir a sostener a sus ciudadanos durante la crisis del Covid-19. Y para eso debieron recurrir por un lado a una amplia asistencia sanitaria, con el consiguiente crecimiento del gasto, y por el otro a un aumento sustantivo de la emisión, responsable excluyente de los desbordes de precios al consumidor.

Terminada la crisis sanitaria se abocaron a reparar este último inconveniente, y tanto Europa como Estados Unidos muestran progresos sustanciales en esta guerra de verdad contra la inflación. Ambos coquetearon con el 10% anual -un disparate para un país serio- y hoy bordean el 6% y 4% respectivamente. En los dos casos la tarea ha sido asumida por los respectivos bancos centrales, como debe ser. Hasta China, con sus peculiaridades y hermetismo muestra una fuerte desaceleración de la inflación.

Veamos un caso concreto. La política desarrollada por la Reserva Federal de Estados Unidos tiene dos aristas definidas. Si bien existen cuestionamientos, la gente confía en ella, cree en la independencia del organismo. Es la misma razón que hace que el dólar sea refugio de valor en otras naciones del planeta.

Entonces, una pata es la credibilidad, la otra pasa por los procesos puestos en juego. El camino para llegar a ese 4% demandó diez aumentos consecutivos de la tasa de interés desde marzo de 2022. Fue necesario elevar la tasa de referencia en 5 puntos, el ritmo más rápido de aumento de tipos de interés en cuatro décadas. El objetivo era y es frenar el endeudamiento y el gasto, enfriar la economía y controlar la inflación, sin causar una recesión profunda. Es una tarea notoriamente difícil.

Lo cierto es que el índice de precios al consumidor en Estados Unidos acaba de abrochar once meses continuos de desaceleración. El 4% anual mencionado es un gran logro, aunque sigue estando debajo del objetivo de este banco central: volver al 2% que se había convertido en un techo habitual para la economía del país. Para los hacedores de política monetaria de la Fed, el 4% sigue siendo demasiado alto.

Los actores clave de la economía de este país coinciden en que hay un progreso valorable. Así y todo la inflación subyacente todavía refleja un desafío fundamental para la Fed. Se espera lograr otro gran paso a la baja en las cifras de junio que se informarán el próximo mes. El crecimiento de los precios podría descender hasta un 3,2% respecto al año anterior, según las estimaciones de algunos economistas.

"La inflación ha tenido una tendencia a la baja durante el último año -dice un conocido investigador en materia de política económica-. Si esta tendencia continúa, la Fed puede cantar victoria". Para un bróker habituado a estas lides, "Powell (Jerome, titular de la Fed) está haciendo un excelente trabajo caminando por la cuerda floja monetaria, manteniéndose cerca del centro y siendo equilibrado".

Ayer el organismo aceptó una pausa en la suba de tasas, pero recordó que no es más que eso, y que habrá nuevos incrementos si es necesario hacerlo. El objetivo del 2% no se negocia. No quieren malherida a la bestia, la quieren muerta.

Todo este relato busca transmitir los esfuerzos que hacen los países serios por no permitir un desmadre de la inflación. Lo consideran un tema clave. No lo toman con displicencia ni lo dejan en manos de un secretario de Comercio. No recurren a precios controlados, fideicomisos, limitación de las exportaciones y otras herramientas inútiles como estas.

En la Argentina no está claro si el gobierno entiende la gravedad del problema. El dato de mayo, conocido ayer, indica una suba de precios en torno del 7,8%. Más allá de que sorprendió al estar por debajo del número que sugerían las mediciones de consultoras privadas, es la inflación más alta para un mayo y para los primeros cinco meses del año desde la salida de la convertibilidad, y acumula un 114% interanual, lo que anualizado equivale a un incremento del 146%. El gráfico del economista Bruno Panighel, arriba, es por demás elocuente.

Por otro lado, todo indica que la baja operada respecto del mes de abril obedece ni más ni menos a la carne vacuna, que obró como ancla en el rubro alimentos. Es decir, no es resultado de ninguna medida que haya tomado el gobierno para combatir el flagelo.

Los datos de mayo de la región nos avergüenzan. Colombia, 0.04%; Ecuador, 0.09%; Brasil, 0.23%; Perú, 0.30%; Bolivia, 0.60%; Paraguay, 0; Uruguay, 0.01; Chile. 0.10%; y Venezuela 7.6%. Somos el peor alumno, por escándalo. El gráfico de Roberto Cachanosky exime de mayores comentarios. Todos estos países soportaron la misma pandemia y están dentro del mismo mundo en guerra que nosotros.

Mientras tanto, los comentarios oficiales espantan, empezando por el presidente de la Nación, que hace referencia a la "inflación psicológica y autogenerada". Durante su mandato se acumula una carestía en torno del 490%. La sensación es que semejante dato es producto de que nunca se tomó demasiado en serio el tema.

De Mediguren, secretario de Industria, insiste en que "cuando asumió Sergio Massa estábamos cerca del abismo. Estabilizó la economía y empezó a bajar la inflación hasta enero, cuando cayó la sequía fulminante que atravesamos. En la post-sequía la inflación va a volver a la baja". Es el síntoma de un gobierno sin brújula y solo dedicado a buscar excusas que contengan la bronca de la gente. Estábamos y estamos cerca del abismo, qué duda cabe.

Y en medio de todo, una curiosidad, por decirlo elegantemente. Este es un gobierno que en general fustiga al campo pero a la vez lo pone como el factor que va a recomponer la situación en el futuro, a juzgar por expresiones como ésta. Es cierto que el agro es el motor excluyente de la economía, pero también es verdad que con eso no alcanza si se tiene una administración que derrocha los dineros públicos en aras del clientelismo populista. Que además por alguna extraña razón hace rato decidió quemar dólares de las reservas del BCRA para sostener una paridad ficticia.

Pero por sobre todas las cosas, un gobierno que no se hace cargo de las penurias que genera en la población una inflación desmadrada. Lamentablemente.



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